BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g86 8/1 págs. 13-15
  • ¿Cuánto importa la apariencia?

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • ¿Cuánto importa la apariencia?
  • ¡Despertad! 1986
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • ¿Envidio lo ajeno?
  • Fuertes influencias
  • Cómo combatir la fantasía de “la hermosa presencia”
  • Lo que piensa Dios al respecto
  • ¿Cuánto importa la apariencia?
    Lo que los jóvenes preguntan. Respuestas prácticas
  • ¿Cómo puedo resultar más atractivo?
    ¡Despertad! 2002
  • ¿Está mal que me preocupe tanto por mi apariencia?
    Los jóvenes preguntan
  • Cuando la preocupación por el aspecto se vuelve obsesión
    ¡Despertad! 2004
Ver más
¡Despertad! 1986
g86 8/1 págs. 13-15

Los jóvenes preguntan...

¿Cuánto importa la apariencia?

‘No me gusta mi cuerpo, creo que no tengo buena presencia’, se lamenta María, una joven de 16 años de edad

¿DICES que no te gusta tu apariencia? Bueno, pocos, si acaso alguno, estamos totalmente satisfechos con nuestra apariencia. A diferencia de Narciso, quien se enamoró de su propia imagen reflejada en un estanque, algunos nos deprimimos cuando nos vemos reflejados en un espejo.

Esto pudiera suceder especialmente si eres un joven que estás creciendo y quizás un poco tímido. ‘No me gusta mi cuerpo, creo que no tengo buena presencia’, se lamenta María, una joven de 16 años de edad. Bob, de 13 años, se queja de algo similar: ‘No me gusta mi pelo ni la manera en que se levanta aquí detrás’.

Por supuesto, es natural que se desee ser atractivo y que se cuide razonablemente la apariencia personal. No obstante, ¿ha comenzado a dominar tu pensar la preocupación por tu apariencia? ¿No te gustas debido a tu aspecto físico? En tal caso, pregúntate: ¿Cuán válidas son mis quejas? ¿Puede ser que haya caído en el círculo vicioso de la envidia?

¿Envidio lo ajeno?

Sí, muchos pasan toda su vida creyendo que nada es tan bueno como lo ajeno. De seguro los has conocido. La muchacha que por naturaleza es delgada y piensa que “está hecha un palillo” y come en demasía hasta enfermar. La muchacha que estando rellenita piensa que está gorda, y se somete a un régimen que casi la mata de hambre. O jóvenes como Annie, que creció más rápidamente que sus compañeros de escuela. ¿Estaba contenta con su estatura de adulta? Ella dice: “Yo era más alta que todos los demás y esto me hacía sentir vergüenza. Tenía una amiga que era muy pequeña y la envidiaba”.

Por eso abundan los productos de belleza y todo tipo de aparatos y artefactos con el mismo fin. Los especialistas en cirugía plástica prosperan y el número de ellos aumenta. Y, arriesgando su salud y felicidad, algunos jóvenes se preocupan por cambiar lo inalterable. ¿Hay alguna manera de salir de este “tiovivo” de descontento? ¡Sí, la hay! Pero la clave radica en tener el punto de vista correcto de la apariencia. ¿Cómo puedes llegar a tenerlo? Comencemos tratando de comprender por qué tal vez te sientas así.

Fuertes influencias

Existen muchas fuerzas que influyen en los puntos de vista y sentimientos que tengamos en cuanto a nuestra apariencia. Una de estas influencias proviene de nuestro interior. La Biblia se refiere a ello como “los deseos incidentales a la juventud”. (2 Timoteo 2:22.) Estos deseos se manifiestan de muchas maneras y una de ellas es la preocupación exagerada por la apariencia.

Es interesante notar, sin embargo, que el profesor de siquiatría Richard M. Sarles muestra que esos deseos son frecuentemente fomentados: “La adolescencia es un período de transición en el que tiene lugar una gran reorganización del cuerpo. [...] Para combatir la dificultad que supone un cuerpo en proceso de cambio, la mayoría de los adolescentes cuentan con la seguridad que hallan entre sus compañeros y amigos”. En otras palabras, si nuestros amigos no notan que tenemos la nariz grande, nosotros tampoco le damos importancia. Pero cuando sí lo notan, entonces nos preocupamos.

Otra influencia persuasiva es el sutil sistema de los medios de información. La televisión, los libros y el cine nos enseñan desde la niñez que la gente “buena” es bonita y que la “mala” es fea, un concepto que retumba sin cesar en los pasillos de los medios de información. Esta influencia acentúa la tendencia de los humanos imperfectos a ‘mirar las cosas según su valor aparente’, a clasificar a la gente según su apariencia. (2 Corintios 10:7.)

De este modo, los medios de información quieren hacerte creer que si no eres una belleza, delgada, seductora, con los pómulos algo sobresalientes y una piel impecable, o si no eres un hombre musculoso, lo mejor es que te escondas en algún lugar o, por lo menos, no pienses en llegar a ser popular, feliz o tener éxito. Claro está, puede que conscientemente veas la insensatez de esta táctica. Sin embargo, el efecto principal de los medios de información es subconsciente. Por todas partes, sutil o abiertamente, ¡la belleza es idealizada o hasta adorada! Mediante la belleza física se vende de todo, desde perfumes hasta sierras eléctricas. Como resultado, muchos no solo compran el producto sino también la idea tergiversada de que la apariencia lo es todo.

Cómo combatir la fantasía de “la hermosa presencia”

La fantasía de la “hermosa presencia” sin duda ha afectado a muchos. La vida se convierte en una rutina interminable de dietas novedosas, cosméticos llamativos y tratamientos costosos. La Biblia, no obstante, dice: “No tomen como modelo a este mundo”. (Romanos 12:2, Levoratti-Trusso.) Piensa: ¿Quiénes promueven la idea de que necesitas cierta presencia para ser popular, feliz o tener éxito? ¿No son acaso los fabricantes y anunciantes que se lucran de tal engaño? ¿Por qué dejar que ellos amolden tu pensar? Y si los comentarios negativos acerca de tu apariencia provienen de tus amigos, ¿quién necesita esa clase de “amigos”?

La Biblia también te aconseja a que ‘pienses de tal modo que tengas juicio sano’. (Romanos 12:3.) Esto puede significar no creer en la propaganda —venga esta de amigos o de los medios informativos— que hace que no estemos satisfechos con nosotros mismos. ¿No es cierto que muy pocas personas parecen supermodelos? “La belleza no dura”, dice la Biblia. (Proverbios 31:30, La Biblia al Día.) De modo que hasta las personas a quienes se les paga por su apariencia se mantienen muy poco tiempo en la cumbre, antes de que se escoja un nuevo rostro joven en su lugar. También se pueden hacer maravillas a la cara y al cuerpo con maquillaje, luces y trucos fotográficos. ¡Algunos han quedado asombrados al ver en persona a su celebridad favorita sin estos complejos artificios para realzar la belleza!

Otro punto que hay que ponderar: ¿No son la mayoría de tus amigos de apariencia media? Quizás a algunos de ellos, según ciertos puntos de vista, se les considere poco atractivos. O piensa en tus padres. ¿Se escogería a alguno de ellos para la portada de alguna revista de modas? Probablemente no. Pero, ¿cambia este hecho lo que tú sientes por ellos? De hecho, una vez que llegas a quererlos por lo que son y no por su apariencia, es muy posible que rara vez te pares a pensar en su atractivo físico.

Y por último, ¿no es cierto que como joven en fase de crecimiento tu físico está cambiando de todos modos? Los adolescentes maduran a diferentes edades. Así que si eres muy bajo o muy alto, o tu cutis no está bien, ten paciencia. El tiempo puede cambiar algunos de estos supuestos defectos.

El considerar estos asuntos con juicio sano puede librarte de la frustración que supone el tratar de conseguir la imagen irreal que se presenta en la pantalla y las revistas o el compararte innecesariamente con otros jóvenes. Tú tienes haberes mucho más importantes que cualquier deficiencia física, imaginada o real. Sin embargo, queda todavía otro factor importante que debes considerar.

Lo que piensa Dios al respecto

¿Has notado alguna vez lo poco que la Biblia habla sobre el físico de los personajes? ¿Por qué no se nos dice cómo era la apariencia física de Abrahán, María o hasta la de Jesús? Obviamente porque Dios no lo consideró importante.

Es más, una vez Dios rechazó para el puesto de rey a un joven llamado Eliab que debió tener muy buena planta. Jehová Dios le explicó al profeta Samuel: “No mires su apariencia ni lo alto de su estatura. [...] Porque no de la manera como el hombre ve es como Dios ve, porque el simple hombre ve lo que aparece a los ojos; pero en cuanto a Jehová, él ve lo que es el corazón”. (1 Samuel 16:6, 7.) En su lugar, Dios escogió a un joven llamado David.

Correctamente, entonces, la Biblia nos estimula a que enfoquemos nuestra atención no en el adorno externo, sino en “la persona secreta del corazón”. (1 Pedro 3:3, 4.) Claro está, esto no significa que tenemos que abandonar nuestra apariencia externa. La Biblia nos anima a que mantengamos normas elevadas en el modo de arreglarnos. (Compara esto con 1 Timoteo 2:9.) Es posible que de vez en cuando nos moleste algo nuestra apariencia. Pero, ¡cuánto alivio nos da el saber que para Dios, el que en verdad cuenta, nuestro físico no es lo importante! “El ve lo que es el corazón.” ¿No sería, por lo tanto, sensato dejar de preocuparte tanto por tu apariencia y en su lugar trabajar por embellecer ante Él tu corazón?

[Ilustración en la página 14]

Lo que no te guste de ti puede que lo envidien otros

[Ilustración en la página 15]

Tienes haberes mucho más importantes que cualquier deficiencia física

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir