BIBLIOTECA EN LÍNEA Watchtower
Watchtower
BIBLIOTECA EN LÍNEA
español
  • BIBLIA
  • PUBLICACIONES
  • REUNIONES
  • g86 8/4 págs. 15-17
  • La vida de familia africana: la industrialización reclama sus víctimas

No hay ningún video disponible para este elemento seleccionado.

Lo sentimos, hubo un error al cargar el video.

  • La vida de familia africana: la industrialización reclama sus víctimas
  • ¡Despertad! 1986
  • Subtítulos
  • Información relacionada
  • Ciudades atestadas
  • Familias fragmentadas
  • Cómo se enfrentan a esos problemas las familias cristianas
  • ¿Qué encierra el futuro?
  • Las causas de la crisis
    ¡Despertad! 2005
  • El reto de alimentar a las ciudades
    ¡Despertad! 2005
  • ¿Qué futuro para los africanos?
    ¡Despertad! 1977
  • ‘Proveer para los suyos’: cómo se afronta la tarea en los países en vías de desarrollo
    La Atalaya. Anunciando el Reino de Jehová 1996
Ver más
¡Despertad! 1986
g86 8/4 págs. 15-17

La vida de familia africana: la industrialización reclama sus víctimas

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en África del Sur

UN PEQUEÑO grupo de cabañas rodean un patio abierto. Gallinas y cerdos corren libremente por el bancal de maíz que linda con la aldea. Todo está en paz.

Ese es el marco en el que por generaciones se desarrollaron las familias africanas. La vida rural promovía la unidad de la familia. Cuando los hijos crecían no se independizaban de la familia, sino que añadían sus propias cabañas al ‘kraal’ (aldea). Vivían bajo la autoridad patriarcal incuestionable del padre o del abuelo. Sin embargo, esa imagen idílica se ha desmoronado por los cambios drásticos que ha traído consigo el desarrollo industrial moderno.

Es cierto que la industrialización ha reportado algunos beneficios materiales a las familias africanas. Con frecuencia el modo de vivir rural se veía dificultado por sequías y mercados imprevisibles. Las familias solían subsistir con lo imprescindible. El desarrollo industrial, por otra parte ha hecho posible que las familias africanas consigan mejor alojamiento y comodidades. Ha ofrecido mejores oportunidades de educación y trabajo. Pero para aprovecharse de esos beneficios, los africanos han tenido que abandonar sus aldeas tranquilas y rebaños para acudir en masa a las ciudades. Allí no solo han encontrado dinero contante y sonante, sino también problemas serios.

Ciudades atestadas

El problema principal ha sido el del alojamiento. Como dice el periódico The Star de África del Sur: “Los barrios industriales de Gran Bretaña durante la era victoriana y los poblados suburbanos modernos de África del Sur tienen un origen común: la gente llega a buscar trabajo en las grandes ciudades que no cuentan con suficientes alojamientos para acomodarlos”.

Los poblados africanos pronto llegaron a estar atestados, y empezaron a desarrollarse los barrios bajos. Lo que en un tiempo fueron poblados pacíficos han llegado a ser cunas del delito y de la violencia. Era imposible construir alojamientos con la suficiente rapidez como para mantenerse al paso con la llegada masiva de gente a las ciudades. Los poblados que se construían para alojar a los trabajadores de las minas o la industria no eran suficientemente grandes para acomodar a las esposas y a los hijos. Por lo tanto, los gobiernos tuvieron que tomar medidas para detener la llegada constante de gente. Pero esas leyes provocaron resentimientos, y muchos prefirieron desafiarlas: aunque eso significara vivir en constante temor de ser arrestado.

Los nuevos residentes de la ciudad pronto sintieron los efectos de la vida urbana en sus familias. Los hombres a menudo tenían que trabajar más tiempo que el requerido. Las esposas también entraron en el mercado laboral, dejando a los hijos para que se las arreglaran por sí mismos. Estalló una ola de delincuencia juvenil cuando los niños, sin ninguna supervisión, empezaron a vagar por las calles por horas.

Familias fragmentadas

Por supuesto, no todos se unieron a ese éxodo hacia las ciudades. Aproximadamente las dos terceras partes de la población negra de África del Sur, por ejemplo, vive aún en zonas rurales. Sin embargo, ellos también sienten los estragos de la industrialización. Muchos hombres han dejado a sus familias para trabajar como emigrantes con contratos anuales. Los efectos han sido devastadores. No solamente han quedado los hijos sin padre, sino que tanto los hombres como sus esposas han quedado expuestos a las tentaciones de la inmoralidad. En muchos de los grandes poblados que albergan a millares de trabajadores, la inmoralidad —incluso la homosexualidad— ha aumentado vertiginosamente.

Además, muchos hombres se ven tentados a trabajar horas extraordinarias para ganar más dinero. ¿Pero beneficia ese salario a sus familias que quedan en casa? No siempre. Muchos muestran poco interés en su familia y derrochan el dinero a capricho. Su papel de cabezas de familia queda reducido a simplemente proveer el sustento.

La fragmentación de la familia se ve empeorada cuando los padres, dándose cuenta de las escasas perspectivas que tienen sus hijos en las zonas rurales, los envían a las ciudades para trabajar u obtener una mejor educación.

Pero posiblemente uno de los peores perjuicios para la vida de familia ha sido la desatención de los padres ancianos. Los ancianos podían contar tradicionalmente con el cuidado de la familia a la vez que ellos contribuían de modo importante al bienestar espiritual y moral de aquella. ¡La costumbre occidental de institucionalizar a los de edad avanzada era totalmente desconocida en África! Pero el modo de vivir urbano ha minado el respeto tradicional que se tenía a los ancianos. Con relativa frecuencia se les abandona cuando los jóvenes se aventuran a las ciudades. El periódico The Star informa: “En una reunión reciente en Lagos [Nigeria], los funcionarios de sanidad dijeron que algunos de los problemas de los ancianos eran el resultado de no sentirse necesitados o parte de la sociedad”.

Cómo se enfrentan a esos problemas las familias cristianas

Obviamente, la industrialización presenta desafíos serios a los cristianos. ¿Cómo han evitado ser entrampados en la loca carrera de la ganancia material? Muchos han permitido que las palabras de Jesús registradas en Mateo 6:33 moldeen su modo de pensar: “Sigan, pues, buscando primero el reino y la justicia de Él, y todas estas otras cosas [materiales] le serán añadidas”.

No ha sido fácil aplicar ese principio. Pero incluso los observadores han notado los beneficios prácticos. Norman Long comenta en el libro Christianity in Tropical Africa: “Los testigos de Jehová, sin embargo, no ven su modo de vivir seglar independientemente de sus caminos religiosos. [...] Ser miembro [...] significa adelantamiento espiritual y promesa de una nueva vida, pero también implica una cierta orientación práctica hacia la vida en este mundo”. (Cursivas nuestras.)

Como ejemplo, un Testigo de Lesotho tuvo que buscar trabajo en un país vecino debido a las circunstancias económicas. Después se casó con una joven de su país nativo, Lesotho, pero la dejó en casa y volvió a las minas. Pronto, tanto él como su esposa se dieron cuenta de que lo que estaban haciendo no armonizaba con las normas cristianas.

De modo que compró dos máquinas de coser usadas y se las envió a su esposa. Entretanto, un compañero de trabajo le enseñó a coser prendas de vestir. Cuando terminó su contrato en la mina, volvió para trabajar con su esposa que ya había empezado a hacer un tipo popular de falda. Este pequeño negocio prosperó y con el tiempo otros cinco cristianos, hombres y mujeres, pudieron trabajar con ellos. Este trabajo les permitió quedarse con sus propias familias y ayudar al pequeño grupo local de testigos de Jehová a convertirse en dos florecientes congregaciones.

¿Pero qué hay de las familias cristianas que viven en las zonas urbanas? ¿Cómo les es posible mantener la unidad familiar? Algunos han hallado que les es mucho más fácil obtener trabajo de media jornada o trabajar por su cuenta en las zonas urbanas. Al aprovecharse de esas oportunidades, los Testigos se dan cuenta de que normalmente pueden controlar mejor el tiempo y dar a su familia la atención necesaria. Pero ¿qué hay de los cabezas de familia que tienen que trabajar todo el día? A menudo han podido comprobar que si evitan trabajar horas extraordinarias y no piden que sus esposas también trabajen, les es posible atender apropiadamente a las necesidades espirituales de sus familias.

¿Qué encierra el futuro?

‘Otros millones acudirán a las ciudades’, predijeron los expertos en urbanización. Añadieron que las naciones en vías de desarrollo se enfrentan a un problema de “una inmigración aun mayor, un nivel de vida bajo, desempleo y escasez de viviendas”. De modo que el futuro parece lúgubre para la vida de familia en África.

Aunque la aplicación de los principios bíblicos puede ayudar al cristiano a enfrentarse a las presiones de la industrialización, la solución permanente vendrá solo cuando el gobierno celestial de Dios empiece a dirigir los asuntos de la Tierra. (Mateo 6:10.)

[Fotografías en las páginas 16, 17]

El África rural está dando paso al África industrializada

    Publicaciones en español (1950-2025)
    Cerrar sesión
    Iniciar sesión
    • español
    • Compartir
    • Configuración
    • Copyright © 2025 Watch Tower Bible and Tract Society of Pennsylvania
    • Condiciones de uso
    • Política de privacidad
    • Configuración de privacidad
    • JW.ORG
    • Iniciar sesión
    Compartir