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  • El corazón defectuoso de nuestra pequeña Linda

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  • El corazón defectuoso de nuestra pequeña Linda
  • ¡Despertad! 1986
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¡Despertad! 1986
g86 8/4 págs. 18-20

El corazón defectuoso de nuestra pequeña Linda

CUANDO nació nuestra hija Linda en el hospital de maternidad de Falun, Suecia, padecía de una enfermedad grave de corazón conocida como transposición. La aorta, la arteria que sale del corazón hacia el cuerpo y la arteria pulmonar estaban intercambiadas. De modo que la sangre rica en oxígeno de los pulmones de Linda circulaba solo entre los pulmones y el corazón, y no llegaba al resto del cuerpo.

¿Cómo puede un niño sobrevivir en esas condiciones? Durante el embarazo existen conexiones naturales que permanecen abiertas por un corto espacio de tiempo después del nacimiento. Pero entonces estas aberturas empiezan a cerrarse para dar comienzo al proceso normal de circulación sanguínea. En el ínterin, la sangre oxigenada puede circular por todo el cuerpo aun en casos de transposición de las arterias.

Aunque Linda había nacido con tres semanas de adelanto y solo pesaba 2,66 kilos (5 libras y 14 onzas) parecía muy saludable, a pesar de un ligero color azulado en el rostro. Este síntoma preocupó a los médicos de Falun y la trasladaron al Hospital St. Göran de Estocolmo para un examen más exhaustivo. Sospechaban que era un caso de transposición. Al mismo tiempo, a Linda se le suministraron medicamentos para impedir que se cerrara el paso entre las aurículas, y fue puesta en una incubadora.

Una “explosión de globo”

El examen confirmó nuestros temores: Linda sufría una transposición. Para salvarle la vida, los médicos la sometieron a una operación, llamada comúnmente “explosión de globo”. Para ello se pasa un catéter especial por la vena umbilical hasta la aurícula derecha del corazón y de allí a la aurícula izquierda a través del agujero que aún está abierto en la pared que divide las dos aurículas. Mediante hinchar un pequeño globo en el extremo del catéter y tirar de él a través de la pared divisoria, se agranda el agujero lo suficiente como para suministrar la sangre oxigenada al resto del cuerpo. Este método permite retrasar la cirugía cardíaca hasta que el niño alcance los nueve meses de nacido.

Luego se nos dijo que la intervención quirúrgica necesaria no podía efectuarse en Suecia sin cebar la máquina corazón-pulmón con sangre. Debido a nuestros principios basados en la Biblia sobre el uso de la sangre no pudimos aceptar este procedimiento. (Levítico 17:10, 11; Hechos 15:28, 29.)

¿Cuál fue nuestra primera reacción al enterarnos de este problema? Nos sobrevino una gran preocupación. ‘¿Qué va a pasarle a nuestra querida hijita? ¿Sobrevivirá a la operación? ¿Podrá realizarse esa operación sin el uso de sangre?’ No obstante, ciframos nuestra confianza en Jehová Dios durante toda la prueba, seguros de que él nos dispondría una salida. (1 Corintios 10:13.)

Dicha “explosión” tuvo éxito. La sangre de Linda se oxigenó de modo satisfactorio, y al cabo de unos cuantos días pudimos volver a casa. Estábamos muy agradecidos de cómo había ido todo hasta la fecha y también por la bondad y comprensión de los médicos y otros miembros del personal del hospital. Al jefe médico le dejamos un ejemplar del folleto Los testigos de Jehová y la cuestión de la sangre, que explica las razones por las que rechazamos la sangre.

Un callejón sin salida

Entonces empezó la larga espera para ver cómo iba a reaccionar Linda. Al principio parecía que se encontraba bastante bien y que iba ganando peso. Pero a los cuatro meses empezó a perder el apetito. Un nuevo examen descubrió que tenía una protuberancia en la pared del corazón. Tenía que adelantarse la operación. Para fortalecerla, se la alimentó por medio de un tubo que se le introdujo por la nariz.

Habíamos planeado que la operara un cirujano que había intervenido ya a varios testigos de Jehová en el Hospital Royal Caroline, en Suecia. Le advertimos que no permitiríamos el uso de sangre, pero se nos dijo que la operación no podía realizarse sin ella. Decidimos acudir a otros hospitales.

Aunque se nos trató con bondad y comprensión en todas partes, nadie parecía estar dispuesto a llevar a cabo la operación sin sangre. La opinión general era que no sería posible operar con suficientes garantías a un bebé usando una máquina corazón-pulmón que no se cebara con sangre.

Una afectuosa bienvenida en Londres

Nos pusimos en contacto con el Hospital National Heart, de Londres, para ver si operarían a Linda. Una vez más, se nos trató con gran comprensión. El jefe médico no puso objeción a la operación, pues habían realizado ya operaciones en bebés sin la necesidad de usar sangre. La operación la llevaría a cabo el famoso cirujano del corazón, el Dr. Magdi Jacoub.

Nos encontramos con amigos Testigos en Inglaterra, quienes nos llevaron en automóvil al hospital donde se nos recibió con una afectuosa sonrisa. “¡Ah, esta debe ser la Linda de Suecia!”, exclamó una enfermera antes que ni siquiera pudiéramos presentarnos. Desde ese momento supimos que la pequeña Linda estaba en buenas manos.

Entonces hablamos por primera vez con el Dr. Jacoub. Estábamos muy nerviosos, pero él se mostró amigable y tranquilo, lo cual inspiró en nosotros inmediatamente un sentimiento de confianza.

Una operación delicada

Linda tuvo que pasar por varios reconocimientos antes de la operación. Al Dr. Jacoub se le mantenía informado de todos los detalles. Cuando llegó el día de la operación fue llevada a la sala de operaciones. Por supuesto, nuestra preocupación era grande puesto que no sabíamos cómo estaría Linda la próxima vez que la viéramos.

Después de angustiosas horas de espera, se nos informó que Linda acababa de salir de la sala de operaciones y que podíamos verla. ¡Nuestra querida Linda estaba viva! Nos sentimos sumamente agradecidos. Cuando llegamos a verla, a pesar de todos los tubos, parecía un nuevo bebé: con los labios rojos y las mejillas rosadas. Estábamos muy emocionados y no pudimos retener nuestras lágrimas de alegría.

De repente, se abrieron las puertas y entró el Dr. Jacoub. Su semblante era serio. Primero repasó con la vista atentamente todos los instrumentos. Después nos miró, y esbozó una gran sonrisa. Entendimos que la operación había sido un éxito.

Después de todas estas experiencias increíbles, era tiempo para que mi esposo volviera al trabajo a Suecia. Yo tenía que quedarme con mis bondadosos amigos en Inglaterra para atender a cualquier suceso futuro.

Una recuperación sorprendente

Al cuarto día después de la operación se le quitó el respirador y, al día siguiente, tuve el gozo indescriptible de volver a tener a Linda en mis brazos. Aunque tenía muchos dolores, no tardó mucho en sonreír por primera vez.

Se nos había dicho que hasta unas ocho semanas después de la operación no podríamos empezar a pensar en volver a casa. Pero dos días después de la operación el recuento de glóbulos sanguíneos de Linda volvió a ser normal. Su recuperación fue tan rápida que uno de los médicos exclamó: “¡Es sorprendente!”, sí, la recuperación de Linda superó todas las expectativas. Poco después, el jefe médico dijo: “A la niña sueca, creo que podemos mandarla a casa pronto”. Aquellas palabras eran como música para mis oídos. De hecho, volvimos a casa tan solo 12 días después de la operación.

Hemos pasado por una experiencia angustiosa, y sin embargo, cuando la repasamos, podemos recordar muchos aspectos positivos. Estamos muy agradecidos a todo el personal médico que nos trató con bondad, consideración y comprensión, especialmente en lo que respecta a nuestros puntos de vista sobre la cuestión de la sangre.

Aparte de todo el apoyo que recibimos de los amigos de la congregación de nuestra localidad, estamos muy emocionados por la manera como nuestros amigos Testigos de Inglaterra nos ayudaron. Verdaderamente vimos una hermandad internacional donde el amor, el cuidado y la disposición a ayudar son una realidad.

Por encima de todo, estamos muy agradecidos a Jehová Dios, quien nos ha sostenido de un modo incomparable. Oramos a menudo por su dirección en todas las situaciones difíciles a las que tuvimos que enfrentarnos. En cada ocasión él nos abrió una salida, y nuestra fuerza se renovó. A menudo, cuando miramos a nuestra hijita Linda, damos gracias por la profesionalidad y la paciencia de los médicos, y especialmente damos gracias a Jehová Dios por el don de la vida.—Contribuido.

[Fotografía en la página 19]

La pequeña Linda después de la operación

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