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  • ¡La Palabra de Dios es la mejor defensa!
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¡Despertad! 1986
g86 22/9 pág. 16

¡La Palabra de Dios es la mejor defensa!

SI ALGUIEN intentara robarle, ¿qué haría usted? ¿Le entregaría inmediatamente las cosas de valor que tenga, o lucharía usted para proteger lo que es suyo? En el actual mundo violento, muchas personas creen que se debe usar la fuerza para proteger sus pertenencias. Consideran que el portar un arma o entrenarse en alguna forma de arte marcial es una protección contra asaltos. Pero, en realidad, ¿produce esto buenos resultados? Muchas personas que han portado armas se han lamentado después de haberlo hecho. Por otra parte, sin embargo, el rey Salomón dijo: “No digas: ‘¡Ciertamente pagaré el mal!’. Espera en Jehová, y él te salvará”. (Proverbios 20:22.)

Recientemente, un miembro del personal de la sede mundial de los testigos de Jehová en Brooklyn, Nueva York, fue a visitar a unos amigos de Brooklyn. “Al llegar al frente del edificio, un hombre que llevaba puesta una chaqueta militar me atacó con una navaja y me dijo: ‘¡Dame tu dinero! ¡Todo el dinero que tengas!’.

”Al ver que no me alarmé ante su ataque, me ordenó: ‘¡Entra en el edificio! ¡No quiero que nadie oiga! ¡Entra!’. Después que entramos, me pidió la billetera. Solo encontró $2.00 (E.U.A.). Mientras él seguía rebuscando en ella, le expliqué que yo era testigo de Jehová.

”Pretendiendo no haberme oído, insistió en que tenía que encontrar más dinero. Entonces, metió la mano libre en los bolsillos de mis pantalones mientras sujetaba la navaja con la otra mano, y halló en uno de ellos un billete de 20 dólares que yo había guardado. Procurando hallar más dinero, continuó registrándome, arrojando al piso todo lo que encontraba en mis bolsillos. ‘¿Para qué vas a usar el dinero? —le pregunté—. ¿Para comprar drogas?’ ‘Sí’, me respondió él. Entonces le dije: ‘¿Sabes que si yo no fuera testigo de Jehová, ya estarías muerto? Recibí entrenamiento en karate. Y varias veces te has descuidado con la navaja’.

”Cuando me referí a la Biblia para aclararle mi posición como testigo de Jehová, él metió la mano en uno de sus bolsillos y sacó un libro pequeño y me dijo: ‘¡Mira! ¡Yo tengo una Biblia!’. Era una Biblia de tamaño de bolsillo.

”‘De qué te sirve que la tengas —le dije—. Ni siquiera pones en práctica lo que está escrito en ella.’ Tomé su Biblia y le leí Mateo 6:33 y Juan 17:3 y le recalqué que no solo es necesario adquirir conocimiento de la Biblia, sino también aplicarlo en la vida.

”Confesó que hacía dos meses había salido de la prisión. Debido a que no tenía empleo y necesitaba dinero, se había dedicado a robar. Al leerle 1 Corintios 6:9, 10, le mostré que los ladrones no heredarán el Reino de Dios. ‘Tal vez algún día te encuentres con alguien que sea lo suficientemente tonto como para pelear por su dinero, y quizás tú lo mates o él te mate a ti, o con el tiempo te agarren y te echen de nuevo en la prisión’. ‘¡No digas eso!’, dijo él, atemorizado. Le recalqué que ‘los que toman la espada perecerán por la espada’. (Mateo 26:52.)

”Parece que las Escrituras lo conmovieron, y se disculpó. Con su cabeza inclinada, notó las cosas que había arrojado al piso cuando me vació los bolsillos. Avergonzado, las recogió y me las entregó, aunque se quedó con el dinero. Al dirigirse a la puerta, me pidió que orara por él. Pero yo le dije: ‘Lo que tú me hiciste fue incorrecto, pero lo peor de todo es que has pecado contra Jehová. Es un asunto entre tú y él’.

”Antes de irse, me pidió un favor. Me entregó la navaja y me dijo: ‘¿Pudieras deshacerte de esto? Ya no voy a robarle más a la gente’. Entonces, tomé el cuchillo y le di a cambio una revista ¡Despertad!.”—Según lo relató Ricky Hanagami.

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