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  • ¿Por qué una vida tan agitada?

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  • ¿Por qué una vida tan agitada?
  • ¡Despertad! 1987
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  • Otros factores
  • ¿A dónde lo conduce esto?
  • Índice
    ¡Despertad! 2001
  • Encarándonos a la vida agitada de hoy
    ¡Despertad! 1987
  • Vigile el paso al que vive
    ¡Despertad! 1973
  • De prisa, ¿y sin llegar a ningún lugar?
    ¡Despertad! 1987
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¡Despertad! 1987
g87 22/2 págs. 4-6

¿Por qué una vida tan agitada?

SIN embargo, ¿por qué es tan agitada esta era? Está muy lejos de ser la utopía de tranquilidad —en la que habría muchísimo tiempo libre— que se suponía que la industrialización trajera. Aquello de “menos trabajo y más entretenimiento para todos”, que habían predicho muchos economistas, sociólogos y futuristas, sencillamente no se ha realizado.

De hecho, el escritor A. Kent Macdougall declaró: “El trabajo consume tanto del tiempo medio del asalariado como lo hacía una generación atrás, mientras que el viaje de ida y vuelta al empleo le toma más”.

En vez de simplificar la vida, la tecnología moderna la ha hecho más agitada. Harold H. Kassarjian, profesor de mercadotecnia, dice al respecto: “La comunicación y la transportación en masa nos están matando. Se nos somete a mayor presión porque hemos creado razones artificiales para estar de prisa. Estamos cavando nuestra propia tumba por la tensión”.

Factores principales

Hoy día muchos padres llevan la carga de trabajar horas extraordinarias o tener dos empleos solo para mantener a la familia. También, muchas mujeres han tenido que conseguir empleo fuera del hogar. Paul Johnson escribió lo siguiente en el Daily Telegraph: “Ciertamente es irónico que, precisamente en el momento histórico en que la tecnología comercial ha librado a las mujeres de muchas de sus faenas tradicionales, [...] ellas trabajen tanto como siempre; quizás más”.

Así sucede que, después de dedicar todo el día a un empleo seglar con sueldo, muchas mujeres llegan al hogar a su segundo empleo... cuidar del hogar y de los hijos. Ciertos estudios indican que es relativamente poco lo que los esposos hacen para aliviar la carga aumentada de trabajo de la esposa. Como resultado, para la esposa que trabaja fuera el tiempo por lo general es un recurso escaso y difícil de conseguir. Los autores del libro Working Couples citan estas palabras de una esposa con empleo seglar: “Me siento oprimida porque no tengo tiempo ni para las cosas que quiero hacer ni para las que tengo que hacer”.

En el caso de muchas personas, tanto el cambio de costumbres en el terreno de lo sexual como el gran aumento en la tasa de divorcios han contribuido también a una vida agitada. ¿Cómo? Un artículo publicado en Family Relations explica: “En los últimos nueve años nuestra sociedad [E.U.A.] ha experimentado un aumento de un 79% en la cantidad de familias en que falta uno de los padres [...] Esta situación es ahora más común que en cualquier otro tiempo”. Para un padre o una madre que sin la ayuda de su cónyuge tiene que educar a los hijos, hacer las compras, cocinar y limpiar, la vida puede parecer un ajetreo interminable.

Otros factores

Hay otras razones menos tangibles que también contribuyen a la agitación de la vida, como las siguientes:

La vida es corta.—La Biblia dice: “El hombre, nacido de mujer, es de vida corta y está harto de agitación. A semejanza de una flor ha salido y es cortado, y huye como la sombra y no sigue existiendo”. (Job 14:1, 2.) Muchas personas, al darse cuenta de la verdad que encierra este versículo bíblico, viven una vida apresurada, y tratan de llenarla de tanta actividad como les es posible. Su filosofía es: “Comamos y bebamos, porque mañana hemos de morir”. (1 Corintios 15:32.)

La vida es incierta.—“Los veloces no tienen la carrera”, dijo el sabio rey Salomón. ¿Por qué no? Él explica: “Porque el tiempo y el suceso imprevisto les acaecen a todos”. (Eclesiastés 9:11.) Así, parece que la gente tiene prisa por alcanzar sus metas porque teme que algún suceso imprevisto le impida lograrlo.

El temor de perderse algo.—Como si fueran niñitos, muchos adultos son inquietos, no pueden concentrar la atención por mucho tiempo en nada, y siempre tienen que correr a hacer algo nuevo. No pueden relajarse lo suficiente como para disfrutar del presente debido a su prisa por experimentar el futuro.

Nerviosismo e impaciencia.—A este nerviosismo agréguele impaciencia, y quizás pueda comprender mejor al conductor que, de vez en cuando, usted ve por el espejo retrovisor de su automóvil. Porque es obvio que para él todo automóvil que le precede es una afrenta personal, trata de rebasarlo tan pronto como puede, a menudo sin buena razón para ello. ¡A veces usted se encuentra de nuevo con él en el siguiente semáforo!

Aburrimiento.—Porque su trabajo seglar o la rutina diaria les son aburridos e insípidos, algunas personas despachan con la mayor rapidez estos llamados males necesarios, para tener más tiempo para las diversiones.

“El tiempo es oro”.—Hay quienes rigen su vida por este principio —y por el reloj— y se privan de momentos de descanso y de vacaciones porque temen que signifique una pérdida de dinero. Ya que rara vez están satisfechos con lo que tienen, siempre están afanados acumulando posesiones materiales de las cuales apenas disfrutan por falta de tiempo.

Sea cual sea la razón, tal vez su vida sea una carrera agitada. Si así es, queda esta pregunta:

¿A dónde lo conduce esto?

Primero, el paso acelerado de la vida moderna ha acarreado muchas enfermedades relacionadas con el estrés. Pero la verdad del dicho: “La prisa a nada conduce” se confirma también en otros campos del esfuerzo humano. Por ejemplo, la publicación alemana Ärztliche Praxis informa: “Todavía se dice que la causa principal de los accidentes de tráfico es el exceso de velocidad”.

Al joven escolar que despliega prisa mientras adquiere destrezas básicas se le hará difícil obtener empleo y conservarlo. El que come apresuradamente puede experimentar trastornos estomacales y acarrearse indigestión y muchos otros malestares físicos. El que es “apresurado con sus palabras” puede causar vergüenza a otros, ofenderlos, o hasta ser causa del rompimiento de amistades. (Proverbios 29:20.) Y quien tiene prisa en buscar cónyuge pudiera después estar procurando de prisa un divorcio.

¿Y qué hay de los que se apresuran a obtener posesiones materiales, adelantar en una carrera, tener una familia, o “sacarle el jugo” a la vida? Es cierto que el procurar estas cosas tal vez no sea incorrecto en sí mismo. Pero cuando el buscarlas se convierte en una carrera frenética, ¿de qué provecho es eso a la larga a las personas?

Salomón, rey de la antigüedad, se envolvió en empeños de esa índole, pero llegó a la siguiente conclusión: “Y yo, yo mismo, me volví hacia todas las obras mías que mis manos habían hecho, y hacia el duro trabajo que yo había trabajado duro para lograr, y, ¡mira!, todo era vanidad y un esforzarse tras viento, y no había nada que sirviera de ventaja bajo el sol”. (Eclesiastés 2:11.)

Por consiguiente, ¿hay manera de hacer frente al paso acelerado de la vida y llevar una vida relativamente tranquila?

[Recuadro en la página 5]

El paso acelerado en que se vive hoy

“La imagen del hombre que ha logrado mucho, pero siempre está intranquilo, está [siempre presente] en esta tensa sociedad moderna”, declaró The New York Times. “Es típica la persona que corre para tomar el metro cuando otro va a pasar en unos minutos, el ejecutivo con la obsesión de alcanzar metas y excederlas, la persona activa que se cree en la obligación de siempre llevar la delantera, que, de hecho, hasta se desvive por tomar riesgos que la pongan al mando.”

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