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  • ¿Por qué no puede resolver África su problema alimentario?
  • ¡Despertad! 1987
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¡Despertad! 1987
g87 8/3 págs. 5-8

¿Por qué no puede resolver África su problema alimentario?

“YO SEMBRÉ [...] pero no hubo lluvia”, explicó Idris, un agricultor etíope. Todas sus semillas se pudrieron en la tierra, y él se vio obligado a abandonar su hacienda a cambio de una nueva vida en un campamento de socorro. “Tenía cuatro bueyes para arar —añade—, pero cuando ya no tuve qué comer, vendí dos y maté dos para poder alimentarme. [...] Me he comido mi propio futuro.” (Cita del libro Ethiopia: The Challenge of Hunger.)

Tal como le sucedió a Idris, a muchos agricultores africanos se les dificulta producir suficiente alimento. En un tiempo el continente producía lo suficiente para alimentar a su población, pero ahora depende de grandes importaciones de alimento. ¿Por qué? ¿Qué hace que tantos africanos se acuesten sin haber comido?

La sequía

África es bien conocida por sus traicioneras sequías. Son particularmente vulnerables los países que colindan con el sur del desierto del Sáhara. Desde 1960 ha habido una constante disminución en la cantidad de lluvia que cae en esta región, y se ha producido lo que la revista Ceres llama una “prolongada sequía saheliana”. No obstante, muchos agricultores se las arreglan para sobrevivir.

En la cosecha de 1983-1984, cinco países sahelianos establecieron marcas en la producción de algodón a pesar de ser azotados por la sequía. Puede que la ropa que usted lleva puesta ahora esté hecha de ese algodón. Aunque por la exportación de algodón se devengan valiosas divisas, hay un precio que pagar. En 1984 los países del Sahel tuvieron que importar 1.770.000 toneladas de cereales, la cantidad más elevada hasta entonces. “El hecho de que se pueda cultivar algodón, pero no cereales, tiene que ver más con las normas del gobierno y de los organismos de asistencia que con la cantidad de lluvia que cae”, declara Lloyd Timberlake en su libro Africa in Crisis.

Además de algodón, África exporta té, café, azúcar, cacao, cacahuetes, flores frescas, carne, aceite de palma, madera y muchos otros productos agrícolas. “África —declara la revista estadounidense The Nation— es una fuente rica y constante de productos agrícolas de consumo diario en las naciones adelantadas.” Durante el hambre reciente, ciudadanos británicos se llevaron una sorpresa al enterarse de que consumían frutas y vegetales procedentes de Etiopía. Parece, pues, que la sequía no es la única razón de que África no pueda resolver su problema alimentario.

El crecimiento de la población

Algunos africanos rehúsan poner límites al tamaño de su familia. Para ellos el tener muchos hijos es símbolo de prestigio. Por eso no sorprende que África tenga el índice de crecimiento demográfico más elevado del mundo. No se puede negar que esto agrava el problema del hambre. Algunos calculan que la población actual es de 553.000.000 de habitantes. Para el año 2000, según las tendencias actuales, ¡pudiera haber otros 324.000.000 de personas que alimentar!

¿Quiere decir esto que África es un lugar demasiado pequeño para producir suficiente alimento? No. Hay mucho terreno útil que no se cultiva. La India tiene una población que es hasta mayor viviendo en una fracción de la cantidad de terreno disponible en África, pero produce enormes excedentes de cereales. “En China —añade el periódico sudafricano The Star— hay 1.000 millones de personas; sin embargo, año tras año se produce un excedente de alimento. [...] Lo que nos parece es que África se muere de hambre debido a mal asesoramiento.”

¿Mal asesoramiento?

El asesoramiento no escasea en África. “Si los hambrientos pudieran comer palabras —se dijo en un comentario de la cadena de televisión BBC—, África se recuperaría.” Hay unos 80.000 extranjeros que rinden este servicio. “El asesorar a África —declara Timberlake— se ha convertido en una importante industria, en la que compañías asesoras europeas y norteamericanas cobran hasta $180.000 (E.U.A.) por un año del tiempo de un experto.”

Estos expertos promueven costosos métodos de cultivo que requieren semillas de elevada productividad, sustancias químicas y equipo pesado. Esto ha sido buen negocio para los abastecedores extranjeros, pero ha aportado pocos beneficios a la gente pobre de las zonas rurales de África. Primero se ha dado atención a las haciendas donde se cultivan productos lucrativos de exportación, y después a las que producen alimento que se vende en las más acaudaladas ciudades africanas. Muchos de estos proyectos han resultado ineficaces, y algunos han fracasado. El clima de África, explica la revista Newsweek, “es por lo general demasiado riguroso para las semillas de elevada productividad que tan buenos resultados han tenido en Asia”. Además, el terreno africano es frágil, y los nuevos métodos de cultivo a veces dañan las cosechas.

¿Asistencia para el desarrollo?

Gobiernos extranjeros y organismos de asistencia promueven otros programas costosos. Estos también resultan en “beneficios para sus propias compañías, asesores y economías”, declara People, una publicación en pro del desarrollo. Los programas son atractivos porque hacen que los países africanos parezcan modernos, y porque están respaldados por grandes empréstitos. Esto ayuda a algunos gobiernos africanos a satisfacer a gente rica de las ciudades cuyo apoyo necesitan para mantenerse en el poder. Por eso se ven hoteles impresionantes, universidades, aeropuertos, autopistas, automóviles y lujos en las ciudades africanas, mientras se descuida el interior del país. Los campesinos rurales de África tienen un nombre para sus vecinos urbanos ricos. En swahíli los llaman wabenzi, que significa “la tribu de los Mercedes-Benz”.

Muchos ponen en tela de juicio los motivos humanitarios tras la ayuda que se suple para el desarrollo. Los autores del libro Famine: A Man-Made Disaster? (El hambre: ¿Desastre de hechura humana?) declaran: “La asistencia está lejos de ser caridad, pues los países que la suplen obtienen una ganga. [...] La influencia y las oportunidades económicas que tanto Oriente como Occidente obtienen a cambio de la asistencia que prestan les sale barata”. La asistencia dada para el desarrollo ha contribuido a que la deuda africana ascienda a la asombrosa cifra de $175.000.000.000 (E.U.A.).

“Dos decenios de ‘desarrollo’ llevaron a África al precipicio en 1984”, declara Peter Gill en su libro A Year in the Death of Africa (Un año en la muerte de África). La asistencia dada para el desarrollo, según Gill, ha sido “ficticia”. Los que realmente la necesitan, los labradores africanos, han recibido poco de ella. “Sin embargo —explica la revista The Ecologist—, los labradores componen de 75 a 80% de la población de la mayoría de los países africanos”, y son “el elemento principal de la producción de alimentos de África”.

¿Asistencia alimentaria?

Los excedentes de alimento se han convertido en una carga pesada para las naciones acaudaladas. El almacenarlos cuesta mucho. En el artículo “Un mundo inundado de cereales”, la revista estadounidense Foreign Affairs se lamentó así: “Este es un año raro y de dolor cuando hablamos de los cereales. Nuestros televisores nos muestran imágenes de niñitos que mueren de hambre en África, pero los almacenes de cereales del mundo contienen más de 190.000.000 de toneladas... un excedente sin paralelo hasta ahora”.

El excedente de cereales dado a poco costo no siempre beneficia a los africanos hambrientos. A veces va a parar a las manos de comerciantes avaros, o los gobiernos que lo reciben lo venden con fines de lucro para equilibrar su presupuesto. El inundar a África con el excedente de cereales también ha debilitado la situación de los agricultores rurales. “¿Qué competencia puede presentarle el agricultor local al alimento extranjero gratuito?”, preguntan los autores del libro Famine: A Man-Made Disaster?

Los alimentos de cultivo tradicional en África, como el mijo y el sorgo, van perdiendo rápidamente popularidad. Sin embargo, estos ofrecen mucho mejor resistencia a la sequía que otras clases de cereales. La población urbana le ha cobrado gusto al trigo y al arroz... cereales que son difíciles de cultivar en gran parte de África debido al clima. Algunos asesores fomentan el gusto por alimentos del extranjero y así hacen a África más dependiente de las importaciones.

Se abandona a los labradores

Los agricultores como Idris, el campesino etíope cuyas palabras hemos citado, necesitan semillas y equipo de labranza sencillo. La asistencia alimentaria por sí sola tiene limitado valor. Como dice un proverbio chino: “Dale a un hombre un pescado, y lo alimentas un día. Enséñale a pescar, y lo alimentas por toda la vida”. Por lo general a los campesinos africanos no se les ayuda a ser agricultores de éxito, aunque en algunos países africanos hay excepciones.

Desde la era colonial el mejor suelo africano se ha dedicado a la producción de lucrativas cosechas para exportación. Además, se han creado grandes proyectos agrícolas para producir alimento destinado a las ciudades más acaudaladas. De modo que a menudo se ha sacado de tierra buena a los labradores y se les ha obligado a subsistir en tierra menos productiva. Abandonados a valérselas por sí mismos, los campesinos africanos han desgastado tierra en condición delicada por cultivo y apacentamiento excesivos, y por la tala de demasiados árboles. Grandes extensiones de África se están convirtiendo en desierto.

El control de precios también ha perjudicado a los campesinos. Para agradar a la población urbana, muchos gobiernos africanos mantienen muy bajos los precios de los productos agrícolas. Según la revista científica Nature, esta norma ha “contribuido mucho a la decadencia de la agricultura, al hambre en las mismas poblaciones urbanas y a que África, un continente potencialmente fértil, dependa de importaciones de alimento”.

La guerra

“Medio millón de angoleses han huido de sus haciendas por causa de la guerra civil”, declaró recientemente un periódico africano. Angola, a diferencia de otras partes de África, disfruta de buenas lluvias. Sin embargo, en las fértiles tierras altas decenas de miles de personas dependen de un suministro regular de alimento de emergencia que se les lleva por vía aérea.

No es coincidencia el que los países africanos que más sufren del hambre estén también involucrados en guerra civil. Aunque las lluvias han traído algún alivio a Etiopía, Sudán y Mozambique, la guerra civil en esos países continúa trastornando la producción de alimentos, y millones de personas mueren de inanición.

Hace poco la Comisión Independiente sobre Cuestiones Humanitarias Internacionales, entre cuyos 25 miembros hay representantes de cinco países africanos, hizo esta franca declaración: “Los conflictos armados y la violencia, en ciertos lugares de África, añaden derramamiento de sangre y confusión innecesarios a una situación trágica. [...] Las armas de destrucción reciben prioridad, cuando lo que la gente necesita es azadas y semillas para cultivar alimento, agua limpia para beber y programas sencillos y de bajo costo para la prevención de enfermedades”.

La culpa de esta situación no es solo de África. En el libro A Year in the Death of Africa, Peter Gill hace referencia al papel que desempeñan gobiernos extranjeros en “la militarización de África” y pregunta: “¿De qué naciones son los fabricantes de armas que se benefician de la carrera armamentista africana?”. Naciones de Oriente y de Occidente fomentan las guerras africanas y sacan provecho financiero de ellas.

Se necesita un programa de asistencia sobrehumano

La pregunta: “¿Por qué no puede resolver África su problema alimentario?” es controversial, y la respuesta es compleja. Las autoridades ponen entre las causas la sequía, la explosión demográfica, las normas relacionadas con la asistencia que se le da, la avaricia, el abandono de los campesinos rurales, el desgaste del suelo y la guerra. De estas, solo la sequía puede clasificarse como natural; las restantes son causas de hechura humana.

En realidad, la sequía de África ha servido para subrayar las limitaciones y el egoísmo humanos. Queda claro ante todos que el hombre no puede administrar la Tierra independientemente de su Creador, Jehová Dios. Como dijo un profeta de la antigüedad: “Bien sé yo, oh Jehová, que al hombre terrestre no le pertenece su camino. No pertenece al hombre que está andando siquiera dirigir su paso”. (Jeremías 10:23.)

Este hecho indiscutible está registrado en la Biblia. Esta también predijo las “escaseces de alimento” de la actualidad, acompañadas por la guerra y la mala administración humana de la Tierra. Felizmente, todo esto señala a la proximidad de un programa de asistencia sobrehumano que podrá poner fin al hambre, no solo en África, sino en toda la Tierra. (Lucas 21:10, 11, 28-31; Revelación 6:3-8; 11:18; 21:1-5.)

[Fotografía en la página 7]

Por lo general, a los campesinos africanos no se les ayuda a ser agricultores de éxito

[Reconocimiento]

Fotografía de la FAO

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