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¡Despertad! 1987
g87 8/5 págs. 6-7

Su propia salud

LA MEDICINA intenta curar las enfermedades y muchas veces lo logra. Sin embargo, una vida más saludable hubiera podido impedir el desarrollo de la enfermedad.

El doctor Halfdan Mahler, director general de la OMS, dijo que debemos aceptar nuestra propia responsabilidad tocante a la salud mediante “comer con prudencia, beber con moderación, no fumar en absoluto, conducir con cuidado, hacer suficiente ejercicio, aprender a vivir con el estrés de la vida urbana y ayudarnos unos a otros a lograrlo”.

La Biblia puede ayudarnos mucho en este aspecto con sus sabios consejos y sanas advertencias. Sus principios conducen a una vida más tranquila y, por consiguiente, a una mejor salud en nuestro estresado mundo. Sus enseñanzas son “palabras saludables”, no solo en un sentido espiritual sino también físico. Sus buenos dichos “son vida a los que los hallan y salud a toda su carne”. (2 Timoteo 1:13; Proverbios 4:22.)

Pero eso no es todo. La aplicación de los principios bíblicos puede evitar problemas serios, problemas potencialmente mortales. ¿De qué modo? A continuación se enumeran algunos ejemplos:

El gobierno de EE.UU. considera que el fumar cigarrillos es “sin duda la causa más importante entre las causas de enfermedades y de muerte prematura en los Estados Unidos, que se puede evitar”. El índice de muertes a causa del cáncer es seis veces mayor entre los hombres que fuman que entre los que no lo hacen. La Biblia dice: “Limpiémonos de toda contaminación de la carne y del espíritu”. (2 Corintios 7:1.) Desde hace mucho tiempo los testigos de Jehová han aplicado estas palabras también al hábito de fumar tabaco. De modo que en su caso han reducido considerablemente una causa importante de una de las enfermedades más temibles del mundo.

El abuso de las bebidas alcohólicas y la borrachera no solo provocan cirrosis del hígado sino también peleas, discusiones, violencia y una plaga moderna de accidentes automovilísticos mortales. ¿Puede ayudar la Biblia en este campo?

La Biblia aconseja que seamos moderados con las bebidas alcohólicas, pues dice: “Ni borrachos, ni injuriadores [...] heredarán el reino de Dios. Y, sin embargo, eso era lo que algunos de ustedes eran”. Y también: “El vino es burlador, el licor embriagante es alborotador, y todo el que se descarría por él no es sabio”. (1 Corintios 6:9-11; Proverbios 20:1.) ¿Es sensato ese consejo bíblico?

La toxicomanía se ha convertido en un grave problema de salud entre los jóvenes de hoy. El libro Health Crisis 2000 comenta: “Se gasta una gran cantidad de dinero en hacer leyes contra el tráfico de drogas mientras que solo se emplea una pequeña cantidad en impedir que nuestra vulnerable juventud se convierta en toxicómana”. Los testigos de Jehová consideran que el mismo principio bíblico que aplica al tabaco aplica también a las drogas que afectan la mente. (2 Corintios 7:1.) Los padres son los primeros que ponen el ejemplo en esto, y también lo enseñan a sus hijos, lo cual contribuye mucho a impedir que den siquiera el primer paso hacia la toxicomanía.

Las enfermedades de transmisión sexual, tales como la gonorrea y el SIDA, son una creciente amenaza para las personas que mantienen relaciones sexuales con varias parejas. ¿Qué dice la Biblia sobre esto? Rotundamente condena la inmoralidad sexual. Enseña que hay que estar casado con una sola persona y que hay que ser moralmente fiel a dicha persona toda la vida. Dice: “Que el matrimonio sea honorable entre todos, y el lecho conyugal sea sin contaminación, porque Dios juzgará a los fornicadores y a los adúlteros”. (Hebreos 13:4.) Declara además: “Ahora bien, las obras de la carne son manifiestas, y son: fornicación, inmundicia, conducta relajada, [...] los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios”. (Gálatas 5:19-21; Mateo 5:32.)

Tales sanos consejos bíblicos resultan en una mejor salud aun en el mundo actual cargado de problemas, pero no pueden ofrecer curación permanente. La curación permanente es el tema que se desarrollará en el siguiente artículo.

[Ilustraciones en la página 7]

“Al no prevenir desde el principio las causas de las enfermedades, creyendo que la ciencia, los médicos y los hospitales encontrarían una curación, nosotros mismos nos hemos perjudicado.” (Health Crisis 2000.)

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