El mundo desde 1914
Séptima Parte: 1960-1969 — La década de los sesenta... un período de agitación y protesta
EL AVIÓN se estrelló contra el suelo, llevándose consigo cualquier esperanza de que se calmasen pronto las tensiones de la guerra fría. Se trataba del avión espía norteamericano “U2” que fue abatido el 1 de mayo de 1960 sobre suelo soviético.
El dirigente soviético Nikita Kruschev exigió a los Estados Unidos que se disculpasen y que prometiesen suspender esos vuelos. Descontento con la respuesta del presidente Eisenhower, Kruschev manifestó su protesta rehusando acudir a la cumbre Este-Oeste, que debía inaugurarse en París el 16 de mayo.
No fue un comienzo muy favorable para la década de los sesenta, pero fue representativo de un período que estaría caracterizado por un espíritu de protesta y una incapacidad por parte de las personas para ponerse de acuerdo... prácticamente en ninguna cuestión.
Tres clases de guerra a pesar de la paz
La tensión de la guerra fría todavía era importante, y algunos acontecimientos subsiguientes iban a agravarla. En agosto de 1961 los soviéticos erigieron el muro de Berlín, dividiendo así los sectores occidentales del sector que ellos ocupaban. Un año después intentaron instalar misiles soviéticos en Cuba, lo cual fracasó debido a la “cuarentena” o bloqueo llevado a cabo por la marina de guerra estadounidense. La agitación estudiantil en Checoslovaquia contribuyó a la formación de un nuevo gobierno. Pero los soviéticos intervinieron en 1968 por temor a que las reformas gubernamentales consiguieran que la llamada “primavera de Praga” desembocase en un verano candente.
El mundo, además de experimentar los escalofríos de una guerra fría, también sintió el calor de la clase más “normal” de guerra. Entre 1945 y 1959 habían estallado, como mínimo, 54 conflictos. Ahora, durante la década de los sesenta se iban a añadir a esta cifra otros 52, incluyendo las guerras civiles del Congo y Nigeria, la guerra de los Seis Días del Oriente Medio, y la guerra del Vietnam.a
No obstante, la década de los sesenta vio el comienzo de una tercera clase de guerra. Hasta ese entonces el mundo había estado relativamente en calma a nivel social o civil, pero la juventud de la generación de la posguerra iba creciendo. Disgustada con el mundo que veía, y pensando que no se trataban eficazmente sus problemas, emprendió una guerra propia... una guerra de protesta.
Movimientos estudiantiles
Las marchas con el lema “No a la bomba” recorrieron muchos kilómetros. De hecho, casi cualquier cosa que se consideraba digna de una protesta, justificaba una marcha, una huelga estudiantil, una sentada, o un acto de desobediencia civil. Al parecer, una mayoría de jóvenes apoyaba esta nueva clase de guerra, al menos en principio. Una encuesta que se hizo entre jóvenes alemanes en 1968 mostró que el 67% estaba a favor de esa clase de guerra. Por ello, la revista alemana Der Spiegel hizo el siguiente comentario: “Cuando se trata de una marcha, la mayor parte de los jóvenes están dispuestos a prestar no solamente su corazón, sino también sus pies y, si es necesario, sus puños”.
Esto quedó demostrado en más de veinte ciudades alemanas durante el fin de semana de la pascua de 1968, cuando miles de jóvenes se lanzaron a las calles en señal de protesta. Murieron dos personas, y centenares resultaron heridas. Lo que sucedió entonces fue una consecuencia de las protestas del año anterior que iban dirigidas contra el Sha de Irán y su régimen. En esa ocasión, el 2 de junio, los enfrentamientos en Berlín entre los manifestantes y la policía resultaron en un muerto y muchos heridos.
No sin buena razón, el autor William Burroughs dijo en el año 1968: “La rebelión juvenil es un fenómeno mundial que no se ha conocido antes en la historia”. En ese año, las agitaciones estudiantiles desembocaron en una huelga general en Francia que casi logra derrocar el gobierno de De Gaulle. A comienzos de aquella década la protesta estudiantil había conseguido derrocar a un gobierno, el de Corea del Sur, aunque a costa de más de doscientas vidas. Y con respecto a la protesta estudiantil en Japón, el libro 1968 Weltpanorama dice: “Japón difiere muy poco de América y Europa. A lo sumo, los estudiantes japoneses solo son algo más imaginativos que sus condiscípulos de Berkeley, París o Frankfurt”.
“Haz el amor, no la guerra”
Mucha de esta protesta iba dirigida en contra de la guerra, de la guerra en general, y en particular, en contra de la guerra del Vietnam. En 1946 había estallado una guerra por la independencia contra el poder colonial francés en Indochina, del cual formaba parte Vietnam. Ocho años después, un acuerdo de alto el fuego dejó al país dividido temporalmente en dos zonas, hasta que pudiesen convocarse elecciones para su reunificación. Una de las zonas quedó bajo control comunista. Tal como sucedió en Alemania y en Corea, las superpotencias se hallaron implicadas en una guerra fría motivada por una frontera establecida por conveniencia política.b
Las tensiones de la guerra fría finalmente desembocaron en una guerra abierta en Vietnam. Al principio, los Estados Unidos le proporcionaron al sur ayuda militar solamente. Pero durante la década de los sesenta comenzaron a enviar soldados, cuyo número se elevó a más de medio millón antes de concluir la década. La guerra llegó a ser como una úlcera supurante que no se curaba. Charles R. Morris, en un libro titulado A Time of Passion—America 1960-1980, dice: “En mayo [1965], un seminario al cual asistieron 12.000 estudiantes [de los Estados Unidos], se convirtió en una reunión contra la guerra, y estableció el modelo para las manifestaciones masivas contra la guerra, llevadas a cabo en los recintos universitarios, que distinguieron al resto de la década”. Miles de jóvenes quemaron sus cartillas militares a fin de dejar clara su postura. Charles R. Morris cuenta como algunos incluso fueron más lejos, y menciona el caso de dos hombres que “se quemaron vivos en público para protestar contra la guerra”.
“Tengo un sueño”
Quizá los estudiantes llevasen la iniciativa en la guerra de protesta, pero no eran los únicos. Por ejemplo, el movimiento en pro de los derechos civiles de Estados Unidos tenía el apoyo de negros y blancos de todas las edades, dirigidos por el predicador bautista del sur, Martin Luther King, Jr. En 1963 más de doscientas mil personas efectuaron una marcha sobre Washington, donde King los inspiró con su discurso: “Tengo un sueño”.
Se obtuvieron algunos resultados positivos cuando el Congreso de los Estados Unidos respondió con lo que se ha llamado “la mayor profusión de legislación en materia de derechos humanos de este siglo”. La labor de King también recibió reconocimiento y en 1964 se le concedió el premio Nobel de la paz.
Cada uno hace lo que le parece
Los jóvenes también mostraban su repulsa por el sistema rechazando los estilos convencionales de vestir y arreglarse. The New Encyclopædia Britannica explica: “La revolución en el vestir que comenzó en la londinense Carnaby Street, en 1957, condujo a las modas permisivas, orientadas a la juventud, y anticonvencionales de la década de los sesenta”. Fue la época de la minifalda y de los minishorts para muchas mujeres; de la barba y cabello largo para los hombres; de la moda unisex y, en general, de la apariencia desaliñada que más tarde llegó a denominarse estilo hippie.
Parte de la música de la época promovió también el espíritu de protesta por medio de estimular el uso de las drogas, y por tolerar la permisividad sexual y la homosexualidad. Las estrellas del rock y los cantantes pop se convirtieron en ídolos, dictando tanto las modas como el comportamiento. Llegó a popularizarse la vida en comunas. Este y otros estilos de vida que anteriormente se consideraban inaceptables, ahora se contemplaban como alternativas aceptables. De todo esto iba a recogerse un fruto amargo en las décadas de los setenta y los ochenta.
El aggiornamento y la “gente de Jesús”
Un diccionario define aggiornamento como “la política de actualizar o modernizar las doctrinas e instituciones católicas romanas, adoptada como una de las metas del Concilio Vaticano II, 1962-1965”. El Papa Juan XXIII emprendió esta política en parte para responder a las acusaciones de que la Iglesia estaba pasada de moda, y en parte para neutralizar la tendencia creciente de protestar abiertamente contra las enseñanzas y prácticas de la Iglesia. Entre ellos hasta estaban incluidos algunos conocidos clérigos católicos. Por ejemplo, el teólogo alemán Hans Küng fue llamado a Roma para aclarar sus puntos de vista no ortodoxos, pero rehusó presentarse.
El espíritu de protesta religiosa no estaba limitado a los intentos de modernizar las religiones convencionales. Muchos jóvenes europeos y americanos despreciaron esas religiones y se interesaron en sectas nuevas o filosofías asiáticas. Hubo grupos tales como la Misión de la Luz Divina, el Hare Krishna y los Niños de Dios que tuvieron su comienzo durante la década de los sesenta y fueron ganando popularidad.
De la protesta a la violencia y al terrorismo
El espíritu de protesta evidenció un derrumbe mundial en el respeto a la autoridad, tanto de los padres como de los educadores, de los gobiernos y de las religiones. Dicho espíritu ha conducido frecuentemente a la violencia, la cual no ha desaparecido desde 1914, ni en el campo de batalla ni fuera de él.
Repasemos algunos de los acontecimientos que caracterizaron la violenta década de los sesenta: Patrice Lumumba, el símbolo congoleño del nacionalismo africano, y Hendrik F. Verwoerd, primer ministro de África del Sur, ambos fueron brutalmente asesinados; el presidente Ngo Dinh Diem, de la República de Vietnam, fue asesinado durante un golpe de estado; en Estados Unidos balas asesinas segaron la vida de tres dirigentes en menos de cinco años: el presidente John F. Kennedy, el dirigente en favor de los derechos civiles Martin Luther King, Jr. y el senador Robert F. Kennedy.
Este desafío a la autoridad, que no vaciló en emplear la violencia para conseguir los fines de su protesta, fue una de las bases del terrorismo. De hecho, el autor y analista político Claire Sterling afirma que el terrorismo moderno comenzó en 1968, “evidentemente, el año en que una generación que nació después de la última guerra mundial le declaró su propia guerra a la sociedad”.
Se recurre a los cielos por ayuda
¿Podría la conquista de los cielos ayudar a resolver los problemas de la Tierra? Parece ser que eso es lo que pensaban algunas personas. La exploración del espacio continuó sin cesar, y se convirtió en parte de la guerra fría, cambiando constantemente la supremacía en dicha carrera de Oriente a Occidente. Desde el año 1961, año en que la Unión Soviética colocó al primer hombre en órbita alrededor de la Tierra, hasta el año 1969, en que los Estados Unidos pusieron el primer hombre en la Luna, la sucesión de hazañas espaciales impresionó al mundo.
A medida que concluía la década, el Collier’s 1970 Year Book hizo el siguiente comentario: “Parece muy apropiado que 1969, el año en que el hombre ha caminado por primera vez sobre la Luna, sea también el año en que la astrología experimente el mayor auge [...] que jamás haya conocido este planeta. La Era de Acuario [...] [cuando] reinará la hermandad sobre la Tierra, puede estar o no sobre nosotros”.c
Parece ser que más y más personas estaban recurriendo a los cielos por ayuda. Y en la medida en que los satélites que se colocaron en órbita alrededor de la Tierra hicieron posible la comunicación casi instantánea entre los continentes, en esta medida los cielos físicos acortaron las distancias entre las naciones. Pero no acortaron las distancias en lo que respecta a solucionar los problemas mundiales. Las naciones estaban tan distanciadas como siempre, aún ‘no estaban dispuestas a ningún acuerdo’. (Véase 2 Timoteo 3:1-3.)
¿Por qué? Porque por su misma naturaleza, el espíritu de protesta —el espíritu de la década de los sesenta— no puede unir. Al contrario, divide. Para solucionar los problemas mundiales, los hombres deben estar unidos. Para conseguir esta unidad, deben buscar ayuda, pero no procedente de los cielos físicos o astrológicos, sino de los cielos del gobierno de Dios.
Los testigos de Jehová —que para 1969 habían aumentado en un 48% sobre su máximo de 1960— estaban haciendo precisamente eso. ¡Cuán agradecidos estaban de que una oportuna explicación de Romanos capítulo 13, que trataba sobre la sujeción cristiana, les hubiese permitido evitar el espíritu de agitación y protesta que caracterizó la década de los sesenta! (Véase La Atalaya del 1 de mayo, 15 de mayo y 1 de junio de 1963.)
A medida que concluía la década de los sesenta los testigos de Jehová se mantenían ocupados hablando, no acerca de una Era de Acuario, sino acerca de la era bajo el Reino de Dios cuando “la hermandad reinará sobre la tierra”. ¿Vivirían ellos para experimentarlo personalmente? ¿Viviría usted? No deje de leer el artículo de conclusión de la serie “El mundo desde 1914” en nuestro próximo número: “¡Que su esperanza se haga más firme a medida que el mundo se desintegra!”.
[Notas a pie de página]
a Según informes de las Naciones Unidas, entre 1945 y 1985 se han producido 160 guerras.
b En el capítulo 11 de Daniel, la Biblia designa simbólicamente al bloque comunista de naciones como “el rey del norte”, y al bloque contrario como el “rey del sur”. Véase el libro “Hágase tu voluntad en la Tierra”, publicado en 1958 por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc., páginas 264-307.
c La Era de Acuario se define como “una época del mundo que, según la describen los astrólogos, marca el advenimiento de la libertad en todos los aspectos de la vida, el reinado de la hermandad sobre la Tierra y la conquista del espacio exterior”.
[Fotografía en la página 23]
Movimiento hippie de la década de los sesenta
[Reconocimiento]
UPI/Bettmann Newsphotos
[Fotografía en la página 24]
Concentración contra la guerra en Nueva York
[Reconocimiento]
UPI/Bettmann Newsphotos
[Recuadro en la página 25]
Otros temas que fueron noticia
1960: Graves terremotos sacuden Marruecos y Chile
Adolf Eichmann es capturado en Argentina y devuelto a Israel, donde posteriormente
es hallado culpable de crímenes de guerra durante la segunda guerra mundial y es
ejecutado
1961: El secretario general de las Naciones Unidas, Dag Hammarskjöld, muere en un
accidente aéreo en África
1962: Puesta en órbita del primer satélite Telstar para comunicaciones
1963: Un ciclón e inundaciones se cobran 30.000 vidas en el Pakistán Oriental
1964: Se celebra la XVIII olimpiada en Tokio (Japón). Los principales ganadores fueron
la Unión Soviética (96 medallas) y los Estados Unidos (90 medallas)
1965: El Papa Pablo VI clausura el Concilio Vaticano II e insta a la paz en un discurso
dirigido a la Asamblea General de las Naciones Unidas
1966: Comienza en China la revolución cultural
1967: El doctor Christiaan Barnard de África del Sur realiza el primer trasplante de
corazón con éxito
1968: Comienza un juicio contra la talidomida después de que ese medicamento hizo que
muchos niños naciesen deformes
1969: Estalla la llamada guerra del fútbol entre El Salvador y Honduras después de
un partido de fútbol; mueren más de mil personas
Disturbios sangrientos en Belfast, Irlanda, entre católicos y protestantes