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  • 1987... el “Año de las Personas Sin Hogar”

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¡Despertad! 1987
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1987... el “Año de las personas sin hogar”

AL CAER la noche, en Bombay, São Paulo, Ciudad de México, Nueva York y muchas otras ciudades, miles de personas se acuestan en conductos vacíos, bajo los puentes y en las aceras. Se acurrucan debajo de cajas de cartón, se tumban encima de periódicos arrugados o simplemente dormitan sobre el cemento raso. Para los cien millones de personas sin hogar que hay en el mundo, ese es su ‘hogar’.

Sin embargo, hay otros millones de seres humanos que son ‘personas sin hogar’ en otro sentido. Viven como ocupantes ilegales de chabolas en míseras barriadas de repugnante aspecto, suburbios donde las cenagosas calles hacen las veces de cuarto de baño y donde los buitres, siempre presentes, son los que se encargan de las basuras. Sus improvisados “hogares” son barracas que no aíslan del agua, hechas de saco de yute, cañizo, bidones de petróleo aplanados a martillazos, barro y piedras. Más de la mitad de las personas que habitan en las ciudades del Tercer Mundo viven en esas condiciones abominables.

A fin de enfocar la atención mundial en la penosa situación que atraviesan las personas sin hogar en las zonas urbanas y con la meta de mejorar las condiciones en que viven, la Organización de las Naciones Unidas ha declarado el año 1987 como el “Año Internacional de las Personas Sin Hogar”.

“En todo el mundo, tenemos que darnos cuenta de que ya no podemos evadir este problema por más tiempo”, dice Max van der Stoel, presidente del Comité Nacional Holandés del Año de las Personas Sin Hogar. “Es uno de los problemas más graves que experimenta el mundo.” Y cada vez es mayor. Según el NieuwsBrief Voor het International Jaar van de Daklozen se calcula que dentro de unos diez años, mil millones más de personas van a construir sus chozas en los ya desbordantes suburbios urbanos, lo que ¡duplicará la población de muchas de las ciudades del Tercer Mundo!

¿Qué se puede hacer para aliviar esta situación? La eliminación de las míseras barriadas solo aumentaría la cantidad de personas sin hogar. Por consiguiente, en lugar de esto, la ONU opta por que se mejoren las condiciones existentes en los suburbios suministrando a esas zonas instalaciones sanitarias y otras provisiones básicas. En lugar de entrar con excavadoras y dejar un rastro de chozas demolidas y personas desesperadas, los gobiernos deberían legalizar la ocupación del terreno, tal vez con acuerdos de arrendamiento, dando así mayor seguridad a sus habitantes. La ONU también recomienda que se aumenten drásticamente los fondos para el desarrollo urbano, ya que, según lo expresó el mencionado boletín, “la vivienda, además del alimento y la ropa, forma parte de las necesidades humanas más básicas”.

El “sustento y con qué cubrirnos” son verdaderamente necesidades básicas. (1 Timoteo 6:8.) Y Dios nos anima a efectuar actos de bondad humana para aliviar a los que están en necesidad, especialmente a nuestros compañeros de creencia. (1 Juan 3:17; Gálatas 6:10.) No obstante, la Palabra de Dios nos ayuda a ver los problemas de la humanidad de manera realista. El rey Salomón hizo la siguiente observación: “Lo que se hace torcido no se puede enderezar”. (Eclesiastés 1:15.) En consecuencia, proyectos como el del Año Internacional de las Personas Sin Hogar, aunque indudablemente son bien intencionados, no pueden resolver completamente los problemas del hombre.

¿Significa esto que no hay ninguna esperanza para las personas sin hogar? ¡Al contrario! Durante el siglo sexto antes de la era común, Jehová Dios predijo que en Judá —una tierra que primero llegaría a ser “un yermo desolado, sin habitante” por setenta años— se llevaría a cabo un “proyecto de construcción de viviendas”. (Jeremías 9:11; 29:4, 5, 10; 32:43.) De igual manera, las personas sin hogar de la actualidad pueden estar seguras de que Jehová rehabilitará a la humanidad a escala mundial. (Isaías 65:21.) ¡Cuán alentador es saber que este Año de las Personas Sin Hogar pronto será seguido por un milenio que traerá verdadera paz, seguridad y suficientes viviendas! (Revelación 20:4; 21:3, 4.)

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