Esperanza para los muertos, consuelo para los dolientes
JESS Romero, mencionado en el primer artículo de esta revista, con el tiempo volvió a casarse. La herida de Agustín y Valentina Caraballoso, causada por la reciente muerte de Jonathan, todavía no ha cicatrizado, pero ya se sienten más sosegados. A Ramón y María Serrano, de España, todavía les saltan las lágrimas veinticuatro años después de la muerte de Paquito. Pero en todos estos casos, ¿qué fue lo que les ayudó a seguir adelante? Su respuesta es: “¡La esperanza de la resurrección!”.
No obstante, ¿a qué nos referimos exactamente con la palabra “resurrección”? ¿Quiénes serán resucitados? ¿Cuándo? Y ¿cómo podemos estar seguros de ello?
Una esperanza para los muertos, como Jesús enseñó
Durante su ministerio en la Tierra, Jesús resucitó a varias personas. (Marcos 5:35-42.) Esas resurrecciones fueron una muestra de la gran resurrección que tendrá lugar cuando la Tierra vuelva a estar totalmente bajo la gobernación de Dios, tal como piden en oración millones de personas al decir: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mateo 6:9, 10.)
Un ejemplo del poder de Dios en este asunto puede verse en el relato de la ocasión en que Jesús resucitó a su amigo Lázaro; al mismo tiempo, dicho relato ayuda a entender la condición de los muertos. Jesús dijo a sus discípulos: “Nuestro amigo Lázaro está descansando, pero yo me voy allá para despertarlo del sueño”. No entendiendo el significado de estas palabras, los discípulos dijeron: “Señor, si está descansando, recobrará la salud”. Ellos creían que Jesús se refería a que Lázaro simplemente estaba dormido, cuando, en realidad, estaba muerto. De modo que, para que no hubiese duda, Jesús dijo: “Lázaro ha muerto”.
Fíjese que Jesús no dijo que hubiese un alma inmortal que fuese a algún otro lugar. No estaba influido por la filosofía griega, sino por la clara enseñanza bíblica registrada en las Escrituras Hebreas. Lázaro estaba dormido en la muerte y, cuando Jesús llegó, hacía ya cuatro días que yacía en la tumba conmemorativa. Por lo tanto, ¿qué esperanza había para él?
Cuando Jesús le habló a Marta, la hermana de Lázaro, le dijo: “Tu hermano se levantará”. ¿Cómo respondió ella? ¿Acaso dijo que su alma ya estaba en el cielo o en algún otro lugar? Su respuesta fue: “Yo sé que se levantará en la resurrección en el último día”. Ella también creía en la enseñanza bíblica de una resurrección para vivir en la Tierra. Jesús le dio aún más razón para tener fe cuando le dijo: “Yo soy la resurrección y la vida. El que ejerce fe en mí, aunque muera, llegará a vivir”. Entonces, para demostrar que lo que había dicho era cierto, se dirigió a la tumba de Lázaro y clamó con voz fuerte: “¡Lázaro, sal!”. Y ¿qué sucedió?
El registro histórico dice: “El hombre que había estado muerto salió con los pies y las manos atados con envolturas, y su semblante estaba envuelto en un paño. Jesús les dijo: ‘Desátenlo y déjenlo ir’”. (Juan 11:1-44.)
Ahí radica la esperanza que ha ayudado a muchas de las personas dolientes entrevistadas por ¡Despertad! Esa misma esperanza les da fuerzas para esperar con anhelo el futuro cercano cuando la Tierra será convertida en un paraíso y cuando verán cumplidas las esperanzadoras palabras que Jesús pronunció: “No se maravillen de esto, porque viene la hora en que todos los que están en las tumbas conmemorativas oirán su voz y saldrán, los que hicieron cosas buenas a una resurrección de vida, los que practicaron cosas viles a una resurrección de juicio”. (Juan 5:28, 29.)
“Mi texto bíblico favorito es...”
¡Despertad! ha entrevistado a padres y a hermanos de fallecidos.a Varias veces, al explicar cómo se enfrentaron a su pesar, han dicho: “Permítame que le diga mi texto bíblico favorito”. Si usted está atravesando momentos de desconsuelo, es posible que también le ayuden estos textos.
Yunhee, una joven de catorce años de Seúl (República de Corea), murió de leucemia en 1985. Chun Kwang-kook, su padre, explicó a ¡Despertad! cómo consoló a Yunhee durante las últimas semanas de su vida: “Le hablé de Lázaro. Jesús dijo que Lázaro estaba durmiendo, y, al igual que en su caso, cuando Jesús la llame y diga: ‘¡Yunhee! ¡Despierta!’, ella también se levantará del sueño”.
Janet Hercock, de Inglaterra, tenía trece años cuando murió de cáncer en 1966. Dejó a sus padres y a dos hermanos: David y Timothy. David dijo a ¡Despertad! cuál era el texto que más le había ayudado: “Fue Hechos 17:31, que declara: ‘Porque [Dios] ha fijado un día en que se propone juzgar la tierra habitada con justicia por un varón a quien ha nombrado, y ha proporcionado a todos los hombres una garantía con haberlo resucitado de entre los muertos’. En el funeral, el orador hizo hincapié en que la resurrección de Jesús es nuestra garantía de que habrá una resurrección en el futuro. Eso me ha fortalecido mucho”.
En diciembre de 1975, George, un joven de tan solo catorce años, tomó el rifle de su padre y disparó contra sí mismo. ¿Cómo reaccionó Russell, el padre del muchacho, ante el suicidio de su hijo?b
“Ciertos textos llegaron a ser como un ancla para mí. Por ejemplo, las palabras de Proverbios 3:5: ‘Confía en Jehová con todo tu corazón, y no te apoyes en tu propio entendimiento’. Hasta cierto grado, mientras intentaba resignarme a lo que había sucedido, estaba apoyándome en mi propio entendimiento.”
La familia Morgan, de Inglaterra, estaba en Suecia cuando su hijo Darrall enfermó de repente. Tuvieron que someterle a una operación quirúrgica de urgencia en Estocolmo. Después, le trasladaron en avión a Inglaterra, donde murió poco antes de cumplir veinticuatro años. Nell, su madre, dice: “Un texto en el que siempre pienso es Mateo 22:32, donde Jesús citó las palabras de Dios: ‘Yo soy el Dios de Abrahán y el Dios de Isaac y el Dios de Jacob’. Y siguió diciendo: ‘Él es el Dios, no de los muertos, sino de los vivos’. Sé que esas palabras significan que Darrall está en la memoria de Dios y que volverá en la resurrección”.
La esperanza para los muertos... pronto será una realidad
La profecía bíblica indica que estamos cerca del tiempo en que Dios actuará para restaurar a la humanidad obediente a una condición de paz y de vida eterna. Dios promete: “Cambiaré su duelo en alborozo, y de veras los consolaré y los regocijaré, librados de su desconsuelo”. “‘Detén tu voz del llanto, y tus ojos de lágrimas, porque existe un galardón para tu actividad —es la expresión de Jehová—, y ellos ciertamente volverán de la tierra del enemigo [la muerte]’.” (Jeremías 31:13-17.)
En aquel tiempo, Jehová irá devolviendo progresivamente la vida por medio de una resurrección de los que han muerto a lo largo de la historia de la humanidad. Bajo el gobierno celestial del nuevo sistema de Dios, esas personas tendrán la oportunidad de escoger la vida eterna por medio de obedecer entonces los mandatos de Dios para la vida. Por consiguiente, si nos dirigimos a la Biblia, encontraremos que existe una verdadera esperanza para los muertos y también consuelo para los vivos. (Hechos 24:15; Revelación 20:12-14; 21:1-4.)
[Notas a pie de página]
a En un número futuro de ¡Despertad! se considerará la reacción ante la pérdida de un hermano.
b En un número futuro de ¡Despertad! se tratará el asunto del suicidio y del desconsuelo de los padres en esos casos.
[Fotografías en la página 15]
La Biblia promete que los muertos, como María y David, serán resucitados
[Recuadro en la página 14]
Diane Krych, la mujer que relata la muerte de su hijo David en el segundo artículo de esta revista, pasó por una etapa de profundo pesar y rechazo de la realidad. Prueba de ello son las cartas que le escribió y que guardó durante trece años. Dejó de escribirlas cuando se encaró a la realidad de la muerte de su propio padre, a quien había estado atendiendo. (¡Despertad! no recomienda que se escriban cartas para hallar alivio. Sin embargo, reproducimos la primera para ilustrar cómo le sirvió de ancla la esperanza de la resurrección y cómo esta la ha sostenido desde entonces.)
Queridísimo David:
Llevas ya cuarenta y seis días durmiendo. Parece que hayan transcurrido años desde que te vi y te tuve en mis brazos por última vez. Pero los días que estarás dormido están limitados. Quisiera saber cuántos serán, porque cada día iría tachando uno. Para nosotros es una espera larga, dura y solitaria, pero para ti parecerá como si solo hubiesen pasado unos minutos. Agradezco que así sea. Esperamos con anhelo el día en que Jehová te despierte del sueño en el nuevo sistema. Celebraremos la mayor fiesta que jamás has visto. Durará tres días por lo menos. Invitaremos a todos aquellos que conocemos. Será tu fiesta. Lo único que espero es que no tengamos que aguardar mucho para celebrarla. David, se me hace interminable la espera hasta que pueda tenerte entre mis brazos. Todos te echamos muchísimo de menos. Sin ti, la casa está vacía. Nada volverá a ser igual hasta que, de nuevo, estés en casa con nosotros.
Así que, mi querido hijo, trataremos de ser pacientes y de esperar en Jehová hasta tu regreso, y, entretanto, te escribiremos notitas para ponerte al corriente de lo que sucede mientras estás dormido.
Con todo mi cariño,
Mamá