De nuestros lectores
Las fobias
Quiero agradecerles el tema “Las fobias. Esos misteriosos temores” (8 de febrero de 1987). Siempre me ha dado vergüenza hablar de ello con otras personas, pero de niño, nunca había tenido miedo a la oscuridad, hasta que escuché un programa radiofónico acerca de lo sobrenatural. A partir de entonces, me produce tanto miedo la oscuridad, que no voy de una habitación a otra si tengo que pasar por una que no tenga la luz encendida. Sus artículos me han ayudado a entender lo que me pasa y me han demostrado que no se trata necesariamente de cobardía.
H. M., Brasil
¿Dar a luz o... abortar?
A su amplia consideración sobre el aborto le faltó un detalle: el efecto de un embarazo en la salud y la vida de la madre (8 de abril de 1987). Un aborto provocado simplemente para evitar el nacimiento de una criatura no deseada equivale a quitar intencionadamente una vida humana. Pero, ¿qué opinan de provocar un aborto cuando está en juego la vida o la salud de la madre?
A. A., Nigeria
No hay justificación para quitarle la vida a una criatura no nacida simplemente porque exista la posibilidad —o hasta la probabilidad— de que peligre la salud de la madre si no se interrumpe el embarazo. Un peligro potencial no justifica una acción tan drástica. Ha habido muchos casos en que los médicos han advertido a la madre que llevar a término el embarazo pondría en peligro su salud, pero el niño ha nacido sano y la salud de la madre no ha sufrido ningún serio perjuicio. Además, ¿qué hay del posible daño físico y emocional que puede sobrevenirle a la madre al someterse a un aborto? Es posible que al momento de dar a luz existan situaciones en las que se tenga que escoger entre la vida de la madre o la del niño. Las personas implicadas son las que deberían decidir en un caso así. No obstante, en muchos países, los adelantos en el campo de la medicina han reducido al mínimo estas situaciones.—La dirección.
La religión se mezcla en la política
Les escribo sobre el tema de su revista “¿Quiere Dios que la religión se mezcle en la política?” (22 de abril de 1987). Personalmente, no tengo nada en contra de que ataquen el nacionalismo, pero al ser de ascendencia alemana, sí desapruebo que constantemente mencionen a Alemania y al tercer Reich como la esencia del mal. Afirman que no está bien que la religión se mezcle en la política y, sin embargo, ¿qué están haciendo ustedes? No tratan de promover el amor como deberían hacer los cristianos; ustedes reavivan el odio.
E. M., Canadá
En nuestra revista no criticamos al pueblo alemán ni fomentamos antiguos odios. No obstante, el nazismo perpetró algunos de los crímenes más horrendos de la historia humana. La generación actual no debería ignorar u olvidar ese hecho histórico. Además, ese es un ejemplo notable de cuán impropio es que la religión se mezcle en la política. El nazismo no hubiese podido alcanzar su poder sin el apoyo, directo o tácito, de las iglesias luterana y católica. Este fue tan solo uno de los varios ejemplos que ilustran los malos resultados que produce el que la religión se mezcle en la política, como se consideró en nuestra revista del 22 de abril.—La dirección.