Por qué las jirafas no tienen problemas de tensión
LA SEÑORA Jirafa es el animal más alto de la Tierra, y cuenta con un sistema circulatorio verdaderamente admirable. ¿Por qué? Porque su corazón es capaz de bombear la sangre hasta la cabeza, y en vista de lo largo de su cuello, eso requiere una gran presión. Sin embargo, cuando la jirafa baja la cabeza, los vasos sanguíneos del cerebro y los ojos no se revientan. “¿A qué se debe que la alta presión no reviente esos vasos tan delicados o, al menos, provoque algún derrame?”, preguntó una revista científica.
La respuesta parece estar relacionada, por lo menos en parte, con un asombroso retículo de vasos sanguíneos muy finos que apropiadamente recibe el nombre de “retículo admirable”. La sangre de las arterias del cuello pasa por este “retículo admirable” antes de llegar al cerebro, protegiéndolo así de cualquier subida repentina de sangre.
Lo que estas graciosas criaturas hacen cuando se agachan para beber es un espectáculo digno de contemplar. Para que la cabeza llegue al agua, la jirafa tiene que doblar las rodillas o abrir las patas delanteras. Si estando en esta difícil posición presiente algún peligro, puede erguirse en seguida y levantar la cabeza. Esta acción debería provocarle mareos debido a la repentina bajada de la presión sanguínea. Sin embargo, en menos de dos segundos la señora Jirafa puede huir al galope. Un artículo publicado en la revista South African Journal of Science atribuyó esto al “fenómeno de la regulación de la corriente sanguínea que tiene lugar en la cabeza de la jirafa”, y dijo que todavía se necesitaba investigar más para entenderlo.
Otro fenómeno que ha dejado perplejos a los científicos tiene que ver con las patas de la jirafa. “Se esperaría que el efecto de la gravedad —comenta Scientific American— hiciera subir tanto la presión de la sangre, que provocara derrames en los capilares.” Pero no hay ninguna evidencia de que eso suceda. Las jirafas no padecen de venas varicosas ni de edemas (hinchazón de los tejidos). ¿Cómo es posible?
No hace mucho, un equipo internacional de científicos volvió a estudiar a la jirafa y descubrió más detalles sobre su asombroso diseño. Se midieron las arterias y se vio que las que bajan desde el corazón hacia las patas tenían un diámetro cada vez mayor y las paredes más gruesas. Según South African Panorama, esto impide la “acumulación de sangre en los vasos y el que se produzcan venas varicosas [...] en las patas de la jirafa. Además, las paredes más gruesas de las arterias y el grueso tejido muscular que rodea las patas de la jirafa ayudan a mantener la presión”.
África es el único continente donde todavía hay jirafas en estado salvaje. Si usted visita alguna reserva de África, es posible que pueda contemplar a estas mansas y gigantescas criaturas galopando por las praderas o ramoneando calmadamente las hojas de las copas de los árboles. Si las ve, recuerde el asombroso sistema circulatorio de la señora Jirafa, un sistema que transporta la sangre hasta una altura de cinco metros y medio del suelo. Y si tiene la oportunidad de presenciar el singular espectáculo de ver agacharse a la señora Jirafa para beber, recuerde también que el hombre todavía está intentando descifrar el secreto que hace que no le afecten los cambios drásticos de gravedad. ¿Por qué no padecen las jirafas de tensión alta o baja? Solo Jehová Dios, su Hacedor, lo sabe. Las jirafas son unas de sus admirablemente diseñadas criaturas. (Job 37:14, 16.)