La joya azul de Oregón en un volcán
NUESTRA expectación aumentó cuando comenzamos a ascender por las montañas del suroeste de Oregón, en la costa occidental de Estados Unidos. Se nos había dicho que el Crater Lake (Lago del Cráter) no tendría punto de comparación con nada de lo que habíamos visto jamás. Todavía era invierno, y la altura de la nieve amontonada a los lados de la carretera estaba por encima de la cabeza. Por consiguiente, al llegar a nuestro destino, aún no pudimos ver el famoso lago. Pero una máquina quitanieves había abierto una brecha en el muro de nieve, y a través de ella pudimos contemplar la vista más allá del borde del precipicio. ¡Qué panorama!
Allá abajo se hallaba el Crater Lake, ciertamente una joya de azul intenso enclavada en el centro hundido de un volcán. Nos hallábamos contemplando un lago de unos 590 metros de profundidad, que se llenó con agua de lluvia y nieve. El bello reflejo sobre las serenas aguas hacía difícil creer que el lago tuviese unos 9 kilómetros de ancho. Una circunferencia de 32 kilómetros de cumbres cubiertas de nieve rodeaban esta joya.
Estábamos sobre el borde de una enorme caldera formada por el cono hundido de una montaña volcánica a la que en 1896 se le dio el nombre de Monte Mazama. Los geólogos aún estudian el tiempo de su formación y cómo se produjo exactamente. Solo podíamos permanecer allí extasiados ante aquella vista singular y dar gracias al Creador por habernos dotado de los sentidos que nos permiten percibir y apreciar tal belleza.—Contribuido