De nuestros lectores
Sacrificios que resultan en ricas recompensas
Les agradezco de manera especial la experiencia de Lynette Sigg, que publicaron bajo el título: “Sacrificios que resultan en ricas recompensas” (22 de agosto de 1987). ¡Si yo pudiese tener la misma actitud mental que ella! Constantemente me quejo de lo que no tengo, en lugar de dar las gracias por lo que se me ha concedido. Soy arrogante y nunca tomo en consideración a Aquel a quien debo la vida. Quería que supieran que de ahora en adelante me voy a esforzar más. En este particular, la biografía de Lynette ha sido una ayuda para mí.
K. W., Japón
Masturbación
Muchas gracias por su artículo sobre la masturbación (8 de septiembre de 1987). Siempre pensé que la masturbación amortiguaría los deseos sexuales, pero, con la ayuda de su artículo, ahora me doy cuenta de que no es así. Estoy seguro de que ahora que he leído el artículo podré vencer este mal hábito y así cumplir con lo que dice 2 Corintios 7:1. Gracias de nuevo.
J. T., Estados Unidos
El artículo sobre la masturbación explica muy bien las razones por las que este hábito es malo, pero no ayuda mucho a saber cómo evitarlo. Se nos insta a que ‘amortigüemos los miembros de nuestro cuerpo’, pero no se nos dice cómo hacerlo. Agradecería unas cuantas sugerencias prácticas sobre la manera de abordar el problema.
S. J., Estados Unidos
Ese fue el primer artículo que se publicó de un total de tres sobre este tema. El segundo, que apareció en nuestro número del 8 de noviembre de 1987, se titulaba: “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué es tan difícil evitar la masturbación?”. El tercero, que aparecerá en nuestro número del 8 de marzo de 1988, se titulará: “Los jóvenes preguntan... ¿Cómo puedo vencer el hábito de la masturbación?”. En estos dos últimos artículos hay sugerencias prácticas al respecto.—La dirección.
Me sentí muy molesto cuando leí su artículo sobre la masturbación. Nunca pensé que fuese algo malo, pues jamás he experimentado ningún sentimiento de culpabilidad por practicarla. Eso me hizo pensar: “Si la masturbación es mala, ¿cómo podemos, los que somos demasiado jóvenes para casarnos, desahogar los deseos sexuales tan comunes a nuestra edad? Además, ¿qué dicen del valor ‘didáctico’ de la masturbación, es decir, el descubrimiento que hace el joven de las funciones naturales de sus órganos al tener un orgasmo?”.
T. D., Brasil
Como se mostró en nuestro primer artículo, la masturbación no amortigua los deseos sexuales, sino que los excita. La Biblia aconseja que se ‘amortigüen los miembros del cuerpo en cuanto a apetito sexual’, no que se exciten mayores deseos. (Colosenses 3:5.) En 1 Corintios 9:27 el apóstol Pablo escribió: “Aporreo mi cuerpo y lo conduzco como a esclavo”, lo que no da pie para ceder a cualquier deseo carnal. En Gálatas 5:23-25 se insta a los cristianos a cultivar el fruto del espíritu, parte del cual es el autodominio, no la autocomplacencia. No es necesario que los jóvenes se masturben para que aprendan acerca del orgasmo, ya que este se desencadena por vía refleja. Los padres deberían educar a sus hijos de antemano respecto a estos cambios corporales. Además, la masturbación no prepara a la persona para el matrimonio, sino que, más bien, centra la atención en la propia satisfacción egoísta; no la prepara para buscar el placer de su futuro cónyuge.—La dirección.