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  • Cuando todos los niños gocen de salud

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  • Cuando todos los niños gocen de salud
  • ¡Despertad! 1989
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¡Despertad! 1989
g89 22/2 págs. 10-11

Cuando todos los niños gocen de salud

SERÍA un crimen privar a una persona de su tienda de campaña y de su saco de dormir durante una fría noche ártica y obligarle a aguantar los elementos tan solo en ropa interior. De manera similar, es un crimen que un niño sea expulsado prematuramente de la matriz, un lugar caliente y protegido, antes de que esté preparado para enfrentarse al mundo exterior. Pero, ¿quién o qué es responsable de ese infame crimen?

No hay duda de que los padres no provocan intencionadamente esas dificultades para su pequeño. En realidad, la madre no puede interrumpir el parto cuando este empieza, sea que esté dando a luz a su debido tiempo o antes. Ni siquiera los expertos en el campo de la medicina comprenden exactamente qué es lo que provoca el parto, sea prematuro o al término del embarazo. No obstante, lo que sí se sabe es que en algunas ocasiones algo va muy mal y el bebé es expulsado al mundo sin estar preparado para vivir en él.

La Biblia explica por qué ocurre esto. El salmista inspirado escribió: “¡Mira! Con error fui dado a luz con dolores de parto, y en pecado me concibió mi madre”. (Salmo 51:5.) Una criatura espíritu rebelde indujo a la primera pareja humana a rebelarse contra Dios, y como consecuencia, se convirtieron en pecadores. No dieron en el blanco de la obediencia apropiada a su Creador. Por consiguiente, toda su prole fue concebida en pecado, o imperfección. (Romanos 5:12.) Las consecuencias son la enfermedad y la muerte, así como diversos trastornos físicos, lo que incluye la expulsión prematura del precioso fruto de la matriz.

Un mundo sin niños prematuros

Si la raza humana hubiese mantenido su perfección, no habría nacido ningún niño antes de su debido tiempo para tener que enfrentarse a las calamidades que actualmente sufren muchos niños prematuros. Pero pronto llegará el día en que ninguna madre volverá a dar a luz prematuramente. El profeta Isaías escribió bajo inspiración divina acerca de ese tiempo, y nos transmitió la promesa de nuestro amoroso Creador: “He aquí que yo creo cielos nuevos y tierra nueva, y no serán mentados los primeros ni vendrán a la memoria”. (Isaías 65:17, Biblia de Jerusalén.)

La profecía bíblica registrada en el libro de Isaías pasa a relatar las maravillosas condiciones que prevalecerán en el nuevo mundo de Dios; dice que no se oirá “allí jamás lloro ni quejido. No habrá allí jamás niño que viva pocos días. [...] No se fatigarán en vano ni tendrán hijos para sobresalto, pues serán raza bendita de Yahveh ellos y sus retoños con ellos”. (Isaías 65:19-24, BJ.)

¡Qué maravilloso será cuando todo el sufrimiento y la angustia que padece la gente sea solo un lejano recuerdo, cuando jamás vuelva a haber la necesidad de tomar medidas médicas de emergencia ni de utilizar unidades de cuidados intensivos para tratar de mantener con vida a los niños prematuros! Debido a que la imperfección humana habrá sido eliminada por nuestro gran Dios mediante la magnífica provisión del rescate, nunca volverá a ser expulsada de la matriz una criatura que aún no esté perfectamente equipada para disfrutar de la vida a cabalidad. (Revelación 21:3, 4.)

[Recuadro en la página 11]

USTED PUEDE OBTENER VERDADERO CONSUELO

◆ Si su niño muere, trate de aceptar la ayuda y el ánimo de amigos y parientes. Es posible que los que también hayan perdido un hijo puedan ayudarle a hallar consuelo.

◆ Aunque crea en la esperanza de la resurrección, no se alarme si dicha creencia no le produce consuelo inmediato. Cuando el tiempo empiece a curar la herida, seguro que llegará a apreciar la esperanza de volver a ver a su ser querido. (Isaías 25:8; 65:23; Juan 5:28, 29; 1 Corintios 15:25, 26.)

◆ Trate de confiar en Jehová, “el Dios de todo consuelo”. (2 Corintios 1:3.) Además, Él es quien ha provisto la manera de “[reducir] a nada al que tiene el medio para causar la muerte, es decir, al Diablo”. (Hebreos 2:14.)

◆ Si usted es amigo de un matrimonio que ha perdido a su hijo, posiblemente sea mejor que no les diga que pueden tener otro. En esos momentos no hay nada que pueda reemplazar al bebé que se les ha muerto. Lo mejor en este caso será ‘llorar con los que lloran’. (Romanos 12:15.) El que usted reconozca la pérdida de esos padres y participe de su pesar puede confortarlos, ya que las penas son más llevaderas cuando se comparten.

◆ Es apropiado y beneficioso desahogar los sentimientos de pesar, de modo que permítase tiempo para que sus sentimientos de pesar y de pérdida se disipen. (Vea “¡Despertad!” del 22 de abril de 1985, “Cuando muere un ser amado”, y del 8 de agosto de 1987, “Cómo hacer frente a la pérdida de un hijo”.)

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