De nuestros lectores
María
En mi opinión, en su artículo del 8 de noviembre de 1988 sobre María trataron de representar a los miembros de la religión católica como idólatras, pues en varias ocasiones se refirieron a los católicos como “adoradores” de María. Permítanme aclarar los hechos. He sido católico durante treinta y cinco años y no conozco a ninguno que “adore” a María. Muchos de nosotros oramos a Dios por medio de María, pero distamos mucho de igualarla o compararla a Dios.
G. A. H., Estados Unidos
“The Catholic Encyclopedia” (1912, tomo 15, página 463) dice: “Es imposible negar que muchas veces esa devoción popular a la Virgen Bendita se vio acompañada [en la Edad Media] de extravagancia y abusos”. Una visita a los santuarios que existen en muchos países católicos confirmaría a G. A. H. que tales excesos se siguen produciendo hoy día.—La dirección.
No juzguen para que no sean juzgados. Si los católicos adoran demasiado a María, que sea nuestro Señor quien lo decida en el día del juicio. Recuerden: la verdad siempre prevalece. Escriban sobre los pros y los contras de la situación y dejen que los lectores sobrentiendan lo que a ustedes les preocupa.
R. W., Estados Unidos
Aunque mi familia y yo somos católicos y devotos de María, durante muchos años hemos considerado que sus revistas ofrecen una lectura interesante y útil. Los artículos sobre María eran, como siempre, objetivos, y no se veía en ellos ningún ánimo de menospreciar. Sin embargo, nos gustaría saber por qué hasta ahora no han entrado en detalles sobre Lourdes y Fátima. Es bien conocida la sinceridad que manifiestan a la hora de investigar los temas y llegar a conclusiones. ¿Podría ser que al no querer dar crédito a revelaciones posteriores a la Biblia, estuvieran omitiendo algunas cuestiones de fe cristiana?
P. O., República Federal de Alemania
Posiblemente P. O. ya habrá visto nuestro número del 8 de marzo de 1989, en el que se considera con cierto detalle el fenómeno de Lourdes y Fátima.—La dirección.
El Movimiento Feminista
Nací en 1920. A fin de comprender la tendencia de las mujeres a salir de casa para trabajar (22 de julio de 1988), no es a las feministas a quienes deben escuchar, sino a una típica mujer conservadora que trabaja fuera de casa. Hay dos razones básicas por las que las mujeres trabajan. La primera es económica. Si un hombre no es capaz de sostener a su familia y la mujer tiene que aceptar un trabajo de jornada completa, lo más justo sería que él desempeñase la mitad de las tareas del hogar; de ese modo desaparecería rápidamente el problema de la mujer profesional demasiado trabajada.
La otra razón por la que una mujer decide ponerse a trabajar es la falta de reconocimiento que encuentra en el hogar. He visto repetidas veces a un padre y a una hija confabularse contra la esposa, haciendo que ella no se sienta parte de la familia. O él prefiere su cerveza y su televisión antes que a su mujer. Por eso, ella busca un empleo donde tenga la satisfacción de recibir alguna retribución por sus esfuerzos. En la generación de mis padres observaba una actitud que ya no existe. Aquellos hombres no solo amaban a su esposa, sino que también la respetaban y le mostraban consideración. En esta generación no he encontrado ninguna de estas tres cualidades. Que los hombres vuelvan a mostrar amor, lealtad y respeto, y verán cómo las mujeres vuelven al hogar.
F. K., Canadá
Los comentarios de F. K. sobre “esta generación” hacen pensar en la “generación” que, como profetizaron Jesús y Pablo, experimentaría una pérdida de “cariño natural” en el círculo de la familia. (Mateo 24:3, 34; 2 Timoteo 3:1-3.)—La dirección.