¿Hay esperanza de ver un mundo sin armas?

¡QUÉ alivio se experimentaría si se eliminasen la aplastante carga del negocio de las armas y las reservas mundiales de armamento! ¿Qué esperanza hay de que se produzca tal eventualidad? La historia muestra que las naciones no harán esto por su propia iniciativa. Además, el armamento tan solo es un síntoma. Si se quiere solucionar de manera permanente un problema, hay que cortarlo de raíz. Así que, ¿puede localizarse esa raíz? Y en caso afirmativo, ¿quién puede cortarla?

Este negocio se nutre de una de las mayores maldiciones de la humanidad: la guerra. Ahora bien, el negocio de las armas no dio origen a la guerra, sino que fue la guerra la que dio origen a este negocio. Entonces, ¿es la guerra la raíz del mal? No, tan solo es una rama sobre la que florece el tráfico de armas. ¿De qué se alimenta esta rama?

¿Quién tiene el poder de declarar la guerra? Todas las constituciones colocan ese poder en las manos de sus gobiernos, quienes, por lo general, comienzan las guerras para engrandecer o proteger los intereses de su nación, y a esos gobiernos los apoya el pueblo. De modo que el problema está relacionado con este entero sistema de cosas humano, influenciado por el nacionalismo, la rivalidad económica, el imperialismo territorial y el racismo. Entonces, ¿es este sistema la raíz del problema? No, un examen más profundo indicará que este inicuo sistema se alimenta de una raíz oculta, una fuente que la mayoría de las personas pasan por alto.

Se pone al descubierto una raíz oculta

La Biblia revela cuál es esa raíz. Indica que, movida por la ambición egoísta, una poderosa criatura espíritu se sublevó contra Dios. (Job 1:6-12; 2:1-7.) Se le da el nombre de Satanás (que significa “Adversario”) el Diablo (que significa “Acusador”, “Calumniador”). Él fue quien introdujo el pecado y la muerte en la familia humana (Génesis 3:1-7), por lo que se le llama ‘el inicuo’, y también fue quien incitó el primer ataque mortal de la historia humana: el de Caín contra Abel. (1 Juan 3:12; Génesis 4:8.)

La Biblia también desenmascara a Satanás como “el dios de este sistema de cosas”, el gran “dragón” que ‘da poder, trono y gran autoridad’ al sistema político mundial de gobernación. Jesucristo hizo notar denodadamente que “el Diablo [...] era homicida cuando principió” y le llamó “el gobernante del mundo”. (2 Corintios 4:4; Revelación 12:9; 13:1, 2; Juan 8:44; 14:30.)

Sin embargo, esta raíz mortífera no durará para siempre. Mediante un estudio de la Biblia, es posible identificar al actual período catastrófico de la historia humana como los últimos días del sistema de cosas de Satanás, lo que significa que le queda “un corto espacio de tiempo” antes de que se le ponga freno a él y a sus maquinaciones. Juan, uno de los apóstoles de Jesús, narra simbólicamente cómo vendrá el alivio de esta influencia satánica: “Y vi a un ángel que descendía del cielo con la llave del abismo y una gran cadena en la mano. Y prendió al dragón, la serpiente original, que es el Diablo y Satanás, y lo ató por mil años. Y lo arrojó al abismo, y lo cerró y lo selló sobre él, para que no extraviara más a las naciones hasta que se terminaran los mil años. Después de estas cosas tiene que ser desatado por un poco de tiempo”. (Revelación 12:12; 20:1-3.)

Se remueve la carga de las armas

Cuando la raíz sea inutilizada, cesará toda su mala influencia. Para que esa era de mil años de paz restaurada en la Tierra sea una realidad, Jehová, el Dios Todopoderoso, removerá la aplastante carga de las armas: “Vengan, contemplen las actividades de Jehová, como ha establecido acontecimientos pasmosos en la tierra. Hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra. Quiebra el arco y verdaderamente corta en pedazos la lanza; quema los carruajes en el fuego”. (Salmo 46:8, 9.)

Millones de personas se están preparando ahora para vivir en estas pacíficas condiciones. Los testigos de Jehová ya cumplen esta profecía: “No alzará espada nación contra nación, ni aprenderán más la guerra”. (Isaías 2:4.) Por eso, no participan en ningún aspecto de la industria bélica y al igual que Jesús y sus discípulos, mantienen una firme posición de neutralidad en cuanto a cuestiones políticas y, pase lo que pase, no participan en ninguna guerra o conflicto de este mundo. (Juan 17:16.)

De acuerdo con las profecías bíblicas ya cumplidas, se acerca el tiempo en que no se forjará ninguna arma para la guerra, en que todos los recursos terrestres solo se utilizarán para el bienestar de sus habitantes. Jesucristo, el Príncipe de Paz y Rey de toda la Tierra, garantiza lo siguiente: “Él librará al pobre que clama por ayuda, también al afligido y a cualquiera que no tiene ayudador. Le tendrá lástima al de condición humilde y al pobre, y las almas de los pobres salvará. De la opresión y de la violencia les redimirá el alma, y la sangre de ellos será preciosa a sus ojos”. De modo que ¡regocíjese! ¡La esperanza de vivir en un mundo sin armas pronto será una realidad! (Salmo 72:12-14.)

[Fotografías en la página 10]

Se acerca el tiempo en que ya no habrá más guerras y la Tierra se convertirá en un paraíso de paz

[Reconocimientos]

Foto: Infantería de Marina de E.U.A.

Comisión de Promoción del Turismo de Tahití