Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo enfrentarme al maltrato verbal?
“Mi padre nunca me maltrataría físicamente, pero me dice cosas que me duelen y asustan más que cualquier azote.”—Ann.
“Los ataques verbales hacían que me sintiera inútil, una sensación que me duraba días y hasta semanas, y me producían heridas mentales que, si bien es cierto que se curaban con el tiempo, dejaban cicatrices.”—Ken.
AL IGUAL que miles de otros adolescentes, Ann y Ken han sido víctimas de lo que algunos expertos han definido como una destrucción sistemática del amor propio de un joven: el maltrato verbal. Aunque con este tipo de maltrato no se rompe ningún hueso ni se ve ningún hematoma, hay quienes consideran que los ataques verbales constantes por parte de los padres son una forma muy destructiva de maltratar a un niño.
“No le veía ningún sentido a la vida”, recuerda Marleen, a quien su madre maltrató de este modo. Por regla general, los jóvenes a quienes repetidas veces se llama estúpidos o inútiles, se amenaza con violencia, se hace sentir que son un fracaso (“¡Siempre me fallas!”) o siempre se culpa de cualquier percance (“¡Toda la culpa es tuya!”), suelen perder el amor propio. Algunos también le atribuyen al maltrato verbal otros efectos negativos, como pudiera ser un desarrollo mental o emocional lento y un comportamiento destructivo o introvertido. Así que la Biblia da en el clavo cuando compara los efectos del habla perjudicial con “las estocadas de una espada”. (Proverbios 12:18.)
Es cierto que muchas veces lo que algunos jóvenes llaman maltrato no es más que la disciplina que sus padres les dan (Efesios 6:4), la cual, aunque se aplique de manera desagradable, puede serte de beneficio. (Proverbios 4:13.) Además, los padres también ‘tropiezan muchas veces’. “Si alguno no tropieza en palabra, este es varón perfecto.” (Santiago 3:2.) Por eso, llevados por la cólera, hasta los mejores padres a veces dicen cosas de las que luego se arrepienten. No obstante, cuando las palabras duras y crueles se convierten en una forma de vivir, en un patrón destructivo y constante, esa forma de expresarse puede equivaler a maltrato emocional grave.a
Ante semejante situación, ¿qué puedes hacer? En primer lugar, procuremos entender por qué razones se produce el maltrato.
Por qué maltratan a sus hijos
“Los padres que maltratan a sus hijos —dicen Blair y Rita Justice— no son maniacos crueles ni seres que no amen a su prole.” Su estudio de estos padres reveló que el 85% había experimentado privaciones, si no verdadero maltrato físico, durante su propia infancia. Por consiguiente, un buen número de expertos cree que mucho del maltrato por parte de los padres no es debido al mal comportamiento del joven, sino a los fuertes sentimientos de inseguridad del padre o la madre.
Como sus propios padres nunca les dieron el amor y la crianza adecuados, a algunas personas se les hace difícil tratar con cariño a sus hijos. (Compárese con 1 Juan 4:19.) Interpretan sus más mínimos fallos como una afrenta personal y empiezan a proferir un sinfín de censuras e insultos humillantes.
Recuerda también que como estos son “tiempos críticos, difíciles de manejar”, las presiones de ganar el sustento y criar a los hijos pueden ser abrumadoras. (2 Timoteo 3:1.) Agobiados por tales presiones, algunos padres reaccionan violentamente ante cualquier aparente señal de rebelión de un hijo.
Es cierto que no hay ninguna excusa para el habla injuriosa. (Colosenses 3:8.) A los padres se les manda que no “estén exasperando a sus hijos, para que ellos no se descorazonen”. (Colosenses 3:21.) No obstante, algo que puede ayudar a un joven a no dar demasiada importancia a las palabras hirientes es reconocer que cuando uno de sus padres le maltrata, quizás se deba a que está profundamente preocupado o a que se encuentra sometido a una fuerte presión. Discernir esto hasta puede ‘retardar la cólera’ del joven que se encuentra en esa situación. (Proverbios 19:11.)
Cómo enfrentarse a los malos tratos
Por lo general, tú no eres el responsable de que tus padres padezcan algunas dificultades emocionales, y en realidad, no estás en posición de hacer mucho para ayudarles a vencerlas. A veces el maltrato puede ser tal que lo sensato sería que el joven buscase ayuda fuera, quizás abordando a un anciano cristiano de su congregación. (Isaías 32:1, 2.)
No obstante, a menudo hay cosas que puedes hacer para que la situación sea más tolerable. Por un lado, siempre puedes esforzarte mucho por ‘honrar a tus padres’, aunque su comportamiento parezca insoportable. (Efesios 6:2.) Replicarles o, peor aún, gritarles, desagrada a Dios y, por lo general, no logra más que agravar el conflicto.
Sin embargo, “la respuesta, cuando es apacible, aparta la furia”. (Proverbios 15:1.) En su libro My Parents Are Driving Me Crazy (Mis padres me están volviendo loco), la autora Joyce Vedral plantea una situación en la que una madre enfadada ha dicho con brusquedad: “Maldigo el día en que naciste”. Soltar una respuesta como: “Y yo maldigo el día en que cargué contigo como madre”, simplemente prolonga la discusión. Así que Vedral sugiere la siguiente respuesta: “Reconozco que a veces te hago pasar malos ratos. Debe de ser difícil el papel de madre”. No es fácil responder con bondad a la furia, pero es muy posible que con ello se aplaque la contienda. (Compárese con Proverbios 26:20.)
A veces es posible evitar confrontaciones innecesarias. Al reflexionar en algunos choques que tuvo con sus padres cuando era jovencita, una mujer joven llamada Bárbara admite: “Debería haber pensado más antes de hablar y haber sido más discernidora. Si ves que tus padres ya están furiosos por algo, espera hasta más tarde, ya que, de lo contrario, lo único que conseguirás es añadir leña al fuego”.
Otro joven dice: “Ahora me doy cuenta de que lo que por lo general provocaba los estallidos era que no había hecho algo que se suponía que debería haber hecho, así es que me esfuerzo más por cumplir con mis tareas, como fregar los platos y sacar la basura”. ¿El resultado? Menos enfrentamientos.
Cómo restablecer tu amor propio
De todas formas, el maltrato verbal puede acabar con el amor propio de una persona. Ann (mencionada al principio) admite: “A veces hasta empiezo a pensar que soy una estúpida, que no soy lo suficientemente buena y que soy una carga”. ¿Cómo puedes librarte de estos sentimientos negativos?
Muchos jóvenes se las arreglan para aguantar en medio del difícil ambiente de su hogar y demuestran no haber sufrido ningún daño emocional. Los estudios revelan que tales jóvenes “normalmente tienen por lo menos a una persona en su vida que vela por ellos”. Janet Drobes, asistenta social especializada en Psiquiatría, explica: “Los jóvenes necesitan pasar tiempo con personas que sean positivas y que los valoren”. Quizás todavía te lleves bien con al menos uno de tus progenitores y puedas tener una relación estrecha con él. La congregación cristiana también cuenta con muchas personas que se interesan en ti y que pueden servirte de verdadera ayuda y apoyo. (Proverbios 13:20.)
El que tengas alguna afición, como aprender a tocar un instrumento musical o dominar un idioma extranjero, también puede serte útil para restablecer tu amor propio, y el que ayudes a otros a aprender de la Palabra de Dios es una actividad que te satisfará de manera especial, sobre todo cuando veas que Dios bendice tus esfuerzos. (Compárese con 1 Corintios 3:6-9.) Ann dice: “Gracias al ministerio [de tiempo completo], en el que Jehová amorosamente me ha permitido participar, he llegado a darme cuenta de que no soy tan estúpida como mi padre quería creer”.
Por fortuna, las peores situaciones no duran para siempre. Además, las acciones de tus padres de ninguna manera te condenan a que algún día seas un mal padre o una mala madre, pues la Palabra de Dios puede ejercer una influencia mucho mayor en la clase de padre o madre que serás que cualquier ejemplo malo que te hayan puesto tus progenitores. Mientras tanto, acude a Jehová Dios para que te ayude a aguantar. Tus esfuerzos por comportarte de la manera apropiada frente a los malos tratos regocijarán su corazón. (Proverbios 27:11.)
Hasta cabe la posibilidad de que tu manera madura de manejar la situación haga cambiar a tus padres. Marleen, la joven desconcertada de la que se habló al principio, dice: “Durante toda mi vida he estado escuchando los gritos de mi madre y contestándole mal, pero ahora trato de poner en práctica lo que dice la Palabra de Dios. Funciona. La actitud de mamá ha empezado a cambiar. Mediante la aplicación de lo que dice la Biblia, llegué a comprenderla mejor y nuestra relación ha mejorado”. Si tomas la iniciativa, tu relación con tus padres también mejorará.
[Nota a pie de página]
a Un escrito titulado Fact Sheet, publicado por el Comité Nacional para la Prevención del Maltrato de Niños (E.U.A.), dice que “es importante darse cuenta de que el maltrato emocional se caracteriza por un patrón de comportamiento negativo profundamente arraigado en los padres, y no solo por incidentes aislados o por los altibajos normales de sus emociones”. (Las cursivas son nuestras.)
[Comentario en la página 12]
Un estudio reveló que el 85% de los padres que maltratan a sus hijos habían experimentado malos tratos durante su propia infancia
[Fotografía en la página 13]
El tener alguna afición provechosa, como aprender a tocar un instrumento musical, puede restablecer el amor propio