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1914, un año crucial

ESTE verano se cumplieron setenta y cinco años desde que un solo disparo terminó con la vida del archiduque Fernando de Austria-Hungría. Aquello desencadenó una serie de acontecimientos que resultaron en que el 28 de julio de 1914 estallara la primera guerra global de nuestro planeta.

Escritores e historiadores señalan una y otra vez a aquella temible guerra (y al año que la vio estallar) como un momento crucial y decisivo, una línea divisoria en la historia de la humanidad. ¿Fue realmente 1914 un año crucial para la humanidad?

Obsérvese lo que escribe John Wilson en el periódico The Globe and Mail de Toronto (Ontario, Canadá): “La primera guerra mundial se yergue como un hito en la historia moderna”. Aunque todo lo que queda de aquella conflagración global son trincheras cubiertas de hierba, casquillos oxidados, monumentos conmemorativos y cementerios, el señor Wilson dice que el tiempo no ha hecho nada por atenuar la importancia de 1914 como un año decisivo.

“El horror de 10 millones de muertos colapsó la idea victoriana de una progresión ordenada hacia el mejor de todos los mundos posibles —dice Wilson—. El pragmatismo y el cinismo de hoy día surgieron de la futilidad y del fango de Vimy y Flandes [en el norte de Francia y de Bélgica]. Hablamos de las jovencitas emancipadas de los años veinte o de los granjeros desahuciados de los treinta con mucha más facilidad que de los edificadores del imperio o de los moralistas de antes de 1914. La Gran Guerra es una línea divisoria, [...] al otro lado de la cual queda un pasado ajeno que se remonta hacia la historia.”

Pero lo que demuestra que fue un año decisivo es lo que ha sucedido desde entonces. Lejos de ser ‘la guerra que pondría fin a todas las guerras’, como se pretendía, la primera guerra mundial simplemente introdujo al mundo en una nueva clase de guerra. El 1 de septiembre de 1989 hará cincuenta años que, con motivo de la invasión alemana de Polonia, estalló de sus rescoldos la segunda guerra mundial. Con unos 55 millones de víctimas mortales, empequeñeció a la primera guerra mundial e introdujo nuevos e impresionantes temores en el psique humano. Tampoco esta puso fin a todas las guerras, pues desde 1945 se han peleado unas ciento cincuenta guerras con un saldo total de casi veinte millones de muertes.

En 1914 la humanidad entró en una era sombría. A este respecto, el señor Wilson se expresó del siguiente modo: “Es motivo de seria meditación recordar que, a pesar de todo el horror de las trincheras, la sociedad de después de 1918 se preocupó de enterrar a los muertos en hileras ordenadas y construirles monumentos conmemorativos. Nosotros vivimos bajo la amenaza de una destrucción global inimaginable para los soldados que tomaron la cresta de Vimy. Si hay otra guerra mundial, ¿quién construirá los monumentos conmemorativos para los muertos?”.

Mucho antes de 1914, fieles Estudiantes de la Biblia (como se conocía entonces a los testigos de Jehová) ya señalaban a ese año como un momento crucial en la historia humana. Según la cronología bíblica, la más confiable, en 1914 el entero sistema de cosas mundial entró en una nueva fase, la era culminante a la que la Biblia denomina “los últimos días”. (2 Timoteo 3:1-5; Mateo 24:1-14.)

Sin embargo, la Biblia indica que estos “últimos días” son más que un tiempo de conflictos, también son un tiempo de esperanza. Lejos de permitir que el hombre se destruya a sí mismo en una última guerra mundial, Dios promete intervenir y hacer guerra contra todos los que llenan la tierra de violencia. Todas las armas de guerra serán destruidas para siempre. Desde entonces en adelante, toda la humanidad aprenderá los caminos de la paz, no de la guerra. (Isaías 2:2-4; Lucas 21:28; Revelación 16:14.) ¡Qué cambio! No cabe duda de que ese será el momento más decisivo de toda la historia humana.

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