Los jóvenes preguntan...
¿Me debo enfrentar a los abusones de la escuela?
RYAN asistía a una pequeña escuela rural donde no se conocía la violencia. Pero entonces le trasladaron a un centro escolar más grande y con un ambiente más peligroso, y pronto se convirtió en el blanco de los abusones de la escuela. Él explica: “Los quince minutos de recorrido en autobús se convirtieron en una tortura que parecía durar horas, pues mis atormentadores pasaron del maltrato verbal al físico. Doblaron un clip hasta darle la forma de una esvástica, la calentaron al rojo con un encendedor y entonces se acercaron con disimulo y me marcaron con ella la mano. Me derrumbé y lloré”.
Elizabeth acabó sus estudios hace varios años, pero todavía se le llenan los ojos de lágrimas cuando recuerda su época escolar. “Como mi madre es de otra raza —explica—, yo tenía un aspecto diferente al de los demás niños, así que desde que empecé en primaria hasta los últimos años de secundaria, constantemente se burlaban de mí y me rechazaban. Parecía como si hubiese un club con el lema ‘Yo odio a Elizabeth’, y hasta durante los últimos años de estudios evitaba ir a los servicios de la escuela para no ser objeto de las amenazas de algunas chicas que decían que meterían la cabeza de sus enemigas en el retrete. Pensaba que era una de las primeras candidatas.”
El temor a ir a clase es la experiencia cotidiana de un porcentaje alarmantemente elevado de jóvenes en edad escolar a los que los abusones de la escuela amenazan con frecuencia de palabra o por escrito, acosan en los vestuarios, intimidan para que les entreguen con regularidad el dinero que llevan para la comida y hasta presionan para que participen en relaciones sexuales.a Si eres una de las víctimas, tal vez esta sea una dificultad tan grande en tu vida que no seas capaz de concentrarte en nada más. Felizmente se puede hacer algo al respecto. Pero primero tienes que entender el problema.
¿Por qué se vuelven abusones?
Por lo general, los investigadores concuerdan en que nadie nace abusón. El psicólogo Nathaniel Floyd afirma que “el que en la escuela es un abusón, en casa es una víctima”. De modo que es posible que este muchacho esté dando a otros el mismo maltrato que recibe en casa. (Compárese con Eclesiastés 7:7.)
Otros expertos afirman que “ver demasiada violencia en la televisión” y no haber recibido “en la infancia mucho cariño y cuidados y sí demasiada libertad” también contribuyen al problema. Hasta jóvenes que no suelen ser agresivos participan en abusar de otros a fin de que se les acepte o de que se desvíe la atención de sí mismos.
Cómo es la víctima
Cualquier cosa que se considere diferente —un rasgo físico singular o un defecto, o el simplemente ser nuevo en la escuela— puede incitar el ataque de un abusón. No obstante, en muchas de las víctimas se encuentra una misma tendencia. Elizabeth, a quien citamos antes, indica cuál es: “Siempre lloraba a la más mínima, así que otros se daban cuenta en seguida de que estaba dolida o tenía miedo”.
La revista Parents enumeró las siguientes características comunes entre las víctimas de los abusones: “ansiedad, timidez, cautela, sensibilidad, poco amor propio” y una “tendencia a llorar o salir huyendo cuando se les ataca”. (Las cursivas son nuestras.) No, las víctimas no tienen la culpa de su sufrimiento. No obstante, el saber que a los abusones les atraen los indefensos te ayudará a manejar la situación.
Firme, pero no agresivo
En primer lugar, no te veas tentado a atacar a un abusón, pues ‘devolver mal por mal’ no solo es incorrecto, sino que podría meterte en dificultades que no esperas y quizás hasta agravar el problema. (Romanos 12:17.) Pero aunque no es sensato ser agresivo, ser firme puede resultar útil. “Con solo decir al abusón que pare —recomendó la revista Parents—, explicándole que no le gusta lo que está haciendo, y entonces dar la vuelta y marcharse, la víctima reduce bastante las posibilidades de ser objeto de otro ataque en el futuro.” O como dijo cierto psicólogo, “ponte firme y márchate con dignidad”.
Otra forma de abordar el problema (en un momento y lugar apropiados) es tratar de razonar calmadamente con el abusón. “¿Razonar con él?”, quizás preguntes. Sí, es posible que haya habido algún malentendido por su parte o que tú, sin darte cuenta, hayas hecho algo que haya provocado su resentimiento contra ti. Si le abordas con calma y valor, por lo menos verá que rehúsas ser una víctima indefensa. El doctor Kenneth Dodge explica: “Los abusones esperan una aceptación pasiva, esperan lágrimas. No es probable que vuelvan a escoger como víctima al niño que no responde como desean”. Ya lo dice el proverbio: “El temblar ante los hombres es lo que tiende un lazo”. (Proverbios 29:25.)
Díselo a tus padres
¿Y si no dejan de molestarte? Casi todos los educadores e investigadores concuerdan en que tienes que contar el problema a tus padres. Cierto, quizás pienses que no lo comprenderán, y puede que te hayan amenazado con darte un peor trato si los delatas. Pero tus padres tienen el derecho a saber lo que te pasa en la escuela, ¿verdad?
Eso no significa necesariamente que ellos deban hablar con el abusón, pero pueden animarte y así ayudarte a fortalecer tu amor propio y tu convicción de vivir de acuerdo con los principios bíblicos y también pueden darte consejo práctico. Por ejemplo: tal vez te sugieran que hables del asunto con algún miembro del personal de la escuela. Gerald Hoff, maestro de escuela, sugiere: “Primero intenta hablar con el tutor, en especial cuando tienes el respaldo de tus padres, pero, si es posible, sin que otros estudiantes lo sepan. El tutor está entrenado para hablar de buena manera al abusón, aunque si la situación empeora, su deber es notificarlo al director”.
A veces los padres deciden hablar con las autoridades escolares en tu nombre. Es comprensible que te sientas reacio a que intervengan de esta manera. Ryan, mencionado al principio, recuerda: “Rogué a mamá y papá que no se mezclasen porque temía que me atacaran en grupo, y además esperaba que poco a poco las cosas mejorarían”. Pero después de que le marcaron la mano, su padre insistió en ponerse en contacto con las autoridades escolares. ¿Cuál fue el resultado? Se dieron pasos discretos a favor suyo. “Sin implicarme más de lo necesario —recuerda Ryan—, se asignaron los asientos de manera estricta y a los abusones se les vigilaba de cerca.”
Si de todas formas no obtienes alivio, tus padres pueden decidir si deberían tomarse medidas más severas contra el ofensor.
Medidas preventivas
Pero lo mejor es evitar que empiecen a molestarte. ¿Cómo? Por un lado, el sencillamente conversar con otros al entrar y salir de clase puede ayudar a disipar la imagen de persona solitaria por la que parece que se sienten atraídos los abusones. Si eres amigable con los profesores y los conductores de autobús, hasta sonriéndoles y diciéndoles un afable “hola”, es probable que te miren con más favor, lo que te proporcionará cierta medida de protección. También puedes tratar de evitar momentos o lugares en los que exista el peligro de que surjan dificultades. (Proverbios 22:3.)
Esfuérzate por mostrar un porte más relajado y sereno. Esto también hará que no seas un blanco tan fácil para los abusones. La Biblia dice: “Dios no nos dio un espíritu de cobardía, sino de poder y de amor y de buen juicio”. (2 Timoteo 1:7.) Fortalecerás ese espíritu de confianza si meditas en este hecho: “Si alguien ama a Dios, este es conocido por él”. (1 Corintios 8:3.) El saber que Dios conoce tu problema y de verdad se interesa en ti, te ayudará mucho a sobrellevarlo.
Ryan recuerda: “Durante aquel tiempo oraba mucho, y como resultado ahora me siento más cerca de Jehová. He adquirido más autodominio, y por encima de todo, he adquirido más fe en las palabras de Jehová de que ‘no dejará que seas tentado más allá de lo que puedes soportar’”. (1 Corintios 10:13.) Dios también te ayudará a sobrellevar tus problemas, hasta uno tan difícil como el de ser víctima de un cobarde abusón.
[Nota a pie de página]
a Según cierto estudio, las principales preocupaciones del 25% de los estudiantes estadounidenses de primeros años de enseñanza secundaria eran los “abusones y el mal comportamiento”. En Gran Bretaña y la República Federal de Alemania, los educadores también han expresado su preocupación por el hecho de que ha aumentado la incidencia y gravedad de este problema.
[Fotografía en la página 15]
A los abusones les gusta meterse con los más pequeños y más débiles
[Fotografía en la página 16]
Si la situación es demasiado difícil para ti, confía en tus padres