Cuando se satisfagan las necesidades
HACE muchos años se hizo la siguiente predicción: “Los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados”.
“Eso es imposible”, quizás diga usted. Si esa es su opinión, probablemente le sorprenderá saber que muchos biotecnólogos del siglo XX ya no lo ven imposible. ¿Por qué?
¿Vista para los ciegos?
Si se le preguntase con qué órgano ve los objetos, probablemente contestaría: “Con los ojos”. Un biotecnólogo, sin embargo, respondería: “Con el cerebro”. Y con mucha razón, pues aunque el ojo es el órgano sensorial que capta los estímulos luminosos y produce los impulsos eléctricos, la percepción visual nos la proporciona la parte posterior del cerebro.
Hace poco la revista francesa Science et Vie resumió las investigaciones que se han hecho para ayudar a los ciegos a ver de manera artificial. En el centro visual del cerebro se implantan unos minúsculos electrodos conectados a una cámara de vídeo. Estos envían directamente al cerebro las señales que ha captado la cámara, y entonces se produce una sensación de luz parecida a la de “ver las estrellas” cuando nos golpeamos la cabeza. Una vez hechas las conexiones apropiadas, el cerebro lee los destellos de luz tal como nosotros leemos los letreros formados por muchas bombillas individuales. Este método ayuda a ver a aquellas personas cuya ceguera obedece a problemas oculares, pero no a las que tienen afectados los centros visuales del cerebro.
¿Oído para los sordos?
Según el doctor Jean-Michel Bader, “el oído tal vez plantea menos dificultades que el ojo”. Se están haciendo bastantes progresos en la producción de implantes cocleares para restablecer cierto grado de audición a algunas personas sordas. Pero, ¿qué hay de aquellas cuya sordera obedece a problemas con la transformación de las ondas sonoras en los impulsos eléctricos que se transmiten al cerebro?
En provecho de tales personas, se trabaja en la producción de un oído interno electrónico. Este aparato dispone de un micrófono de bolsillo que convierte el sonido en impulsos eléctricos. Las señales pasan a través de un cable hasta un pequeño transmisor aplicado a la piel cerca del oído. Un receptor en miniatura que se implanta debajo de la piel y que está conectado directamente al nervio auditivo transmite el mensaje al cerebro sin pasar por la ruta normal.
Se necesita ayuda más confiable
A pesar de que estas investigaciones parecen abrir una puerta a la esperanza, los científicos son realistas y reconocen que en vista de que la ciencia no comprende la compleja forma de trabajar de nuestros órganos y sentidos, los intentos por corregir los defectos físicos suelen fracasar. De ahí los esfuerzos por tener una visión más exacta sobre el funcionamiento de nuestros procesos corporales.
Muchas personas quizás esperen que la ciencia restaure la vista a los ciegos y el oído a los sordos, pero existe una base para esperanza mucho más confiable. Se trata de la promesa de Jehová Dios, el Creador de los sentidos humanos, quien tiempo atrás inspiró la siguiente predicción: “En aquel tiempo los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados”. (Isaías 35:5.) Pero, ¿qué seguridad hay de que estas palabras se harán realidad? ¿Cuándo llegará “el tiempo” durante el cual, según se promete, eso sucederá?
Vislumbres del futuro
¿No nos da confianza en que algo va a suceder el que ya haya ocurrido en el pasado? ¿Qué hay si además la persona responsable de ello dice que lo va a hacer de nuevo? Pues bien, en el primer siglo de nuestra era Jesucristo restauró los sentidos a los que los habían perdido. Él mismo dijo en cierta ocasión: “Los ciegos reciben la vista, los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen”. (Lucas 7:22.) Estas curaciones no dependían de la tecnología moderna.
Jesús incluso sanó a un hombre ciego de nacimiento. Muchos vecinos y conocidos reconocieron que se trataba de un milagro, y el hombre que había recibido la vista dijo: “Desde la antigüedad jamás se ha oído que alguien abriera los ojos a uno que hubiera nacido ciego. Si este hombre no fuera de Dios, no podría hacer nada”. En efecto, Jesús restauró la vista a aquel hombre por medio del poder de Dios. (Juan 9:32, 33.)
¿Qué probó esto? Probó que con el poder de Dios es posible sanar a disminuidos sensoriales. Jesucristo realizó aquellos milagros para demostrar en pequeña escala lo que ocurrirá en toda la Tierra bajo la gobernación del Reino de Dios. Será “en aquel tiempo” —durante la gobernación del Reino de Dios— cuando habrá un magnífico cumplimiento literal de la profecía bíblica: “Los ojos de los ciegos serán abiertos, y los oídos mismos de los sordos serán destapados”. (Isaías 35:5.)
Cuando una persona impedida conoce la promesa de Dios para el futuro y entra en una relación personal con Él, siente que el padecer una disminución física o sensorial no tiene por qué ser una situación exageradamente angustiosa, y esto le permite disfrutar ahora de una vida más feliz y más plena. Además, ¡qué maravilloso será cuando los que en su día fueron disminuidos sensoriales se alborocen y se regocijen, y cuando todo el desconsuelo y el suspirar hayan huido! (Isaías 35:10.)
[Ilustración en la página 10]
¡Qué maravilloso será cuando los que en su día fueron disminuidos sensoriales se alborocen y se regocijen!