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  • ¿Cómo evitar el habla soez?
  • ¡Despertad! 1989
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¡Despertad! 1989
g89 8/9 págs. 20-22

Los jóvenes preguntan...

¿Cómo evitar el habla soez?

“CUANDO uno se encara a una situación sumamente frustrante —dice la popular psicóloga Joyce Brothers—, hay algo provechoso en desahogarse diciendo palabras soeces de modo desafiante.”

La generalización del habla soez hoy día indica que muchas personas concuerdan con esta opinión. No obstante, lejos de ser saludable, decir tacos es una costumbre ofensiva, destructiva y degradante.a El escritor bíblico Santiago dijo: “La fuente no hace que lo dulce y lo amargo salgan burbujeando por la misma abertura, ¿verdad?”. ¡Qué poco consecuente es ‘bendecir a Jehová, sí, al Padre, y, no obstante, con la misma lengua maldecir o invocar el mal contra hombres que han llegado a la existencia “a la semejanza de Dios”’! Santiago concluyó con las palabras: “No es correcto, hermanos míos, que estas cosas sigan ocurriendo de esta manera”. (Santiago 3:9-11.)

El problema es que cuando se empiezan a decir tacos, se suele hacer de ello un hábito muy arraigado. Un joven llamado Ron dijo lo siguiente: “Estas palabrotas se fijan tanto en la mente, [que cuando te sientes provocado] tienes ganas de decir una”. Siendo ese el caso, ¿cómo se puede controlar el habla, en especial al encontrarse bajo presión?

Salvaguarda tu corazón

En primer lugar, esfuérzate por cortar el habla soez desde su misma raíz. Jesucristo dijo que “de la abundancia del corazón habla la boca” (Mateo 12:34), de modo que lo que sale de la boca refleja con qué se ha alimentado la mente y el corazón.

Por ejemplo: ¿aparecen muchas palabras soeces en los libros y revistas que lees? Si así es, es esencial que hagas algunos cambios en tus lecturas. (Filipenses 4:8.) ¿Tienes pósteres, insignias o camisetas que lleven impresa alguna frase de tono subido o hasta obscena? Tales frases tal vez parezcan graciosas, pero ¿no socavaría tus esfuerzos por permanecer limpio a los ojos de Dios el que te rieras de las cosas que Él condena, por no decir el que las difundieras al llevarlas escritas en alguna prenda o accesorio? La Biblia condena el “bromear obsceno” de todo tipo y lo clasifica entre las cosas ‘no decorosas’ para un cristiano. (Efesios 5:4.)

Los efectos de la música

¿Qué clase de música escuchas? Un joven llamado Jim hizo una franca observación al respecto: “Se puede aprender cualquier cosa escuchando canciones”. Con estas palabras se refería a las muchas canciones populares cuya letra es descaradamente inmoral u obscena. El escritor Tipper Gore comenta: “Muchos de los ídolos musicales de los jóvenes cantan sobre la violación, la masturbación, el incesto, la violencia y el coito”.

Los jóvenes suelen ensimismarse tanto con la melodía y el ritmo de las canciones que parecen ajenos a la letra. Sin embargo, ¿no te ha resultado difícil alguna vez quitarte de la cabeza la letra de una canción que oíste sin haberle prestado atención? Imagínate cuánto pueden arraigarse esas palabras si las oyes una y otra vez. Si escuchas constantemente música con letra obscena o soez, solo llenarás la cabeza de pensamientos sucios que se te escaparán fácilmente cuando hables.

¿Que lección aprendemos de esto? Hay que seleccionar lo que se escucha. “¿Acaso el oído mismo no prueba las palabras como el paladar gusta el alimento?”, preguntó Job en la Biblia. (Job 12:11.) Tal como el sentido del gusto llega a preferir ciertos tipos de alimento, a tu oído también se le puede entrenar para que sepa escoger a la hora de escuchar música.

También debes tener en cuenta qué clase de películas y programas de televisión ves, pues cada vez se han hecho más atrevidos a la hora de usar habla obscena y representar de manera explícita la conducta inmoral. Las videocasetes permiten a los jóvenes un acceso fácil a las películas sucias. Según la revista Time, “todos los días, por todo el país [E.U.A.] niños de menos de diecisiete años entran en los videoclubes de su barrio y alquilan películas que no podrían ver en un cine”.

La clave está en ser selectivo. Esto tal vez signifique que debas evitar películas y programas que son bastante populares entre tus compañeros. Jesús dijo: “Ahora bien, si ese ojo derecho tuyo te está haciendo tropezar, arráncalo y échalo de ti. Porque más provechoso te es que uno de tus miembros se pierda y no que todo tu cuerpo sea arrojado en [la destrucción]”. (Mateo 5:29.)

¿Qué significan estas impresionantes palabras? Que los cristianos han de estar dispuestos a librarse de cualquier cosa que pudiera colocarles una piedra de tropiezo espiritual, hasta algo tan precioso como el “ojo derecho”. No hay duda de que ‘arrancar’ un poquito de esparcimiento a fin de salvaguardar el habla limpia no sería más que un pequeño sacrificio, ¿no crees?

Vigila tus compañías

El escritor Burges Johnson dijo en su libro sobre el habla soez que esta es “contagiosa”. ¿Cuánto querrías acercarte a alguien si supieras que es portador de una enfermedad peligrosa y muy contagiosa? Y, sin embargo, ¿cuánto te has acercado a condiscípulos que dicen constantemente palabrotas?

Soltar tacos es un hábito muy común entre los jóvenes (y los adultos). Parece que algunos piensan que decir palabrotas les hace mayores. En algunas zonas, los adolescentes hasta organizan concursos de palabrotas. Incitados por sus compañeros, tratan de vencer a su contrincante en un violento juego de proferir insultos y ponerse verdes. Ni los padres ni la familia ni el mismo Dios son terreno vedado en esa batalla de palabras soeces.

Proverbios 13:20 dice: “Al que está teniendo tratos con los estúpidos le irá mal”. En otras palabras: asóciate con los que dicen palabrotas y no te sorprendas si tú también empiezas a decirlas. Monique ha dejado claro que debido a que es testigo de Jehová, no quiere oír tacos. Hasta ha llegado al extremo de que cuando un compañero dice algo objetable, le replica: “Cuidado con lo que dices”. No es fácil adoptar esta posición, pero como sostiene otro joven llamado Steve, “si no dices algo, piensan que pueden hablar de esa manera en tu presencia”.

Ahora bien, ¿qué hacer si a un compañero cristiano se le escapa alguna expresión de este tipo? Por temor a perder un amigo, algunos quizás se sientan inclinados a pasar por alto lo que se dijo como si no tuviese importancia. Sin embargo, los amigos verdaderos velan por el bien de aquellos a quienes aprecian, aunque eso signifique ‘herir’ los sentimientos de un amigo por decir la verdad. (Proverbios 27:6.) Es posible que todo lo que se requiera para corregir la situación sea un recordatorio bondadoso, no un discurso. Por supuesto, si un amigo tiene un problema serio con su forma de hablar, quizás sea mejor ayudarle a obtener la dirección de un adulto que posea las debidas cualidades espirituales.b (Compárese con Gálatas 6:1.)

Manténte alerta

El salmista citó otro principio más que puede ayudar a una persona a controlar su habla. Formuló la siguiente pregunta: “¿Cómo limpiará un joven su senda?”, y la respuesta que dio fue: “Manteniéndose alerta conforme a tu palabra”. (Salmo 119:9.) Una manera de hacerlo es adquirir el hábito de siempre hablar bien y usar términos decorosos. Evita recurrir a palabras soeces aun cuando nadie te oiga, ya que de esa forma serás mucho menos proclive a hacerlo en momentos de presión.

Mantenerse alerta también significa ser “lento en cuanto a hablar, lento en cuanto a ira”. (Santiago 1:19.) Antes de reaccionar emocionalmente y decir algo que después te pese, trata de dominarte. (Compárese con Génesis 4:7.) Piensa en lo que quieres decir. ¿Agravarás la situación y herirás a la otra persona? ¿Darás una impresión equivocada de ti? ¿Manifiesta esa habla tu amor a Dios y tu interés por otros? (Mateo 22:37-39.) Si todavía te cuesta resistir la tentación de decir palabrotas, pide ayuda a Jehová en oración, como hizo el salmista cuando rogó: “Pon guardia, sí, oh Jehová, para mi boca; pon vigilancia, sí, sobre la puerta de mis labios”. (Salmo 141:3.)

Aun así es posible que a veces digas algo indebido sin querer (Santiago 3:2), pero sigue esforzándote por no usar habla soez. Es cierto que esto no te va a hacer el más popular de la escuela. Por ejemplo: un joven llamado Kinney admite: “Muchas veces en la escuela me encuentro totalmente solo”. Pero su determinación por vigilar sus compañías ha resultado ser una protección para él. Además, como el propio Kinney reconoce, “los demás te respetan, te consideran valiente”. Y Jehová también. (Proverbios 27:11.) Él no olvidará tus esfuerzos por resistir el impulso de decir palabrotas.

[Notas a pie de página]

a Véase el artículo “¿Qué hay de malo en decir palabrotas de vez en cuando?”, que apareció en el número del 22 de agosto de 1989 de esta misma revista.

b Véase el artículo “¿Debería delatar a mi amigo?”, que apareció en el número del 8 de septiembre de 1988 de esta misma revista.

[Fotografía en la página 21]

Evita la asociación con los que dicen palabrotas

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