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  • ¿Por qué tengo que ser un ejemplo para mis hermanos menores?

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  • ¿Por qué tengo que ser un ejemplo para mis hermanos menores?
  • ¡Despertad! 1989
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  • Reconoce tus límites
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¡Despertad! 1989
g89 22/10 págs. 23-25

Los jóvenes preguntan...

¿Por qué tengo que ser un ejemplo para mis hermanos menores?

DURANTE un período especialmente difícil, Darryl, el hijo mayor, no sacó muy buenas notas en la escuela. Sus padres reaccionaron en seguida. Darryl recuerda: “Me animaron a mejorar en mis estudios, no solo para mi beneficio, sino también para el de mis hermanas menores, para enseñarles que es importante sacar buenas notas”.

Si eres el hijo mayor, seguro que sabes lo que significa que te digan: “Pon un buen ejemplo a tus hermanos menores”. Lo que sucede es que muchas veces esto produce resentimiento. En su libro Raising Siblings (Criar a varios hijos), Carole y Andrew Calladine dicen: “Los primogénitos también se quejan de lo mucho que suelen esperar de ellos sus padres. Sienten la presión que sus padres ejercen sobre ellos para que sobresalgan, para que alcancen objetivos. Algunas admoniciones típicas que se les dan son: ‘Eres demasiado mayor para hacer eso’, ‘Ya tenías que saberlo’”.

Pero, ¿por qué esperan los padres tanto de su primogénito? ¿Es posible que esperen demasiado de él?

Por qué debes ser un ejemplo

Desde tiempos remotos, los hijos primogénitos —en especial los varones— han sido el objeto de las elevadas expectativas de sus padres. Por ser el principio de las facultades generativas del padre, en tiempos bíblicos los primogénitos varones eran objeto de cariño especial. (Génesis 49:3; Deuteronomio 21:17.) Hasta el propio Jehová llamó a la nación de Israel su “primogénito” como una forma de expresar el profundo amor que sentía por ellos. (Éxodo 4:22.) En vista de que el varón primogénito era el que con el tiempo sucedería al padre como cabeza de familia, se esperaba mucho de él.

Por eso no debería sorprenderte que los padres sigan esperando mucho de su hijo mayor, y con buena razón. Por un lado, si eres el mayor, es probable que hayas recibido más adiestramiento en las tareas domésticas, valores morales y principios bíblicos que tus otros hermanos (sean chicos o chicas). ¿No debería esperarse que les transmitieses lo que has aprendido?

Los padres de un muchacho de catorce años le dijeron que enseñase a sus hermanas pequeñas a realizar ciertas tareas domésticas. Él recuerda: “Mis padres me explicaron que, por ser el mayor, había recibido más entrenamiento y tenía más experiencia que mis hermanas”.

En vista de las presiones económicas a las que muchos padres han de encararse, tu apoyo a la hora de educar a tus hermanos y hermanas más jóvenes puede ser muy necesario. Sucede con frecuencia que ambos padres tienen que trabajar fuera de casa, por lo que pasan menos tiempo en el hogar. Y si en tu familia solo hay uno de tus padres, es posible que tenga que cumplir con sus responsabilidades bajo la presión de tratar de desempeñar el papel de padre y madre a la vez. El que pongas un buen ejemplo a los más pequeños de la casa aliviará mucho la carga de tu padre o madre. Además, ellos saben que el poner un buen ejemplo a los hermanos menores te ayudará a convertirte en un adulto responsable.

Tu responsabilidad

Es cierto que quizás no te sientas cómodo teniendo que ser un ejemplo. Una jovencita dijo: “Es muy difícil ser la mayor, porque recibo más privilegios y responsabilidades”. Pero lo cierto es que tu comportamiento influye en tus hermanos. Muchas veces imitarán tu habla, modo de vestir y conducta. Un joven dijo lo siguiente de su hermano mayor: “Me gusta que haga las cosas primero, porque así puedo ver cómo se supone que se deben hacer”. De modo que lo que haces y dices es muy importante. Los autores del libro Raising Siblings indican: “El lema de los padres es que el primogénito sea responsable”.

Míriam, la hermana mayor de Moisés, fue un buen ejemplo de una hermana que asumió su responsabilidad a este respecto. Recordarás que los padres de Moisés desobedecieron la orden del rey de que todos los varones recién nacidos fueran ejecutados y escondieron a Moisés en una cesta o arca de papiro. Míriam vigiló el arca mientras esta flotaba río abajo por el Nilo, y vio que llegaba a salvo a las manos de la hija del faraón. Con denuedo, Míriam la abordó y consiguió que su propia madre lo amamantase. Debido a sus valerosas acciones a favor de su hermanito pequeño, Moisés no solo sobrevivió, sino que creció para ser el libertador de Israel. (Éxodo 2:1-10.)

¿Sientes una responsabilidad similar hacia tus hermanos? En lugar de guardarles resentimiento, ¿tratas de ser su compañero y amigo íntimo? (Proverbios 17:17.) Por ejemplo: puedes hacer mucho en lo que respecta a ofrecerles ayuda y consejo para resolver problemas. Quizás uno de tus hermanos no se lleve bien con alguien de la escuela. A otro tal vez le inquiete algún suceso venidero, como el que la familia se traslade a otro lugar, su primer día de escuela o una visita al doctor, y quizás necesite algo de ánimo y apoyo. Es muy posible que tú ya hayas experimentado una situación similar y estés en posición de compartir tu conocimiento y experiencia. Una adolescente dijo de su hermana mayor: “Es como una guía para mí. Comprende lo que me pasa porque ha pasado antes por lo mismo”.

Sin embargo, existe el peligro de llevar los asuntos demasiado lejos.

Reconoce tus límites

“Se piensa que es la máxima autoridad —dijo un joven de quince años sobre su hermano mayor—. Si discuto con él, me rompe la cara de una bofetada. No nos llevamos nada bien.” Una adolescente informa de un problema similar al tratar con sus hermanas más jóvenes. “Me he sentado con ellas y les he enseñado unos cuantos textos —explica—, pero se enfadan y a veces nuestras discusiones llegan a ser tan violentas, que terminamos a puñetazos.”

Lamentablemente a veces los jóvenes confunden ser un ejemplo con ser un jefe. Aunque puedes ser un amigo y un consejero de tus hermanos menores, nunca serás su padre o su madre. Es muy probable que se resientan de cualquier intento por tu parte de tratarles como si fueras el padre o la madre por medio de disciplinarlos o aconsejarlos. El trabajo de ‘criarlos en la disciplina y regulación mental de Jehová’ es responsabilidad de tus padres, no tuya. (Efesios 6:4.) De modo que aunque una palabra de consejo puede ser útil, si notas resistencia por su parte, quizás sea sabio que te retires y dejes que tus padres manejen la situación.

El que reconozcas tus limitaciones en este respecto, también puede librarte de entrar en pugna con tus padres. Uno de tus hermanos menores puede pedirte consejo sobre un asunto en el que no tienes experiencia o quizás confesarte algo malo que ha hecho y que tus padres tienen derecho a saber. En lugar de tratar de llevar los asuntos a tu manera, recuerda las palabras de Proverbios 11:2: “¿Ha venido la presunción? Entonces vendrá la deshonra; pero la sabiduría está con los modestos”. Encárgate modestamente de que tus padres sean puestos al tanto de la situación; de hecho, sería apropiado que animaras a tu hermano a que les aborde personalmente con el problema.

Un joven señala a todavía otro campo en el que tienes que recordar tus limitaciones. Él dice: “Me gusta ser el mayor, pero a veces resulta difícil hacerlo todo bien”. En lugar de sentirte bajo esa gran presión, reconoce que “todos tropezamos muchas veces”. (Santiago 3:2.) Solo Jesucristo es un ejemplo perfecto. (1 Pedro 2:21.) Así que no te tomes demasiado en serio.

Los beneficios

El que te esfuerces por poner un buen ejemplo a tus hermanos tiene algunos inconvenientes, pero también recompensas. Por un lado, siendo responsable, madurarás más deprisa y seguro que te harás merecedor de aún más privilegios. (Lucas 16:10.) Adquirirás aptitudes y destrezas que posteriormente, si llegas a tener hijos, te resultarán valiosas. Y tampoco hay que pasar por alto el efecto que tu ejemplo puede tener en tus hermanos menores en lo que tiene que ver con motivarles a convertirse en adultos responsables y temerosos de Dios.

Si muestras un interés cordial y amoroso en tus hermanos, puedes ganar su constante amor y respeto. Es cierto que de vez en cuando te exasperarán, pero, como admite una adolescente, “hay una cosa por la que estoy verdaderamente agradecida: tener dos hermanas que me hablan de problemas personales y me abrazan cuando lo necesito”. Una vez forjado este vínculo de amor, puede durar toda la vida. Merece la pena el esfuerzo que se requiere para poner un buen ejemplo.

[Fotografía en la página 24]

Ayuda a tus hermanos menores a aprender a hacer cosas

[Fotografía en la página 25]

Una hermana mayor puede provocar resentimientos si se comporta como una jefa

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