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¡Despertad! 1990
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La cigüeña, un ave “leal”

Por el corresponsal de “¡Despertad!” en España

LA CIGÜEÑA —heraldo tradicional de primavera, bebés y buena suerte— ocupa desde antaño un lugar especial en los mitos y afectos humanos. Su imagen popular se debe en parte a su forma elegante de volar, a su predilección por las poblaciones humanas y al papel beneficioso que desempeña en el control de las plagas agrícolas.

Sin embargo, su característica más atractiva quizás sea la lealtad: lealtad al nido, al que regresa todos los años, y lealtad a su pareja, con la que permanece toda la vida. De hecho, su nombre en hebreo significa “leal” o “de bondad amorosa”, porque, tal como explica el Talmud, es una criatura que se distingue por tratar a su pareja con ternura.

Gracias a su imagen popular, hace unos doscientos años la cigüeña se consideraba especie protegida en los Países Bajos y, según cuentan, se podían ver cigüeñas semidomesticadas zanqueando por el mercado de pescado de La Haya. Más adelante, se convirtió en ave nacional de Alemania. Y actualmente, en muchas ciudades europeas se colocan plataformas sobre los tejados para estimular a esta ave amigable a anidar en ellas, pues las cigüeñas son vecinas bien recibidas.

Las idas y venidas

Algunas cigüeñas europeas invernan en el oeste de África al sur del Sáhara, mientras que otras vuelan hasta África del Sur. Emprenden su largo viaje hacia el sur en agosto y, como no tienen un vuelo potente, hacen el viaje en varias etapas. Prefieren emigrar en grupos de diversos tamaños y es frecuente que todas las cigüeñas de una misma zona se reúnan antes de iniciar la emigración. Sin embargo, como son las primeras aves migratorias que regresan al norte, para febrero o marzo ya han vuelto a sus nidos.

Las cigüeñas migratorias siempre han llamado la atención por su tamaño —casi dos metros de envergadura— y su puntualidad en las migraciones. En otoño y primavera cruzan Palestina puntualmente en grandes bandadas. Hace más de dos mil quinientos años, el profeta Jeremías destacó este hecho al referirse acertadamente a la cigüeña como un ave que “conoce su estación”. (Jeremías 8:7, Nácar Colunga.)

La distancia que recorren cada año —en algunos casos más de 16.000 kilómetros entre la ida y vuelta— es considerable, y más al tener en cuenta que la mayor parte del vuelo lo realizan planeando. Al igual que las grandes aves de presa, dependen de las térmicas (masas ascendentes de aire caliente) para ganar altura. Después, sin apenas batir sus amplias alas, planean largas distancias sin esfuerzo.

Un rasgo singular de la migración de las cigüeñas es su paso a través del Mediterráneo. Debido a que prefieren no viajar sobre agua, donde apenas hay térmicas, cada agosto se juntan miles de cigüeñas para hacer la travesía por los dos puntos donde la distancia sobre el agua es más corta (el estrecho de Gibraltar y el Bósforo). Curiosamente, el largo trayecto sobre el desierto del Sáhara no les intimida tanto como el trecho de 14 kilómetros de agua que separa España de África, que puede llevarles hasta cinco horas.

El nido extraordinario

Las cigüeñas prefieren anidar en lugares elevados, como por ejemplo la copa de un árbol alto, aunque a veces se las arreglan con un equivalente moderno, el poste eléctrico. En tiempos bíblicos, a menudo construían su “casa” sobre enebros. (Salmos 104:17.)

Sin embargo, sus lugares favoritos para anidar han sido durante siglos los tejados, iglesias y chimeneas de toda Europa. Tanto el macho como la hembra construyen pacientemente el nido, una estructura extraordinaria que parece como si fuera a caerse de un momento a otro. No obstante, las apariencias engañan, pues los grandes nidos no suelen caerse ni siquiera durante las tormentas más fuertes. Son tan resistentes que cuando las cigüeñas regresan cada año normalmente solo necesitan alrededor de una semana para hacer unas reparaciones mínimas a su hogar.

Esta tarea de reconstrucción, que consiste en añadir ramitas y otros materiales, suelen realizarla ambas aves tan pronto como llegan de su residencia invernal. Y con el tiempo, es el trabajo de reconstrucción mismo el que acaba con el nido: se derrumba por su propio peso. Para entonces el nido puede haber alcanzado dos metros de altura y un metro o más de diámetro.

Así como los padres regresan a su nido cada primavera, la descendencia intenta encontrar un lugar lo más cerca posible al de su nacimiento. Es por esa razón que algunos edificios antiguos llegan a albergar a una docena o más de enormes nidos, todos ellos ocupados por descendientes de una pareja original.

Crisis actual de la cigüeña

A pesar de que muchas ciudades europeas han intentado que las cigüeñas se sientan a gusto, su futuro no parece muy prometedor. A comienzos del siglo pasado, había unos quinientos nidos en Suiza, pero ahora solo quedan unos cuantos. El panorama es igual de sombrío en Suecia, los Países Bajos, Dinamarca y Alemania, donde la cantidad está disminuyendo de forma alarmante. En España, aunque todavía son bastante comunes, la cantidad de nidos ocupados se ha visto reducida a la mitad en apenas diez años. Se calcula que en la actualidad solo quedan de 10.000 a 20.000 parejas en toda Europa. ¿Qué le está sucediendo a una de las aves favoritas del hombre?

Al parecer, hay muchos factores envueltos, pero la mayoría de ellos están relacionados con la destrucción de espacios naturales por parte del hombre. En África, donde pasan el invierno, a menudo cazan a las cigüeñas para comérselas, lo que representa una tragedia ecológica, ya que durante esos meses, las cigüeñas se atiborran de los enjambres de langostas que tanto daño causan a las vitales cosechas africanas. En Europa, mientras tanto, cada año hay menos crías debido al uso extendido de pesticidas, que impiden que los huevos fecunden, y a la pérdida de terrenos donde alimentarse. Además, los cables de la electricidad representan un peligro mortal para muchas aves grandes, mientras que otras mueren a causa de los disparos de cazadores irresponsables.

Los ecologistas están procurando proteger a la cigüeña, pero el éxito de cualquier programa dependerá de la cooperación de muchas naciones, lo cual es difícil de conseguir. Los amantes de la creación de Dios esperan que nunca llegue el día en que las majestuosas alas de la cigüeña desaparezcan de nuestros cielos y esta ave amigable y leal deje de ser heraldo de primavera.

[Reconocimiento en la página 15]

Godo-Foto

[Reconocimiento en la página 16]

Godo-Foto

[Recuadro en la página 16]

Las cigüeñas y los bebés

Durante siglos se ha contado a los niños que las cigüeñas traen a los bebés y hoy todavía aparecen a menudo en las tarjetas de felicitación a los padres por el nacimiento de un bebé. ¿Cuál es el origen de esta tradición?

Por lo visto, la idea se basa en dos leyendas. Hace tiempo, la gente observó que las cigüeñas se presentaban todos los años en la misma época de forma aparentemente milagrosa. Algunos creían que durante los meses invernales se iban a Egipto, allí se convertían en hombres, y en la primavera volvían a ser aves (esto explicaba su predilección por las moradas humanas).

También se observó que las cigüeñas dedicaban la mayor parte del día a alimentarse en zonas pantanosas, donde se decía que habitaban las almas de los recién nacidos. Como las cigüeñas eran padres esmerados, no se requirió demasiada imaginación para mezclar la realidad con la ficción y proponer la idea de que las cigüeñas traían a los niños.

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