Los jóvenes preguntan...
¿Cuándo dejarán mis padres que me pinte?
¡Despertad!: ¿A qué edad debería permitírsele a una chica que se pinte?
Juliea: Yo diría que a los trece años.
¡Despertad!: ¿Por qué?
Julie: No sé.
¡Despertad!: ¿Sería demasiado pronto a los doce?
Julie: Sí.
¡Despertad!: ¿Pero son los trece años edad suficiente?
Julie: Sí.
Sallie: Yo opino que si una chica se sabe pintar bien y no da la apariencia de formar parte de un conjunto de rock o algo parecido, se le debería dar permiso.
John: Yo creo que solo deberían hacerlo las que no se ven guapas sin pintar.
Gloria: Sí, los cosméticos realzan los rasgos naturales.
Larry: Pero, ¿para qué querría una chica ‘realzar sus rasgos’ a los trece años? Quiero decir que todavía no tiene que hacerlo. Yo creo que las chicas no deberían empezar a pintarse hasta que no tuvieran unos dieciocho años.
EN ESTADOS UNIDOS, las adolescentes gastan más de cinco mil millones de dólares al año en productos de belleza y cosméticos. De modo que hasta cierto grado es comprensible que opines que tú también tienes derecho a pintarte los labios, ponerte colorete o aplicarte sombra de ojos si lo deseas. No obstante, es posible que tus padres vean las cosas de un modo bastante diferente.
“A los trece años le pregunté a mi madre si me podía pintar —recuerda una joven de diecisiete años llamada Nina—, y me contestó: ‘Nina, ahora no lo necesitas’.” Los padres de Shelly reaccionaron de modo parecido. “Cuando tenía unos trece años pedí permiso, y me dijeron que hasta que cumpliese los quince no me podía pintar. Pero ‘¿por qué no?’, dije.”
Por qué se quieren pintar las chicas
Como se ilustra en el diálogo del principio de este artículo, existe una amplia gama de opiniones sobre este tema, incluso entre los adolescentes. No es de extrañar entonces que tal vez a tus padres les resulte difícil concordar contigo en este asunto. Aun así, quizás te parezca irrazonablemente estricto que tus padres te respondan con un no rotundo. “Cuando miras a las chicas de la escuela —recuerda una joven llamada Mónica—, te das cuenta de que todas se pintan.” También puede que te preguntes por qué tu madre puede pintarse, pero tú no. Además, ya vas siendo mayor y ahora, más que nunca antes, te importa mucho tu apariencia.
La pubertad ha producido cambios en tu estatura, peso y forma. El libro The Secret of a Good Life With Your Teenager (El secreto de una buena convivencia con su hijo adolescente) comenta que “estas transformaciones hacen que [los jóvenes] se preocupen por su atractivo más que nunca antes [...]. También se inquietan por dejar bien establecida su identidad sexual. Quieren demostrar que son femeninas o masculinos”. O, según lo expresa una escritora, tú, como joven, quieres “empezar a dar forma a un estilo que será tuyo [...] [que] expresa el yo que más te gusta y con el que más cómodo te encuentras”. (Changing Bodies, Changing Lives [El cuerpo cambia, la vida también], de Ruth Bell.)
Para muchas chicas, pintarse es una manera de establecer ese estilo individual y de sentirse más femenina o atractiva. “Cuando voy pintada, me siento más confiada”, explicó cierta adolescente. Nina, citada anteriormente, añade: “Hay muchas chicas bonitas, y cuando voy pintada me siento más cómoda conmigo misma”.
Pintarse también es una especie de rito que indica que la joven se va haciendo adulta. Una adolescente lo expresó así: “No quieres que te sigan considerando una niña”. Algunas jovencitas esperan que si consiguen aparentar más edad, las respetarán más, o hasta atraerán a chicos mayores. Para otras, pintarse es solo una forma de conseguir que su grupo de iguales las acepte. Diane dice: “Cuanto mayor pareces, más sofisticada te ven los demás jóvenes”.
Sin embargo, muchas chicas quieren pintarse por razones puramente prácticas: para igualar diferentes tonos de cutis, disimular un mal color de piel o cubrir una cicatriz, para resaltar rasgos faciales atractivos o minimizar los que no lo son tanto. Aun en estos casos, es posible que pedir permiso para pintarse un poco dé pie a una controversia familiar. ¿Por qué suelen reaccionar los padres de una forma tan negativa?
Por qué podrían decir que no
Es cierto que a veces a los padres les cuesta hacerse a la idea de que sus hijos se hacen mayores. Por eso algunos tienden a ser demasiado estrictos. No obstante, la mayoría de los padres solo desean lo mejor para sus hijos. Esa es la razón por la que la Biblia exhorta: “Escuchen, oh hijos, la disciplina de un padre, y presten atención, para conocer entendimiento”. (Proverbios 4:1.) Quizás a tus padres les resulte difícil expresar con palabras lo que sienten. “Mis padres no me dejaban usar rímel —recuerda una adolescente—, pero no me decían por qué.” Es probable que tengan buenas razones por las que no les guste que lo hagas.
Las jóvenes tienden a pensar que pintarse es una especie de derecho que se les debe conferir automáticamente cuando alcanzan cierta “edad mágica”, digamos los trece años. No obstante, como indica la columnista Elizabeth Winship, “no existe ninguna regla tocante a la edad exacta en que puede permitirse que una chica se pinte. Depende de lo que sea usual en la familia y en la comunidad”. Quizás a tus padres les parezca que pintarse a tu edad no estaría bien visto en la comunidad o entre compañeros de creencia. Y si tus padres son testigos de Jehová, este factor lo tendrán muy en cuenta, pues no querrán que tu forma de arreglarte detraiga de tu ministerio cristiano. (2 Corintios 6:3.)
Es posible que tus padres también piensen que en esta etapa de tu vida no es necesario ni apropiado que te pintes. Al fin y al cabo, la juventud tiene una hermosura propia de esos años, una belleza que es bastante fugaz. (Salmos 90:10; Proverbios 20:29.) Tal vez razonen: “¿Por qué debería mi hija hacer algo que oculte o cambie su aspecto juvenil?”.
Quizás tus padres también sepan por propia experiencia lo engañosos que pueden ser “los deseos que acompañan a la juventud”. (2 Timoteo 2:22.) Hasta pueden temer que llegases a repetir algunos de los errores que ellos cometieron de jóvenes, y quieren protegerte. Una adolescente menciona: “Mamá empezó a pintarse desde muy jovencita. Se hizo rebelde y solía vestir minifalda e ir muy pintarrajeada. Ella no quería que yo fuese así”.
Eso no significa que por el simple hecho de pintarte un poco los labios vayas a convertirte en una mujer fácil. No obstante, quizás tus padres teman, y con razón, que el que te pintes podría exponerte a presiones para las que no estás preparada. La escritora Ruth Bell cita las siguientes palabras de un padre de dos chicas adolescentes: “Es emocionante ver que las hijas van haciéndose adultas. [...] Pero cuando las miro y veo a mis niñitas, cuando me digo a mi mismo: ‘Estas son mis hijas, se están haciendo adultas y van a tener que enfrentarse a ese mundo de afuera sin tenerme a su lado para protegerlas’, entonces es cuando me pongo sentimental. [...] Este mundo es violento y ellas podrían sufrir daño”.
Una cosa es parecer adulta, pero otra muy diferente es actuar como tal y afrontar las presiones de los adultos. ¿Estás en realidad preparada para soportar las miradas de adolescentes mayores que tú —o incluso de hombres adultos— que pudieran sentirse atraídos hacia ti si por ir pintada parecieses mayor de lo que en realidad eres? (Compárese con Génesis 34:1, 2.)
¿Qué puedes hacer?
Aun después de considerarlo bien, es posible que sigas pensando que tienes edad para pintarte, y quizás tengas razón. ¿Qué puedes hacer? Una adolescente confesó: “Simplemente empecé a pintarme. Me apliqué un poco de sombra de ojos, y a mamá le pareció que me quedaba bien”. No obstante, es arriesgado empezar a pintarse sin permiso. Proverbios 13:10 ofrece la siguiente advertencia: “Por la presunción solo se ocasiona una lucha”. Y una muchacha admitió: “Yo sabía que mis padres se enfadarían si de repente saliese algún día pintada”. Entonces, ¿qué puedes hacer? El mencionado versículo de Proverbios continúa diciendo: “Pero con los que consultan juntos hay sabiduría”.
Busca el “tiempo apropiado” para hablar de ello con tus padres. (Proverbios 25:11.) Explícales calmadamente cuál es tu parecer al respecto, por qué es importante para ti y qué es exactamente lo que piensas. Asegúrales que no pretendes dar la imagen de querer ir a la última moda ni de ser una inconformista, y confírmales también que aprecias sus opiniones y su criterio. Quizás cambien de pensar o, por lo menos, cedan un poco.
También cabe la posibilidad de que, con razón, decidan que todavía no es tiempo de que te pintes, pero esto no sería el fin del mundo. Haz lo que esté en tu mano para mejorar tu apariencia aunque no puedas pintarte. Por ejemplo, los problemas cutáneos pueden minimizarse dando a tu piel el cuidado apropiado. “Si tienes granos en la cara —aconseja la esteticista Jane Parks-McKay—, desvía la atención de tu rostro por medio de [...] ponerte algo que te favorezca, cualquier cosa que aparte la atención de lo negativo.” Una buena postura, las uñas bien arregladas y el cabello limpio y brillante son cosas que te pueden ayudar a estar atractiva sin importar que vayas pintada o no.
¿Y si tus padres te dan permiso para que te pintes? En un artículo futuro se hablará de la forma decorosa de hacerlo.
[Nota a pie de página]
a Se han cambiado algunos de los nombres.
[Fotografía en la página 23]
“Ella se pinta. ¿Cuándo podré hacerlo yo?”