Un ordenador que ve su interior
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Nueva Zelanda
AL MIRAR por una ventana oblonga, vi una escena extraña. Había un hombre tendido sobre una camilla y a su alrededor unas personas con batas blancas. Le estaban metiendo de cabeza en lo que se asemejaba a un sacapuntas gigantesco. ¿Era una pesadilla? ¿Estaba viendo una escena de una película de ciencia-ficción? ¿Qué era todo aquello?
La escena se desarrollaba en nuestro hospital local de Dunedin, ciudad de la isla del Sur del estado de Nueva Zelanda. El enorme sacapuntas en realidad no era otra cosa que una máquina de rayos X muy sofisticada llamada escáner o TAC. Esas tres letras son las siglas de Tomografía Axial Computadorizada. El término “tomografía” viene de unas palabras griegas que significan “escribir una sección”, y eso es justo lo que hace la TAC. Saca una radiografía seccional de usted, y “escribe”, o registra, lo que ve.
Quizás opine que las máquinas de rayos X sofisticadas solo son de interés para los médicos y los científicos, pero en esta zona la gente se interesa tanto en que se les haga una TAC que se ha comprado uno de esos escáners por suscripción popular. Las dos provincias vecinas de Otago y Southland reunieron dos millones de dólares neozelandeses ($1.200.000 [E.U.A.]) para su compra, lo que representa una contribución de más de seis dólares neozelandeses por cada hombre, mujer y niño de la zona. Nuestra universidad local y su facultad de Medicina habían hecho mucho para generar ese gran interés en la máquina por parte del público, sin embargo, hoy día las TAC proliferan por todo el mundo. Es muy posible que cerca de donde usted vive haya una.
¿Cómo funciona?
¿Le han sacado alguna vez una radiografía? Si así es, tal vez recuerde haber tenido que estar de pie o tendido contra una gran placa plana, y quedarse muy quieto. Mientras tanto, a través de su cuerpo pasaban rayos X invisibles que impresionaban una placa fotográfica colocada detrás de usted. Cuando los rayos chocaban con sus huesos, la mayor parte de ellos no pasaban. Otros tejidos y órganos, dependiendo de su densidad, impedían también hasta cierto grado el paso de los rayos X. El resultado era una fotografía oscura de la parte interna de su organismo en aproximadamente ocho tonalidades de gris.
Los rayos X convencionales serían la solución idónea si todos sus huesos y órganos estuviesen dispuestos como en un escaparate, pero, por supuesto, ese no es el caso. Algunos de ellos están escondidos tímidamente detrás de otros. ¿Cómo se les puede fotografiar? No es posible cambiarlos de sitio como si fueran escolares posando para una foto de la clase. De modo que el que tiene que moverse es el fotógrafo, es decir, las radiografías deben sacarse desde diferentes ángulos.
En una TAC, su forma tubular permite que los rayos X atraviesen el cuerpo por todas partes. De una sola sección o corte transversal suyo se sacan hasta setecientas diferentes fotografías en más de doscientos cincuenta tonos de gris. Todas esas imágenes permiten ver lo que hay en su interior con mucho más detalle de lo que jamás había sido posible antes.
¿Para qué se necesita el ordenador?
Aunque es estupendo poder sacar tantas radiografías, hacer que todas ellas tengan sentido es una cuestión muy diferente. ¿Es capaz de imaginarse a un cirujano muy ocupado regresando a su casa después de un día agotador con setecientas radiografías del vientre de un paciente, esperando estudiarlas durante la noche y estar preparado para operarle a la mañana siguiente? “Imposible —quizás diga usted—. ¿Cómo va a estudiarlas todas?”
Este complicado procedimiento se puede comparar con lo que sucedería si se enfocase una linterna hacia un vaso que contenga una bebida y cubitos de hielo. La luz pasaría a través del vaso y del hielo y al colocar una pantalla detrás del vaso formaría un dibujo. Ahora, supóngase que usted hace girar la linterna y la pantalla alrededor del vaso y al mismo tiempo observa los cambios de luz y sombra que se producen en el dibujo. ¿Cree usted que podría deducir la forma exacta de cada cubito de hielo?
Quizás para usted esta sea una tarea imposible, pero no lo es para un ordenador. La información provista por los rayos X no la recogen placas fotográficas, sino detectores electrónicos. Al comparar con atención los rayos X que salen de su cuerpo con los rayos X que entraron, el ordenador puede deducir lo que había dentro de usted cuando le atravesaron. El ordenador hace mucho más que solo identificar formas, es tan potente que hasta puede mostrar las diferencias que hay entre sangre normal y sangre con coágulos, o entre tejido y fluido cerebral. De hecho, puede captar diferencias casi imperceptibles en la densidad de los tejidos, diferencias que los rayos X convencionales sencillamente pasarían por alto.
¿De qué beneficio le es a usted?
La popularidad de la TAC entre los médicos se debe a los detalles adicionales que este tipo de escáner proporciona. Una TAC puede localizar un pequeño tumor de tejido blando que no hubiese aparecido en una radiografía convencional, y así salvar una vida. Las TAC también son populares entre los pacientes que prefieren ser “seccionados” por medios electrónicos en vez de quirúrgicos. Esos escáners pueden eliminar gran parte de la peligrosa cirugía exploratoria, con todas sus molestias y complicaciones. Por eso, los que desean evitar que se les opere para llevar a cabo alguna exploración, pueden preguntar a sus médicos si dicha exploración podría efectuarse con una TAC.
Aun cuando no es posible evitar una operación quirúrgica, la TAC puede resultar útil. El presidente y profesor del Departamento de Radiología de la facultad de Medicina de cierta universidad indicó que la TAC puede ayudar a que las operaciones sean más directas, pues dan información detallada a los cirujanos respecto a lo que van a encontrar dentro de usted. “El escáner se lo sirve en bandeja”, dijo ese profesor. De modo que la TAC supone una gran ventaja tanto para el médico como para el paciente.
No obstante, ese tipo de escáners también tienen sus limitaciones. Aunque pueden localizar muchos problemas, y con frecuencia en una etapa temprana que permite su curación, las TAC de por sí no pueden curar nada. Es cierto que pueden reemplazar varios procedimientos exploratorios muy incómodos y a veces peligrosos, sin embargo, no siempre pueden sustituir la cirugía. Además, usted no puede ir a su médico y pedirle que le haga un escáner cada vez que le duele la cabeza. Recuerde que todos los rayos X suponen un peligro para la salud, que aunque muy ligero, es considerable, y por eso nadie debería someterse a ellos sin buenas razones médicas. De todas formas, si su médico recomienda que se le haga una TAC, alégrese de que esta sorprendente técnica esté disponible.
[Fotografía en la página 26]
Introduciendo al paciente en la TAC
[Reconocimiento]
Camerique/H. Armstrong Roberts