Hospitales. Cuando el paciente es usted
“La primera vez que ingresé en un hospital, sentí de repente como si hubiera perdido el control de mi vida y simplemente me hubiera convertido en un dato más.”—Marie G.
“Recuerdo mi primera visita como paciente. Me sentí totalmente vulnerable e indefensa.”—Paula L.
¿HA ESTADO ingresado alguna vez en un hospital y ha experimentado las reacciones antes citadas? Sea que haya estado o no, tiene que reconocer que pocas personas dedican tiempo a pensar en lo que significa ser paciente. No obstante, esa perspectiva puede convertirse en una realidad en cualquier momento. Por ejemplo, en 1987 una de cada siete personas en Estados Unidos tuvo que ser hospitalizada. Las estadísticas varían por todo el mundo, pero si es una persona prudente ¿qué preparativos debería hacer para tal eventualidad?
“La medida más eficaz para proteger su salud es asegurarse de que el ingreso es realmente necesario”, comenta el doctor Sidney Wolfe, director del Public Citizen Health Research Group (Grupo de investigación pública sobre la salud del ciudadano). Sin importar dónde viva, si enferma tiene el derecho y la obligación de informarse sobre los detalles de su problema de salud. Normalmente, su propio médico puede proporcionarle respuestas satisfactorias.
No obstante, si surge cualquier duda se recomienda buscar la opinión de otro facultativo. En algunos países, las compañías de seguros incluso requieren una segunda opinión antes de sufragar ciertos tipos de cirugía mayor. Tampoco es raro que se busque incluso una tercera opinión para resolver las discrepancias sobre diagnósticos y tratamientos. La clave es: sea que haya una opinión o más, el paciente que actúa con sabiduría necesita tiempo para determinar por sí mismo si es necesario o aconsejable ese tratamiento.
Ingresos de urgencia
Sin duda, en una emergencia puede que no haya tiempo para consultar a varios médicos. Quizás el paciente se halle inconsciente y no pueda hablar ni escribir al ingresar en el hospital. A veces los médicos deben actuar de inmediato, incluso antes de que se pueda localizar a los parientes para determinar los deseos o preferencias del paciente. Tales situaciones subrayan lo necesario y vital de pensar en todo de antemano y planearlo bien.a
Para el paciente testigo de Jehová, esto significa que en todo momento ha de llevar consigo el documento Directriz/Exoneración Médica debidamente cumplimentado y actualizado. En esta tarjeta, el paciente expresa de antemano su voluntad respecto a la atención médica y proporciona información esencial para que el personal médico se ponga en contacto con parientes u otras personas que conozcan su voluntad. Aunque no abarca todas las posibles situaciones, sirve como documento legal que habla por la persona cuando esta no puede hacerlo.
También es muy útil que en caso de emergencia un amigo o pariente que conozca sus preferencias médicas y convicciones religiosas vaya al hospital para apoyarle. Tanto si eso fuera posible como si no, el documento Directriz/Exoneración Médica actualizado puede ser un día el factor determinante para que se respeten sus derechos.
Incluso si una persona no es un ministro bautizado de los testigos de Jehová y no posee este documento, puede preparar una declaración similar (preferiblemente escrita a máquina). En ella debería especificar sus preferencias respecto al tratamiento médico, establecer cualquier limitación e indicar con quién deberían ponerse en comunicación si se produjera una emergencia.
Cómo rellenar formularios y declaraciones
Los derechos del paciente varían por todo el mundo. (Véase el recuadro de la página 7.) En algunos países tales derechos se han ampliado de forma notoria en los últimos años. A un médico no se le permite administrar ningún tratamiento sin que el paciente dé su consentimiento, que por lo general se ha de indicar por escrito. Esta es una de las razones por las que los hospitales pueden tener sus propios formularios para que usted los firme. Si ese es el caso donde usted vive, la información que aparece a continuación puede serle útil.
Lea con mucha atención todos los formularios que le presenten antes de firmarlos, ya que su firma supone que está de acuerdo y acepta todo lo que el formulario establece. No deje que nadie le obligue a rellenar apresuradamente un formulario de ingreso o de consentimiento de tratamiento sin haberlo leído con minuciosidad. Si no está de acuerdo con cierta parte, tache lo que no proceda. Incluso si alguien alega que se trata de un formulario del hospital y que no puede alterarse, a pesar de todo, sigue siendo un contrato legal y no pueden obligarle a firmar nada con lo que no esté de acuerdo. Aunque no queremos parecer irrazonables, es importante no transigir en este asunto: usted tiene el derecho de negarse a dar su aprobación a cualquier cláusula de un formulario.
Examine cada párrafo con cuidado, especialmente respecto al consentimiento de cirugía o cualquier uso de la sangre. Algunos testigos de Jehová se han sorprendido al ver lo que decían formularios de hospitales supuestamente diseñados para ellos. Aunque al principio se declaraba que deberían respetarse los deseos del paciente en cuanto a la sangre, un párrafo posterior declaraba algo como: ‘En caso de emergencia, o si el médico lo juzga necesario, se reserva el derecho de administrar sangre’. Además, como el mandato de Dios a los cristianos es que se abstengan de sangre, es una buena costumbre escribir: “No acepto transfusiones de sangre” en todos los documentos que le traigan para firmar. (Hechos 15:28, 29.) Eso aclarará su postura ante todo el personal. La realidad es que cada vez más pacientes se niegan a aceptar transfusiones de sangre, pues no quieren correr el riesgo de contraer hepatitis, sida u otras enfermedades mortales.b
En algunos países los derechos del paciente son más limitados que los ya mencionados. En esas zonas, el médico es la ley y se considera que el paciente está más o menos a su merced. Un médico occidental que visitó un país africano comentó: “Tampoco estaba preparado para la interrelación médico-paciente [...] Los pacientes nunca hablaban a no ser que se les dirigiera la palabra ni cuestionaban a los médicos”. Aunque tal costumbre pudiera crear más problemas al paciente, el cristiano prudente debería insistir —de forma respetuosa pero firme— en que se respetara su derecho fundamental a la integridad física y a participar en las consideraciones que afecten a su propia salud.
Diálogo con el personal médico
Su médico debería ser su principal defensor y fuente de información, por lo que es muy importante escogerlo con cuidado. Un escritor comentó: “Hay que reconocer que los médicos son personas como todas las demás. Tienen la misma gama de valores positivos y negativos que los demás. La mayoría intenta hacer lo máximo posible por sus pacientes, pero algunos están predispuestos a pensar que esto les da derecho a tomar decisiones por el enfermo. Si las creencias o la personalidad de un médico chocan con las suyas, trate de encontrar otro”.
Antes de dar su consentimiento a cualquier tratamiento intente que respondan a sus preguntas de forma completa y satisfactoria. (Véase el recuadro de la página 8.) Si no entiende algo no se avergüence de preguntarlo. Pida una explicación sencilla y en términos comunes. También sería prudente que en algún momento de la conversación con el médico agradezca sinceramente el que comprenda que su posición como paciente se basa en sus creencias religiosas.
Trate de establecer una relación amistosa con el personal encargado de atenderlo, como las enfermeras, porque pueden ser de gran ayuda para su cuidado y recuperación. Cuando traigan medicamentos o inyecciones, asegúrese de que son realmente para usted. Es una muestra de sabiduría práctica, ya que se cometen errores aunque se tengan las mejores intenciones.
Puede que el personal del hospital parezca demasiado atareado, pero recuerde que la mayoría ha elegido este trabajo porque se preocupa por la gente y sinceramente quiere ayudar. Puede colaborar con ellos expresando con claridad sus necesidades o preocupaciones. Ninguna enfermera (ni ningún otro profesional) tiene derecho a someterle a abuso verbal, como pudiera ser: “Morirá a menos que acepte este tratamiento”. Informe de cualquier abuso de este tipo a la administración del hospital, así como a sus parientes o ministro religioso, quienes podrían estar en la posición de hablar a favor de usted.
¿Qué hacer cuando surge un problema?
En algunas ocasiones, a pesar de aplicar tales recomendaciones, el paciente se ha encontrado en profundo desacuerdo con el médico. Aunque no suele ocurrir a menudo, ¿qué haría usted si de repente se encontrara en esa situación?
Primero, trate de no perder la calma. Por lo general, son momentos difíciles para todos los implicados, pues las emociones se alteran mucho. Así, el que usted permanezca en calma, sea razonable y respetuoso puede ser de gran ayuda. Segundo, considere y recurra a todos los medios posibles. Puede que el hospital tenga un representante de los pacientes con quien usted pueda ponerse en comunicación y al que pueda pedir ayuda.
Los testigos de Jehová suelen ponerse en comunicación con los ancianos de sus congregaciones. Estos consejeros sabios y experimentados incluso pueden ayudar a encontrar un hospital dispuesto a cooperar si la situación es tan grave que requiere un traslado.c Los verdaderos cristianos también se acuerdan de confiar en el poder de Jehová Dios. En situaciones difíciles quizás no haya una respuesta única, que lo abarque todo, y por nosotros mismos quizás no sepamos adónde dirigirnos. Muchos han descubierto que después de hacer todo lo humanamente posible, acudir a Jehová en oración no solo los consoló, sino que también trajo soluciones imprevistas. (1 Corintios 10:13; Filipenses 4:6, 7.)
Es muy probable que usted no experimente esos problemas, pero convendría hacer planes por anticipado. Recuerde también que mientras esté ingresado en el hospital se espera algo de usted. El hospital es un lugar excelente para mostrar cualidades cristianas, como la paciencia y la gratitud por la bondad que se nos muestra, especialmente hacia los que nos ayudan. Una breve carta de agradecimiento al personal del hospital o incluso un pequeño regalo como expresión de nuestro aprecio produce una impresión duradera. Su estancia en el hospital puede darle la oportunidad de testificar mediante su conducta ejemplar, contribuyendo de esta forma a la buena reputación de los verdaderos cristianos como pacientes. (1 Pedro 2:12.)
[Notas a pie de página]
a Hace mucho un escritor bíblico subrayó en un proverbio inspirado el valor de tal preparación: “El precavido descubre el peligro y se guarda; el inexperto sigue adelante e incurre en el daño”. (Proverbios 22:3, Pontificio Instituto Bíblico.)
b Consulte el folleto ¿Cómo puede salvarle la vida la sangre? (1990), publicado por la Sociedad Watchtower Bible and Tract de Nueva York, Inc.
c Como se explica en el artículo de la página 12, los testigos de Jehová disponen de ayudas valiosas para tratar con los problemas médicos y con el personal hospitalario.
[Recuadro en la página 5]
Si tiene que estar ingresado en el hospital
Control de la hospitalización:
□ 1. Lleve el documento Directriz/Exoneración Médica actualizado o una declaración de su voluntad, escrita y firmada.
□ 2. Escoja cuidadosamente a su médico.
□ 3. Asegúrese de que es necesario el ingreso.
□ 4. Lea y rellene los formularios de ingreso con minuciosidad. Si es testigo de Jehová, identifíquese en seguida como tal.
□ 5. Lleve la mínima cantidad posible de objetos personales, como bata, artículos de higiene y publicaciones.
□ 6. Deje en casa todas las joyas y lleve la mínima cantidad de aparatos eléctricos y de dinero.
[Recuadro en la página 7]
Lista de derechos del paciente
Cuando un paciente ingresa en el hospital no debe sentirse impresionado por el ambiente y creer que se ha convertido en una nulidad. Tiene derechos que la mayoría de los hospitales y personal hospitalario se alegran de respetar. Los siguientes derechos están condensados y se basan en una lista de diez que aparecen en el libro How to Stay Out Of the Hospital (Cómo permanecer fuera del hospital), de Lila L. Anastas, enfermera diplomada.d
El paciente tiene derecho a:
1. Atención considerada y respetuosa a cargo de personal competente.
2. Recibir información médica completa y al día sobre su diagnóstico, tratamiento y pronóstico en términos que el paciente entienda.
3. Que su médico le proporcione la información necesaria para dar un consentimiento informado antes del comienzo de cualquier procedimiento y tratamiento. El paciente también tiene derecho a estar informado en caso de haber alternativas médicas importantes.
4. Rechazar el tratamiento hasta el grado que permita la ley.
5. Respeto absoluto por la confidencialidad del plan de su tratamiento médico.
6. Confiar en que todas las comunicaciones e informes respecto a su tratamiento se traten de forma confidencial.
7. Esperar que dentro de sus posibilidades el hospital satisfaga de forma razonable la petición de un paciente de ser atendido o trasladado a otra institución si esto es médicamente permisible.
8. Obtener información respecto a las relaciones del hospital con cualquier otra institución sanitaria o educativa que esté relacionada con el cuidado del paciente.
9. Saber si el hospital se propone que su cuidado o tratamiento sirvan para experimentación.
10. Esperar que el tratamiento continúe por un tiempo razonable y saber de antemano los médicos disponibles y el lugar de sus consultas.
[Nota a pie de página]
d El libro The Rights of Patients—The Basic ACLU Guide to Patient Rights (Los derechos del paciente: Orientaciones básicas propuestas por la ACLU [una guía de la Unión Americana de los Derechos Civiles]) anota 25 derechos en su “Modelo de lista de derechos de los pacientes”.
[Recuadro en la página 8]
Protección y participación del paciente
“De la misma forma que ningún acusado debería comparecer ante un tribunal sin un abogado, tampoco debería ningún paciente entrar en hospitales de una gran ciudad sin un miembro de su familia o amigo íntimo dispuesto a ocuparse de sus intereses y ser su portavoz en caso de necesidad.”—June Bingham, The Washington Post, 12 de agosto de 1990.
“A través de los tiempos, la idea de que el paciente tome parte en las decisiones médicas ha sido ajena al pensamiento y la práctica en medicina. Los pacientes han aprendido por amarga experiencia que preguntar demasiado puede alejarles de nosotros, ya que muchas veces tales preguntas nos molestan.
”Aun así, la idea de que sabemos qué es lo mejor para los intereses de nuestros pacientes y que por lo tanto podemos favorecerlos sin preguntarles es tan claramente errónea que uno no puede menos que maravillarse del fervor con que se ha defendido este concepto [...]
”Puede que no estemos de acuerdo con los pacientes, incluso que discutamos con ellos o que los persuadamos con halagos, pero la razón de hacerlo es porque nos interesamos por su bienestar. No obstante, en última instancia debemos respetar lo que los pacientes quieran o no quieran de nosotros.”—Doctor Jay Katz, psiquiatra, profesor de la Universidad de Yale, The Medical Post, Canadá.
“Los pacientes no son niños y los médicos no son padres. [...] En realidad, resulta extraño tener que recordar a los estudiantes de Medicina como también a los médicos, que los pacientes también llevan a su cita con el médico sus propias expectativas [...] poder confiar en los médicos y que estos confíen en ellos, que se les permita ser autónomos y no se abuse de su confianza, que se les hable y escuche, que se les trate como a iguales y que no se les intente manejar, que se respete su estilo de vida y que se les permita vivir de la forma que desean.” (The Silent World of Doctor and Patient [El silencioso mundo entre médico y paciente], del doctor Jay Katz.)
“La prestación de asistencia comienza en nuestro primer encuentro con el paciente. Unos cuatro millones de interacciones con los pacientes cada día dan a los médicos americanos la oportunidad de demostrar no solo nuestra competencia, sino también nuestro interés genuino y devoción por cada paciente individual al que tratamos.”—James E. Davis, doctor en Medicina y presidente de la Asociación Médica Americana.