Obstáculos para la paz entre el hombre y los animales
Escenas como la de la portada de esta revista cautivan a los niños y con frecuencia también atraen a los adultos.
¿Por qué reacciona así el ser humano? ¿Es tan solo un sueño de niños pensar que algún día reine verdadera paz entre el hombre y hasta el más feroz de los animales? ¿O podrá ser realidad?
El hombre es un obstáculo
Un gran obstáculo es el propio hombre. Como dice un antiguo proverbio, “el hombre ha dominado al hombre para perjuicio suyo”. (Eclesiastés 8:9.) El registro que el ser humano tiene de perjudicar a sus congéneres se refleja en el trato que da a los animales.
Por ejemplo, en la antigua Roma se capturaban muchas fieras para luego enfrentarlas en la arena. En el año 106 E.C. el emperador romano Trajano organizó unos juegos donde, para satisfacer la sed de sangre de los crueles espectadores, murieron 10.000 gladiadores y 11.000 animales.
Es cierto que este espectáculo en particular ya no está de moda hoy día, pero la lista creciente de especies extintas y en peligro de extinción muestra que algo va mal en el trato que el hombre da a los animales. Con la explosión demográfica se reduce el hábitat de los animales salvajes, mientras que la codicia humana propicia la demanda de pieles, cuernos y colmillos de animales exóticos. Algunos expertos temen que con el tiempo los únicos ejemplares de las especies más grandes estarán confinados en parques zoológicos.
Devoradores de hombres
Es posible que otro obstáculo para la paz lo constituyan algunos animales salvajes mismos. En África y Asia no son infrecuentes los informes de que animales salvajes han atacado y matado a seres humanos. El libro The Guinness Book of Animal Facts and Feats (El libro Guinness de hechos y hazañas de los animales) dice que algunos miembros de la familia de los félidos “probablemente sean responsables de casi mil muertes anuales”. Tan solo en la India, los tigres matan todos los años a más de cincuenta personas. En ese país, algunos leopardos también se han hecho devoradores de hombres.
En su libro Dangerous to Man (Peligroso para el hombre), Roger Caras explica que los leopardos a veces se convierten en devoradores de hombres cuando, después de alguna epidemia, comen cadáveres humanos. También afirma que a dichas epidemias muchas veces le han “seguido meses de terror a medida que los leopardos cedían a su nuevo gusto por la carne humana y comenzaban a matar”.
Pero Caras comenta que las epidemias no son la causa de todos los ataques de leopardos. Otra causa es la excitabilidad del animal, sobre todo cuando se encuentra cerca de niños.
En la India, un leopardo mató a 125 personas durante los años 1918-1926, según registró el coronel J. Corbett en su libro The Man-Eating Leopard of Rudraprayag (El leopardo devorador de hombres de Rudraprayag). Décadas después, en el distrito de Bhagalpur, unos leopardos devoradores de hombres mataron a por lo menos 82 personas.
Un guarda de coto de Tanganyika (ahora parte de Tanzania) explicó que en 1950 pasó cinco meses tratando de cazar infructuosamente a un leopardo devorador de hombres que había aterrorizado a la gente de la aldea de Ruponda y sus alrededores. Por fin, después de haber matado a 18 niños, fue atrapado por un aldeano africano. Otro leopardo mató a 26 mujeres y niños en la aldea de Masaguru.
Considere también el caso del león africano. Cuando opta por devorar personas, las víctimas a menudo son hombres adultos. “En los veintitrés años que llevo en el Departamento de Caza —escribe C. Ionides en su libro Mambas and Man-Eaters (Las mambas y los devoradores de hombres)— he matado a más de cuarenta leones, en su mayoría devoradores de hombres, mientras que el resto, o bien iban camino de serlo o bien se alimentaban de ganado.” Según Ionides, los leones se convierten en una amenaza para el hombre cuando este reduce de forma drástica la cantidad de animales que constituyen su presa habitual.
Se predice paz por toda la Tierra
A pesar de tales obstáculos para que el hombre y los animales convivan en paz, la Biblia dice: “Toda especie de bestias salvajes [...] ha de ser domada y ha sido domada por el género humano”. (Santiago 3:7.)
Asimismo, la Biblia predice en Ezequiel 34:25: “Celebraré [dice Dios] con ellas un pacto de paz, y de veras haré que la bestia salvaje dañina cese de la tierra, y realmente morarán en el desierto en seguridad, y dormirán en los bosques”.
¿Son esas profecías bíblicas tan solo un sueño poco realista? Antes de rechazar la perspectiva de que algún día el hombre y los animales convivan pacíficamente en toda la Tierra, considere algunos detalles que apoyan la veracidad de tales afirmaciones. Hay ejemplos bien documentados de la asombrosa armonía que puede haber entre personas amantes de los animales y animales potencialmente peligrosos.