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  • ¿Qué puedo hacer para que me deje en paz?

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  • ¿Qué puedo hacer para que me deje en paz?
  • ¡Despertad! 1991
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¡Despertad! 1991
g91 22/5 págs. 12-14

Los jóvenes preguntan...

¿Qué puedo hacer para que me deje en paz?

David es el muchacho más popular de la escuela. De pronto, para la envidia de las demás chicas, ¡se ha interesado en ti! Ya te ha pedido varias veces que salgas con él y tú le has dicho siempre que no. Pero David insiste en que nunca ha sentido por ninguna otra lo que siente por ti, y que no aceptará un simple no como respuesta. Tú no quieres herir sus sentimientos, pero sabes lo que probablemente está pensando. ¿Por qué no puede dejarte en paz de una vez?

HOY día las jóvenes (y con frecuencia los jóvenes también) suelen verse acosadas por compañeros de escuela y de trabajo que manifiestan un interés romántico en ellas no correspondido. Muchas veces las proposiciones son una clara invitación a participar en inmoralidad sexual. ¿Cómo reaccionarías si eso te sucediese a ti?

Un artículo de la revista Psychology Today dice: “Si un hombre te propone relaciones sexuales, mediante una insinuación o con gestos, tienes que responder de inmediato. Si no lo haces, tu silencio le dará pie para continuar intentándolo”. De modo que debes hacer algo, ¿pero qué?

Por qué cuesta decir que no

Una joven llamada Sherron admite sin rodeos: “Si el chico es feo no suele costar decir que no”. El problema es que a todos nos gusta recibir atención. Y cuando la atención proviene de alguien a quien admiramos o encontramos atractivo, no es fácil rechazarla. Pero pregúntate: “¿Comparte esa persona las metas, el punto de vista espiritual y las normas morales que yo tengo?”. (2 Corintios 6:14.) Si no es así, el que tú correspondas a sus proposiciones puede conducirte a la desdicha.

También es posible que tengas que encararte a una fuerte presión de grupo para que vayas en contra de tus principios religiosos. La joven Dana comenta: “Mis compañeras de trabajo me presionan para que vaya a bailar con ellas, y me preguntan por qué no salgo con ningún chico”. Si todavía vas a la escuela, es posible que tus compañeras también te insten a que salgas con algunos de los chicos con los que estudias. Esta clase de presión fácilmente puede debilitar tu resolución. ¿Qué puedes hacer para fortalecerla?

Establece límites

Un antiguo refrán dice: “Más vale prevenir que curar”. Y María lo secunda, pues dice: “Me identifico como testigo de Jehová”. Cuando los chicos saben que tienes elevadas normas morales, es menos probable que te molesten.

El arreglo personal apropiado también influye mucho cuando no se quiere recibir cierto tipo de atenciones. Una ejecutiva de Nueva York se dio cuenta de ello cuando empezó a tener problemas con los hombres de su lugar de trabajo. Ella dice: “Aunque me tomaba el trabajo en serio, mi apariencia lo desmentía. Así que para trabajar empecé a recogerme el cabello en un moño y a llevar blusas de algodón, gafas formales y trajes sastre. Ahora tengo un aspecto serio que indica que estoy aquí para trabajar, no para flirtear”. Por supuesto, tu situación quizás no requiera que adoptes esa apariencia, pero el caso ilustra muy bien lo necesario que es asegurarte de que tu indumentaria y forma de arreglarte den la impresión adecuada. (1 Timoteo 2:9.)

Otro factor importante es la clase de amigos que escoges. La Biblia advierte: “El que está andando con personas sabias se hará sabio, pero al que está teniendo tratos con los estúpidos [en sentido moral] le irá mal”. (Proverbios 13:20.) De modo que no te relaciones con los que cuentan chistes de tono subido o que se jactan de sus aventuras sexuales, ni siquiera los escuches, pues si lo haces, otros podrían formarse una idea equivocada de ti. La joven Erica explica que cuando la conversación de sus compañeros empieza a pasarse de la raya, les dice: “Bueno, creo que ya es hora de irme”, y ellos saben a lo que se refiere.

Sé “un muro”

Pero a veces, el que dejes bien establecido que eres cristiana no basta para frenar a algunos muchachos. (“¿Y qué más da que seas cristiana?”, razonó cierto joven. “Sigues siendo una mujer y yo un hombre.”) ¿Cómo manejarías una situación de ese tipo? Fíjate en el ejemplo bíblico de la doncella sulamita, a quien le hizo la corte uno de los hombres más ricos, sabios y poderosos de la Tierra: el rey Salomón. Sin embargo, ella ya estaba enamorada de un humilde pastor de su pueblo natal. ¿Qué podía hacer para que Salomón la dejase en paz?

Para empezar, tenía una opinión equilibrada de sí misma, pues dijo: “Un simple azafrán de la llanura costanera soy”. (El Cantar de los Cantares 2:1.) Es básico que tengas una disposición humilde como esa, pues el principal medio que utilizan los seductores es la adulación. La sulamita era lo bastante modesta como para caer en esa trampa. Y cuando sus compañeras, las “hijas de Jerusalén”, la presionaron para que aceptara a Salomón, ella las puso bajo juramento ‘de que no trataran de despertar ni excitar amor en ella sino hasta que este se sintiese inclinado’. (El Cantar de los Cantares 3:5.) El dar a conocer a tus compañeras cuál es tu posición puede también contrarrestar parte de la presión que ejercen en ti.

Pero lo más importante es que la sulamita estaba determinada a resistir todos los intentos del rey por persuadirla. “Soy un muro”, declaró con orgullo. (El Cantar de los Cantares 8:10.) Tú tienes que demostrar la misma resolución cuando te hagan proposiciones impropias. Al igual que la sulamita, tienes que aprender a decir que no. Si te resulta difícil, practica a decir que no en situaciones más intrascendentes. Acostúmbrate a defender lo que crees, y cuando se te presenten situaciones serias, estarás mejor preparada para manejarlas.

No cedas

Consideremos ahora algunas tretas que utilizan los chicos y cómo deberías verlas:

“Todo el mundo lo hace.” ¡No te lo creas! Una encuesta llevada a cabo por la organización Planned Parenthood (Maternidad planeada) reveló que el 53% de las muchachas estadounidenses de diecisiete años ha participado en relaciones sexuales inmorales. No obstante, eso todavía deja un 47% que no ha participado en esas relaciones, y en ese grupo estás tú. Además, los cristianos no ‘siguen tras la muchedumbre’, es decir, no se dejan llevar por la corriente cuando otros violan principios bíblicos. (Éxodo 23:2.)

“No eres madura.” ¡Al contrario! La Biblia califica de maduros “a los que mediante el uso tienen sus facultades perceptivas entrenadas para distinguir tanto lo correcto como lo incorrecto”. (Hebreos 5:14.)

“Me lo debes.” Tú no tienes el deber de satisfacer los deseos sexuales de nadie —ni de un condiscípulo, ni de un jefe, ni de un amigo, ni de nadie—. Y nadie tiene el derecho de exigírtelo.

“Vive para hoy. Quién sabe si mañana estaremos muertos.” Como cristianos, esperamos la vida eterna. No podemos permitir que un momento de placer sexual ilícito destruya una eternidad de felicidad. (1 Corintios 15:32-34.)

Tales proposiciones engañosas requieren respuestas claras y a veces hasta categóricas. Y si alguien persiste, quizás necesites meditar bien cuál sería la mejor manera de responder a esa persona. (Proverbios 15:28.) Digas lo que digas, cuando rechaces sus proposiciones demuestra que hablas en serio; no te comportes como si la situación te divirtiera o abochornara.

La autora Joyce Jillson sugiere también: “Si realmente quieres zanjar la cuestión de una vez por todas, ponte a hablar de religión”. Muchas cristianas jóvenes han comprobado la veracidad de esta afirmación. Una muchacha dice: “Cuando alguien trata de hacerme una proposición amorosa, saco La Atalaya”. En efecto, una de las mejores defensas es dejar bien claras cuáles son tus creencias. Haz saber al muchacho por qué rechazas sus proposiciones. No es que lo rechaces a él como persona, sino el proceder que quiere seguir. Tal razonamiento es especialmente útil si a ese chico lo tienes que ver cada día. Y si muestra algún interés en el mensaje de la Biblia, un varón de la congregación cristiana puede seguir cultivándolo.

Lamentablemente, hay personas con las que no se puede razonar. En esos casos, todo lo que puedes hacer es exponer tu postura con claridad y seriedad, y después marcharte. Si te sigue acosando o la situación te resulta demasiado difícil de manejar, habla con tus padres. Quizás te den alguna sugerencia o hasta decidan intervenir. En algunos casos, puede que te encuentres en una situación en la que lo mejor que puedes hacer es huir. (Compárese con Génesis 39:12.)

Cabe la posibilidad de que sufras abuso verbal o burlas como resultado de tu posición, pero no te desanimes. Al igual que la sulamita, si eres firme disfrutarás de la paz mental que produce hacer lo correcto. (El Cantar de los Cantares 8:10.) Además, no todos los muchachos reaccionarán mal. El rey Salomón, aunque despreciado por la doncella, no pensó mal de ella. Al contrario, escribió en su alabanza una de las canciones de amor más hermosas que jamás se han compuesto. De igual manera, la mayoría de los muchachos respetarán tu valerosa posición. Pero, ¿y si no la respetan? Aun así, continúa teniendo la misma resolución que la sulamita. Sé “un muro”, y no una “puerta”, que se abra con facilidad. (El Cantar de los Cantares 8:9.) Nunca olvides que tu bienestar eterno y tu dignidad están en juego.

[Fotografía en la página 13]

¿Cómo puedes tratar a los muchachos que no aceptan que les digas que no?

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