El lugar que ocupan los deportes
EN LA Biblia se dice que el Magnífico Creador es el “Dios feliz”, y quiere que sus criaturas sean felices. (1 Timoteo 1:11.) De modo que no debería sorprender que crease a los humanos con la capacidad de disfrutar del juego. The New Encyclopædia Britannica comenta: “La historia del deporte y los juegos forma parte de la historia del hombre”.
Se dice que la aparición de la pelota ha sido el factor más significativo en la historia de los juegos. “El ver que los animales disfrutan de jugar con cualquier cosita —dice la enciclopedia que acabamos de citar— da a entender que posiblemente no ha habido un tiempo [...] en el que no se persiguiese o lanzase un objeto a modo de pelota.”
Es interesante el hecho de que desde tiempos antiguos también se ha utilizado algún instrumento para golpear la pelota. “Los persas, los griegos y los amerindios usaban palos en algunos de sus juegos —indica la Britannica—. Parece ser que un juego parecido al polo (palabra de origen tibetano) era común entre los persas del tiempo de Darío I (quien reinó desde 522 hasta 486 a. de J.C.). Aunque Escocia afirma que el golf tal como lo conocemos hoy se originó en sus tierras, tuvo respetables antecedentes en los tiempos de Roma y en muchos países europeos.”
Se empieza a dar importancia a los juegos
Siglos antes de que se terminaran de escribir las Escrituras Hebreas (“Antiguo Testamento”), los deportes organizados ya gozaban de popularidad. Por ejemplo, en Olimpia (Grecia) se celebraban unos juegos cada cuatro años. La Britannica dice: “Se conservan registros de los que vencieron en Olimpia entre los años 776 a. de J.C. y 217 A.C.”, un período de casi mil años. Los juegos olímpicos eran tan importantes en la vida de los griegos, que se contaba el tiempo por olimpiadas, término con que se designaba al período de cuatro años comprendido entre la celebración de unos juegos y los siguientes. Así, según ese método antiguo de contar los años, Jesucristo nació durante la 194.a olimpiada.
Las Escrituras Hebreas no dicen nada acerca de los juegos organizados, aunque un profeta habla de “las plazas públicas de [...] [Jerusalén] llenas de niños y niñas [jugando]”. (Zacarías 8:5.) Más de cien años antes del nacimiento de Jesús, se introdujeron en Israel las competiciones atléticas griegas. Se construyó un gimnasio en Jerusalén, y hasta algunos sacerdotes descuidaban sus tareas con el fin de participar en los juegos. (2 Macabeos 4:12-15.)
A César Augusto, quien era el emperador romano cuando Jesús nació, le encantaba el atletismo, por lo que los juegos se hicieron populares en Roma. Sin embargo, las competiciones que realmente interesaban a los ciudadanos romanos eran aquellas en las que los contrincantes peleaban, como el boxeo y la lucha. Estos “deportes” muchas veces degeneraban en competiciones violentas y sangrientas, en las que se hacía combatir a unos hombres contra otros o contra bestias en una lucha a muerte.
Los deportes en el “Nuevo Testamento”
No obstante, el que se abusase de los deportes de una forma tan terrible no significaba que estuviese mal participar en ellos. Nunca leemos en las Escrituras que Jesús o sus seguidores condenasen los juegos o el que se participara en ellos. Al contrario, los apóstoles utilizaron con frecuencia rasgos de ellos para ilustrar sus enseñanzas.
Por ejemplo, el apóstol Pablo debía pensar en las carreras pedestres de los juegos olímpicos cuando escribió a los cristianos las siguientes palabras alentadoras: “¿No saben ustedes que los corredores en una carrera todos corren, pero solo uno recibe el premio? Corran de tal modo que lo alcancen”. Y añadió: “Todo hombre que toma parte en una competencia ejerce autodominio en todas las cosas. Pues bien, ellos, por supuesto, lo hacen para obtener una corona corruptible, pero nosotros una incorruptible”. (1 Corintios 9:24, 25.)
En otra ocasión, Pablo dijo que un cristiano debería correr con determinación para ganar el premio de la vida. “Prosigo hacia la meta para el premio de la llamada hacia arriba por Dios”, escribió. (Filipenses 3:14.) Además, cuando ilustró la necesidad de adherirse a las reglas de una vida moral, recordó a Timoteo: “Si alguien compite hasta en los juegos, no es coronado a menos que haya competido de acuerdo con las reglas”. (2 Timoteo 2:5.) Y el apóstol Pedro escribió que los pastores cristianos que cumplen bien con sus tareas “recibirán la inmarcesible corona de la gloria”.
El joven Timoteo seguramente pastoreó a cristianos a los que les gustaban los deportes. Por eso, Pablo le escribió que “el entrenamiento corporal [como el de un gimnasta] es provechoso para poco”, reconociendo que los ejercicios gimnásticos que los griegos practicaban rigurosamente eran de cierto beneficio. “Pero —añadió en seguida— la devoción piadosa es provechosa para todas las cosas, puesto que encierra promesa de la vida de ahora y de la que ha de venir.” (1 Timoteo 4:8; véase la nota al pie de la página.)
El lugar apropiado del ejercicio
De modo que las Escrituras indican que el ejercicio corporal puede ocupar su debido lugar en la vida. Sin embargo, hace falta tener equilibrio, ser razonables. “Llegue a ser conocido de todos los hombres lo razonables que son ustedes”, escribió Pablo. (Filipenses 4:5.) Pero, ¡qué difícil es conseguir ese equilibrio!
Los griegos de la antigüedad concedían importancia excesiva a los juegos, y los romanos practicaban deportes violentos que perjudicaban tanto a los participantes como a los que disfrutaban de tales espectáculos sangrientos. Por otro lado, algunos han reprimido y hasta prohibido los juegos en el nombre de la religión. The New Encyclopædia Britannica comentó: “Las actitudes puritanas del siglo XVII limitaron las diversiones de la gente en Europa y América”.
En los últimos tiempos, los deportes han experimentado un resurgimiento que posiblemente no tiene igual en la historia. “Probablemente, las personas hablan más de los deportes que de cualquier otro tema, aparte del tiempo”, dice The World Book Encyclopedia. Hasta se ha llamado a los deportes “el opio de las masas”.
¿Cuáles son algunos de los problemas que ha creado ese fervor por los deportes? ¿Están usted o su familia sufriendo algún efecto adverso debido a ello? ¿Cómo pueden mantenerse los deportes en el lugar apropiado?