Un balneario encantador
Por el corresponsal de ¡Despertad! en Checoslovaquia
HACE muchos siglos, el emperador Carlos IV de Luxemburgo (del llamado Sacro Imperio) y los que le acompañaban regresaban a casa fatigados tras una cacería infructuosa. De pronto apareció frente a ellos un gran ciervo. Los perros se pusieron a perseguirlo ladrando con todas sus fuerzas y los cazadores, olvidando su agotamiento, los siguieron a buen paso. Finalmente, el ciervo los condujo al borde de un escarpado peñasco y de un salto se lanzó al valle.
Los cazadores y la jauría descendieron por una ruta más segura, aunque más larga, por lo que el ciervo había desaparecido cuando llegaron a la base del peñasco. Pero encontraron otra cosa: las resplandecientes aguas de un manantial de aguas termales que brotaban del suelo. Carlos IV declaró solemnemente que en aquel lugar construiría un balneario que llevase su nombre. Y así fue como se fundó, según la leyenda, Karlovy Vary (Bohemia Occidental, Checoslovaquia).
Aguas termales
¿De dónde proceden esas aguas termales? Según una reciente investigación geológica, parte del agua de lluvia que cae sobre las cercanas laderas se filtra en el suelo y pasa por incontables fisuras de las rocas graníticas. Según se va filtrando a más profundidad, lixivia minerales de las rocas.
Finalmente, cuando llega a una profundidad aproximada de un kilómetro y medio, el agua carbónica, para entonces rica en minerales, aumenta de temperatura al contacto con las rocas calientes. La presión del vapor de agua y el dióxido de carbono procedente de profundidades aún mayores hace que el agua mineral suba. Una vez en la superficie, forma los famosos manantiales termales.
Hay doce manantiales en total, con temperaturas de entre 41 °C (106 °F) y 72 °C (162 °F) Cada manantial difiere de los otros en su contenido mineral, por lo que se dice que las propiedades curativas de cada uno de ellos son diferentes. Se calcula que todas las aguas sacan a la superficie diariamente unos 18.000 kilogramos de compuestos minerales.
Las propiedades curativas de los manantiales
Mucha gente acude a estos manantiales con la esperanza de que se les curen toda clase de enfermedades, desde úlceras, cálculos biliares, alergias a ciertos alimentos y diabetes hasta obesidad y gota. Se dice que estas aguas han aliviado a pacientes que habían sido operados de estómago o intestinos hacía poco o que padecían enfermedades como la hepatitis infecciosa.
Los métodos de tratamiento son complejos, pero se basan principalmente en tomar el agua bebida. Se bebe agua del manantial apropiado tres veces al día una media hora antes de las comidas. El tratamiento también puede incluir baños minerales, baños de ácido carbónico y de oxígeno, reflexoterapia, baños de lodo y otros procedimientos. También puede complementarse con una dieta estricta y ejercicios físicos.
En Checoslovaquia, tanto los médicos como los sindicatos envían a algunos pacientes para que reciban tratamiento en los balnearios. Son tantas las personas que quieren ir, que falta espacio. Hace poco se restauraron muchas de las casas del balneario y se construyeron otras nuevas. No obstante, sigue habiendo escasez de plazas para todos los que quieren utilizar los servicios del balneario. Por eso los visitantes hacen sus reservas con mucho tiempo de antelación.
Una visita a la ciudad
La ciudad de Karlovy Vary tiene un ambiente encantador y sosegado que ha hecho las delicias de los visitantes desde hace mucho tiempo. Las fachadas blancas de las casas construidas en las arboladas laderas ofrecen una vista encantadora, como si fueran pasteles en un escaparate.
A las orillas del río Teplá puede verse a niños echando trozos de pan a las truchas. También es común ver colas de gente en las tiendas esperando comprar los famosos barquillos del balneario, y en los escaparates relucen las piezas de cristal checo. La fábrica de vidrio Moser de Karlovy Vary exporta copas de cristal tallado a todas partes del mundo.
Mientras se camina por los paseos de castaños, rododendros y lilas blancas de Karlovy Vary, se puede oír el canto de los pájaros de los bosques que cubren las colinas circundantes. Por aquí solía pasear el poeta alemán Johann Wolfgang von Goethe con su cuaderno. Él enseñó estas vistas al famoso compositor Ludwig van Beethoven, quien compuso aquí su octava sinfonía.
En efecto, desde el siglo XVII, varios gigantes del mundo de la música han andado por las calles de esta ciudad. Además de Beethoven, han estado en Karlovy Vary personajes como Carl Maria von Weber, Niccolò Paganini, Frédéric Chopin, Franz Liszt y Johannes Brahms. Y fue aquí donde Robert Schumann escuchó entusiasmado a la edad de nueve años un concierto de Ignaz Moscheles, una experiencia que jamás olvidó.
Hace más de un siglo, el emperador Francisco José I de Austria ordenó que se construyesen los Baños Imperiales para él y su familia. Hoy día los pacientes toman sus baños en bañeras de cobre, a diferencia del emperador, que utilizaba una de oro.
Salud completa para todos
Los defectos de la civilización, incluidos la contaminación medioambiental, el apiñamiento, el abuso del alcohol, el tabaco, la inmoralidad y el estilo de vida sedentario, han contribuido a varias de las enfermedades de este siglo XX. Muchas personas acuden a balnearios como el de Karlovy Vary en busca de alivio. Sin embargo, lamentablemente, algunas de esas personas no dejan de fumar ni abandonan su estilo de vida inmoral ni siquiera durante su estancia en el balneario, lo que puede ser muy molesto para los demás visitantes.
Además, hay otro problema. Los alrededores de Karlovy Vary son una gran fuente de riquezas minerales naturales, como el carbón y el caolín. Lo triste es que las industrias que se han creado para aprovechar dichas riquezas minerales han contaminado este hermoso entorno.
De todas formas, parece que muchas personas encuentran alivio de sus dolencias físicas en Karlovy Vary. Las provisiones naturales para la curación son una bendición del Creador, y quizás continúen ayudando a los habitantes de la Tierra hasta que venga el día en que “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:24.)