Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo lograr que se me respete?
“Ponerse a hablar con un adulto a veces es como hablarle a una pared.”—Paul.
“No me gusta nada que los mayores desconfíen de mí.”—Matt.
“Mis padres no me hacen caso o fingen que me escuchan. Les hablas y hablas, y cuando les preguntas si han oído lo que les has dicho, te responden: ‘Claro, claro’, cuando la verdad es que ni siquiera saben lo que has dicho.”—Paula.
RESPETO: ¿por qué costará tanto que se te trate con un mínimo de respeto? Quieres que se te escuche y se te tome en serio, de ahí que te duela mucho que los adultos, sobre todo tus padres, o los de tu edad, te pasen por alto, minusvaloren tus sentimientos, te rebajen cuando hablan o marquen las distancias.
Es natural desear que se nos aprecie. La propia Biblia nos estimula a hallar “favor y buena perspicacia a los ojos de Dios y del hombre terrestre”. (Proverbios 3:4.) Así actuaron los jóvenes devotos de tiempos bíblicos, entre ellos Timoteo, quien tuvo el privilegio de acompañar al apóstol Pablo en sus viajes misionales debido a que se había ganado el respeto de “los hermanos”, quienes “daban buenos informes acerca de él”. (Hechos 16:1, 2.) También tenemos el caso del mismo Jesús, quien en su juventud seguía “progresando en sabiduría y en desarrollo físico y en favor ante Dios y los hombres”. (Lucas 2:52.)
Es cierto que no eres Jesús y que no es fácil ganarse el respeto de los demás cuando se es joven. Por un lado, la Biblia relaciona la juventud con la ‘inexperiencia’ y la energía irrefrenable, a la vez que muestra que el conocimiento y la sabiduría llegan con la edad. (Proverbios 1:4; 20:29; Job 32:6, 7.) Por eso la gente no suele respetar tanto a los jóvenes como a los adultos. ¿Que es algo injusto? Tal vez, pero es una realidad de la vida a la que debes enfrentarte. Por otra parte, muchos jóvenes se han ganado la mala fama que tienen, de modo que algunos adultos creen equivocadamente que todos los jóvenes son “rebeldes”, “irresponsables” o “alocados”.
En algunos países, la cultura, la tradición y los rápidos cambios sociales han distanciado aún más a los jóvenes de los adultos. En África, por ejemplo, muchos jóvenes han recibido mejor educación que sus padres. Además, puede que choquen constantemente con los mayores, que siguen las normas tradicionales y que suelen exasperarse por lo que consideran falta de respeto o incluso rebelión juvenil.
Independientemente de tu situación, tendrás que tomar la iniciativa y esforzarte si deseas ganarte el respeto de los demás, pero puedes lograrlo.
Hay que ganárselo
En primer lugar, ten en cuenta que la gente no te va a respetar solo porque tú quieras o porque les obligues, sino que te tienes que ganar el respeto. En tiempos bíblicos, a Job se le respetaba mucho en su comunidad, como lo muestran estos recuerdos suyos: “Los jóvenes, al verme, se hacían a un lado y los ancianos se ponían de pie”. No obstante, está claro que se había ganado el respeto por sus buenas acciones, pues explicó: “La gente, al verme o escucharme, me felicitaba y hablaba bien de mí”, sin duda debido a que tenía unos antecedentes coherentes de conducta justa. (Job 29:7-17, Versión Popular.)
¿Qué clase de antecedentes tienes? ¿Has seguido el consejo que Pablo dio a Timoteo: “Que nadie jamás menosprecie tu juventud. Por el contrario, hazte ejemplo para los fieles en el hablar, en conducta, en amor, en fe, en castidad”? (1 Timoteo 4:12.) Tú también puedes ser un ejemplo digno de respeto. El estudio de la Palabra de Dios puede ayudarte a lograrlo, pues el salmista dijo: “¡Cómo amo tu ley, sí! [...] He llegado a tener más perspicacia que todos mis maestros, porque tus recordatorios me son de interés intenso. Me porto con más entendimiento que hombres de más edad, porque he observado tus propias órdenes”. (Salmo 119:97, 99, 100.)
Tus compañeros cristianos te respetarán si adquieres esa perspicacia espiritual. No obstante, nota que tú también tienes que ‘observar’ o poner por obra el consejo de la Biblia. Un joven africano llamado Charles se tomó a pecho el mandato bíblico de ‘hacer discípulos’, se hizo evangelizador de tiempo completo cuando tenía dieciséis años y en la actualidad sirve en una sucursal de la Sociedad Watch Tower. (Mateo 28:19, 20.) Su ejemplaridad en la obra de predicar le ha hecho ganarse el respeto de otros y le ha dado mucho gozo, como lo muestran sus palabras: “La vida en este servicio es fascinante. Trabajar codo a codo con hombres devotos que tienen mucha experiencia me ha hecho madurar. Siento una alegría incomparable”.
Cómo ganarse el respeto
Otra manera importante de ganarse el respeto es manteniendo una conducta ejemplar. Salomé, una joven Testigo africana, recuerda así su juventud: “En vez de pasar por el aro de la mayoría, siempre luché mucho por defender los principios cristianos. Trataba de ser seria, educada y respetuosa con los demás, incluso con los niños”. Aunque a veces se rían de ti y te gasten bromas por ser distinto (1 Pedro 4:4), es fácil que, al igual que le ocurrió a Salomé, los demás te respeten, aunque sea a regañadientes.
Nota además que Salomé se afanó por ser respetuosa con los demás. En vista de que el respeto genera respeto, Romanos 12:10 dice: “En cuanto a mostrarse honra unos a otros, lleven la delantera”. No mostrarías respeto si mintieras o deformaras la realidad, hicieras bromas crueles, convirtieras a los demás en blanco de tus chistes o fueras un mandón o un abusón. Lo único que lograrías a la larga es que te perdieran el respeto que te tuvieran.
Es importante sobre todo honrar y respetar a las autoridades. (1 Pedro 2:17.) Por ejemplo, un oficial de las fuerzas de seguridad dijo: “Los niños casi nunca se dirigen a uno de manera respetuosa”. ¿Cómo tratas tú a las autoridades (maestros, policías y directores de escuela)? Si tienes fama de ser respetuoso con ellas, es mucho más probable que estas te traten con cierto respeto. (Compárese con Mateo 7:2.)
Respeta a las personas mayores
En algunas culturas perviven antiguas normas de cortesía que el joven ha de seguir. En Ghana, por ejemplo, muchas personas mayores no ven con buenos ojos que un joven les hable con las manos en los bolsillos o que les haga gestos con la mano izquierda. Aunque tales reglas sobre modales parezcan raras al ojo occidental y anticuadas incluso a algunos jóvenes africanos, para los cristianos no son objetables. Es más, la Biblia nos invita a no ofender al prójimo innecesariamente. (2 Corintios 6:3.)
Un conocido refrán ghanés dice: “Los niños han de quitar la concha a los caracoles, no a las tortugas”, o, lo que es lo mismo, ciertas funciones deben desempeñarlas los mayores, no los jóvenes. Aunque esto pueda parecerte injusto y degradante, si te empecinas en ir contra la cultura del lugar donde vives usurpando la autoridad de los mayores, lo normal será que te vean como un impertinente. Es mucho mejor que te ganes el respeto ajeno reconociendo que tienes una función subordinada y aprendiendo a cumplir con ella.
La Biblia lee en Levítico 19:32: “Ante canas debes levantarte, y tienes que mostrar consideración a la persona del envejecido, y tienes que estar en temor de tu Dios. Yo soy Jehová”. ¿Ofreces de buena gana tu asiento a las personas mayores cuando vas en un transporte público? ¿Cuidas tu lenguaje y escuchas con respeto cuando conversas?
Cómo lograr que se respeten tus creencias
Ahora bien, ¿qué hay si te faltan al respeto por tus creencias religiosas? Eso les ocurre a los jóvenes testigos de Jehová, a quienes suelen presionar profesores y compañeros para que participen en ceremonias patrióticas y actividades religiosas que violan los principios bíblicos. Otros, incapaces de entender por qué los jóvenes Testigos adoptan posturas tan intrépidas, desprecian sus creencias o incluso puede que les hagan el blanco de su hostilidad.
Considera, sin embargo, el comportamiento de un joven africano a quien llamaremos Teodoro. Él explica: “Nunca hacía novillos, apoyaba todas las actividades que no atentaban contra mi conciencia y, lo que es más importante, siempre dejaba claro desde el principio mi postura como testigo de Jehová”. Su honradez, seriedad y firmes principios le granjearon el cariño de maestros y estudiantes. Teodoro añade: “Tuve que explicar mi postura en varias ocasiones (una vez al director y su equipo), pero siempre respetaron mi criterio”.
Sí, compórtate de manera que te ganes el respeto ajeno. Con cuidado de no imponer tus creencias, has de estar ‘siempre listo para presentar una defensa ante todo el que te exija razón de la esperanza que hay en ti, pero haciéndolo junto con genio apacible y profundo respeto’. (1 Pedro 3:15.) Evita que tu comportamiento haga ‘que se hable injuriosamente de la palabra de Dios’. (Tito 2:5.) Esto implicaría no llevar ropa o peinados estrafalarios ni adoptar una actitud de independencia o rebeldía.
Por supuesto, la Biblia te invita a que te ‘regocijes en tu juventud’, y nadie espera que te portes como un cincuentón. (Eclesiastés 11:9.) Pero si tu habla y conducta son ejemplares, puedes ganarte el respeto y la confianza del prójimo.
[Fotografía en la página 20]
Llevar la carga a una persona mayor es una manera de ganarse su respeto