¿Puede haber en realidad una guerra justa?

DURANTE siglos, la cristiandad ha debatido mucho el concepto de “guerra justa”. La revista Time publicó el año pasado una lista de seis requisitos básicos que los teólogos creen que debe reunir una guerra para que se la pueda catalogar de “justa”. La historia corrobora que ninguna de las guerras respaldadas por la cristiandad ha reunido esos requisitos.

Sin embargo, Armagedón, la guerra que Dios ha prometido traer contra este corrupto sistema de cosas, reúne los seis requisitos propuestos por los teólogos.

“Persigue una ‘causa justa’, como la legítima defensa o la derrota del mal.” Armagedón destruirá todas las partes del mundo inicuo del que Satanás el Diablo es dios. De modo que se puede decir que el guerrero “Fiel y Verdadero” de Dios en Armagedón, Cristo Jesús, “juzga y se ocupa en guerrear con justicia”. (Revelación 19:⁠11; 2 Corintios 4:⁠4.)

“La declara y dirige una ‘autoridad competente’.” A Armagedón se la llama inequívocamente “la guerra del gran día de Dios el Todopoderoso”; es Su guerra. ¿Qué autoridad hay más competente que el mismo Creador del universo? (Revelación 16:14; véase también 11:17, 18; compárese con Isaías 36:⁠10.)

“Es el ‘último recurso’ después de haber fracasado todos los medios pacíficos.” Durante miles de años, el Creador ha animado a la humanidad, incluso le ha rogado, ‘que se reconcilie con Él’ y que ‘le sirva con temor’. Como el hombre ha prestado oídos sordos a las iniciativas de paz y advertencias de Dios, no le ha dejado otra alternativa que la guerra. (2 Corintios 5:20; Salmo 2:2, 10-12.)

“Existe al menos la ‘probabilidad’ de éxito.” Piense en quiénes son los combatientes. Por una parte está el poder colectivo de las naciones de este mundo, con todos sus arsenales de temible armamento. Por la otra, el Creador del universo. Si las naciones detonaran todas sus armas nucleares en una única explosión gigantesca, esta parecería la llama de una cerilla en comparación con el Sol, una de las creaciones de Jehová más pequeñas. Y Él tiene a su disposición todas las poderosas fuerzas de la creación para asegurar el éxito de su guerra. (Isaías 40:15; 54:⁠17.)

“Se conforma al principio de ‘proporcionalidad’: el bien conseguido supera al daño causado.” Analice el futuro sin Armagedón, la guerra de Dios. La humanidad se encamina inexorablemente a la autodestrucción. ¿Cuánto tardaría una raza humana abandonada a sus inclinaciones en arruinar este planeta y arrastrarse ignominiosamente por el camino de la extinción, la última de un siniestro desfile de especies a las que ella misma ha llevado al exterminio? ¿Será una sola tarde de holocausto nuclear? ¿O unas cuantas décadas de contaminación mundial? De cualquier modo, la humanidad está condenada si Dios no interviene en los asuntos humanos. Por otra parte, considere el bien que promete conseguir Armagedón: un pacífico futuro para la humanidad en este planeta, el fin de la contaminación, el fin de la guerra, el fin de la pobreza y el fin de la enfermedad y la muerte. Dios promete: “¡Mira!, voy a hacer nuevas todas las cosas”. (Revelación 21:3-5.)

“Es ‘discriminatoria’, evita dañar a los no combatientes siempre que sea posible.” Armagedón será selectivo. “Los malhechores mismos serán cortados, pero los que esperan en Jehová son los que poseerán la tierra.” (Salmo 37:9.)

Todos aquellos interesados en sobrevivir a esta guerra verdaderamente justa han de aprender cuál es la base para ‘esperar en Jehová’ mediante un estudio personal de Su Palabra.