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  • ¡Despertad! 1992
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¡Despertad! 1992
g92 22/6 págs. 15-17

Los jóvenes preguntan...

¿De dónde puedo sacar el valor para ser diferente?

“En ocasiones la presión de mis compañeros me obliga a hacer lo que creo que está mal, pero como iría contra corriente no hacerlo, me limito a acceder.”⁠—John.

LA PRESIÓN de los compañeros invade todo aspecto de nuestra vida”, comenta la escritora Lesley Jane Nonkin. Tratan de imponerte la manera en que has de vestir, andar, hablar y peinarte. No se permite tener personalidad propia: ¡o te adaptas, o te rechazan!

Los jóvenes cristianos, no obstante, no han de adaptarse a toda costa, pues siguen la regla de Jesús expuesta en Juan 15:19 y “no son parte del mundo” de los impíos.a Ahora bien, estar en el mundo y a la vez no ser parte de él es todo un reto. Es como remar en un mar turbulento: Aunque estés en el agua y rodeado de agua, para sobrevivir hay que tratar de que entre en la barca la menor cantidad posible. De manera similar, los jóvenes testigos de Jehová luchan para que no se infiltre en su vida la actitud impía del mundo.

Pero no siempre es fácil hacerlo, como lo muestra el caso de Eiichiro, un joven Testigo japonés. En su país, jóvenes y mayores se ven sometidos a intensas presiones para adaptarse a la mayoría. “Mi conciencia —comentó Eiichiro⁠— no me permitía participar en ceremonias relacionadas con los emblemas e himnos nacionales, ni tampoco podía aprender artes marciales, pues contravienen los principios de la Biblia.” (Véanse Éxodo 20:4, 5 y Lucas 4:8; Isaías 2:4 y Lucas 10:27.) La actitud de Eiichiro lo destacaba de entre sus compañeros, lo que quizás le resultara un tanto embarazoso.

Los jóvenes Testigos de todo el mundo se enfrentan a situaciones parecidas. “Lo más difícil es lo de las festividades —explica un muchacho cristiano⁠—. Todos los chicos me preguntan: ‘¿Por qué no las celebras?’.” Para cierta adolescente lo más espinoso es “salir o no con chicos”. Otro joven cristiano se queja de la presión para que participe en actividades sociales: “No paran de decirte: ‘¿Es que no vas a ir a la fiesta?’”. Otros jóvenes Testigos han sufrido burlas por negarse a faltar a clase o a hacer trampas en los exámenes. Por ello, es fácil de entender que para ser diferente haga falta mucho valor, y no todos los jóvenes creen tenerlo.

Cierta joven escribió: “Llevo dos vidas: una en clase y otra en casa. En clase me junto con los chicos del mundo. Como es raro que no suelten palabrotas cada vez que abren la boca, me estoy volviendo como ellos. ¿Qué debo hacer?”. La respuesta es clara: ¡Ten valor para ser diferente! ¿Cómo puedes lograrlo?

Cómo obtener el verdadero valor

El valor es la cualidad del ánimo que mueve a acometer resueltamente grandes empresas y a arrostrar peligros o dificultades sin eludirlos. Aunque no todo el mundo tiene esta cualidad, se puede obtener. El apóstol Pablo explicó: “Dios no nos dio un espíritu de cobardía, sino de poder y de amor y de buen juicio”. (2 Timoteo 1:⁠7.) Sí, Dios puede proporcionarte las fuerzas para encararte a los compañeros. (Filipenses 4:⁠13.)

¿De qué manera puedes recibir fuerzas? Un modo muy simple es pidiéndolas, pues Jesús prometió en Juan 16:24: “Pidan y recibirán”. Debes recurrir a la oración sobre todo cuando te veas tentado a claudicar. “Le pido en oración a Jehová que domine mi mente y corazón”, cuenta una joven cristiana.

Jóvenes valerosos de la antigüedad

Algo que también te ayudará a perder el miedo es leer relatos de la Biblia sobre algunos siervos de Dios. Por ejemplo, ¿te da reparo decir que eres testigo de Jehová? Si así es, estudia el pasaje de 2 Reyes 5:1-5, donde se habla de una niña israelita cautiva que tuvo el valor de expresar su fe en público. Otro pasaje emocionante es el de Hechos 4:20, donde los apóstoles dicen con valentía a sus adversarios: “No podemos dejar de hablar de las cosas que hemos visto y oído”. El estudio de estos relatos puede infundirte la misma valentía para hablar.

Otra historia impresionante es la de Daniel y sus tres compañeros adolescentes —Sadrac, Mesac y Abednego⁠—, quienes figuraban entre la flor y nata de la juventud judía que había sido llevada cautiva a Babilonia. El monarca babilonio se proponía prepararlos para asumir relevantes cargos gubernamentales. A fin de que asimilaran el modo de vida babilonio, se despojó a los jóvenes de sus nombres judíos y se les enseñó la lengua y costumbres babilonias. Sus captores trataron, además, de apartarlos de la práctica judía ofreciéndoles “los manjares exquisitos del rey”. (Daniel 1:7, 8.)

Aunque para los babilonios aquellas viandas eran delicias gastronómicas, para los judíos que temían a Dios la comida babilonia era repugnante en sentido religioso. No obstante, parece que, salvo Daniel y sus compañeros, todos los cautivos jóvenes sucumbieron a la tentación. ¡Imagínate la presión a la que posiblemente los sometieron sus compañeros judíos! ¿Cómo reaccionaron ante tales presiones? Lee tú mismo este relato que fortalece la fe. Se encuentra en el capítulo 1 de Daniel. Quizás te ayude a tener el valor de rechazar drogas o bebidas alcohólicas, si alguien te las ofreciese.

‘Sé valiente’

No basta con leer acerca del valor. Para tener el valor que te ayude a soportar la presión de tus compañeros, has de seguir el consejo que dio el apóstol Pablo a los hombres y mujeres de la congregación de Corinto: “Permaneced en la fe, sed valientes y fuertes”. (1 Corintios 16:13, González Ruiz.)

Por ejemplo: Cuando tus padres o los miembros de la congregación no te ven, ¿te cambias de ropa o de peinado a fin de encajar con los jóvenes mundanos, o te apegas a las normas cristianas sin transigir? “Me niego a seguir cada moda nueva que sale”, dice una valiente joven cristiana.

Otra pregunta: ¿Tienes el valor necesario para decirles a tus compañeros de clase que eres testigo de Jehová? Si lo permite la escuela a la que vas, ¿te llevas la Biblia y algunas publicaciones bíblicas? Si surgen situaciones relacionadas con la evolución, las ceremonias patrióticas o las transfusiones de sangre, ¿‘presentas una defensa ante todo el que te exige razón de la esperanza que hay en ti’ (1 Pedro 3:15), o te sientas en tu pupitre callado y angustiado? Jesucristo dijo: ‘El que se avergüence de mí y de mis palabras, yo también me avergonzaré de él’. (Marcos 8:38.)

El cristiano valiente no solo no se avergüenza, sino que se jacta de su esperanza fundada en la Biblia. (Compárese con Hebreos 3:⁠6.) Eiichiro, el joven nipón mencionado antes, aprendió a actuar de este modo. A menudo le preguntaban por qué no participaba en las ceremonias patrióticas o en las artes marciales. ¿Significó una desventaja el ser diferente? “No —explica⁠—, pues llegué a verlo como un reto. El caso es que tenía que preparar respuestas en defensa de mi modo de actuar y también confiar en la ayuda de Jehová, de modo que a la larga las desventajas se volvieron ventajas.”

Aprende a hablar claro también cuando se te presenten tentaciones. Proverbios 1:10-15 dice: “Hijo mío, si los pecadores tratan de seducirte, no consientas. Si siguen diciendo: ‘De veras ven con nosotros [...]’ hijo mío, no vayas por el camino con ellos. Retén tu pie de su vereda”. Naturalmente, no tienes por qué soltarles un sermón. Sharon Scott explica en su libro How to Say No and Keep Your Friends (Cómo disentir y mantener las amistades) que, aunque en ocasiones bastará con que te marches, declines la invitación o te limites a pasarla por alto, habrá veces en que no te quedará más alternativa que hablar claro y comunicar tus razones para no unirte a ellos. Esta consejera recomienda que seas firme: “Intenta no dar la impresión de ser pasivo [...]. Mira a los ojos. [...] Habla con tono firme y tranquilo”.

Puede que haya quienes te molesten o se burlen de ti por la postura que adoptes, pero en el fondo muchos te admirarán. Mike, otro adolescente, explica su caso: “Muchos chicos saben que soy Testigo, y me respetan. Por eso, cada vez que van a hablar de algo malo me dicen: ‘Mike, vamos a hablar de lo que tú ya sabes, así que si quieres irte puedes hacerlo’”. Aunque no todos los jóvenes te van a mostrar tal respeto, Dios estará complacido con tu actuación. (1 Pedro 4:3-6.) Por ello, una joven cristiana dice: “¡No te importe lo que opinen de ti los demás jóvenes!”. Lo que cuenta es la opinión de Dios, quien te bendecirá por haber tenido el valor de ser diferente.

[Nota a pie de página]

a Véase el artículo “¿Por qué tengo que ser diferente?” del número del 8 de junio de 1992.

[Fotografía en la página 16]

¿Aprovechas las oportunidades de exponer tu fe?

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