De nuestros lectores
El juego Su serie de artículos “El juego, ¿inofensivo?” (8 de junio de 1992) mostró muy bien los efectos del juego compulsivo, pero no fue ecuánime. Por ejemplo: la borrachera es mala, pero el beber en sí no lo es. Del mismo modo, el juego puede ser una actividad lícita si se mantiene el equilibrio. El jugador ocasional no es necesariamente una persona perezosa o que desee obtener ganancia deshonesta.
J. R., Estados Unidos
No nos parece que se puedan comparar el juego ocasional y la bebida moderada. La Biblia no condena el beber con moderación. Sin embargo, condena categóricamente la codicia y cualquier invocación al “dios de la Buena Suerte”. (Isaías 65:11; 1 Corintios 6:9, 10.) Aunque una persona juegue ocasionalmente, sus motivos pueden seguir siendo el deseo de obtener algo a expensas de otros. En realidad, la experiencia muestra que el juego compulsivo muchas veces empieza como un simple pasatiempo. Por lo tanto, los cristianos sabiamente evitan todo tipo de juegos de azar.—La dirección.
Zahoría Quiero expresarles mi gratitud por el magnífico artículo “La zahoría, ¿ciencia u ocultismo?” (22 de abril de 1992). Mi padre utilizaba esta práctica en algunas ocasiones para buscar agua. Cada sacudida de la vara representaba un pie de la profundidad a la que se encontraba la fuente de agua. Cuando estuve en Sudamérica observé que algunos practicaban la zahoría de modo parecido, aunque allí cada sacudida de la vara representaba un metro. ¿Por qué razón cambiaba al sistema métrico? Obviamente, la inteligencia oculta tras esta práctica es de origen demoniaco.
W. B., Estados Unidos
Emigrantes Gracias por la serie “¡Ayúdennos! Somos emigrantes” (8 de mayo de 1992). Hace tres años decidí irme a vivir al Japón, pero no fue posible. Siempre he pensado que hubiera sido mejor si me hubiese ido. Sin embargo, después de leer su artículo, me di cuenta de que no estaba preparado en lo que se refiere al conocimiento del idioma y la cultura.
D. G. A., Brasil
El artículo me hizo recordar mi propia experiencia. Aunque soy natural de Estados Unidos, hace varios años me mudé a una zona del mismo país donde había necesidad de evangelizadores. Experimenté algunos de los problemas que tienen los emigrantes para ajustarse. Tuve que aprender a ampliar mi perspectiva y a no comparar mi nuevo hogar con aquel donde había crecido. Incluso aprendí acerca de la fauna y la flora de la región. El artículo me fue de gran utilidad, y estoy segura de que llegó al corazón de muchas otras personas.
K. H., Estados Unidos
Padres no creyentes Me animó mucho el artículo “Los jóvenes preguntan... ¿Qué puedo hacer si mis padres no me apoyan con mi religión?” (8 de enero de 1992). Mis padres son fervorosos adoradores de sus antepasados, y quieren que deje de ser testigo de Jehová. Muchas veces me he sentido desanimado, pero cuando vi las palabras de introducción del artículo, comprendí que no soy el único que se encuentra en tal situación.
Y. M., Japón
Mis padres son católicos y no me permiten asistir a las reuniones de los testigos de Jehová. Hasta han amenazado con echarme de casa. Por lo tanto, me emocioné cuando un amigo llevó el artículo a la escuela para que yo lo leyera. Me dio fuerzas para seguir adelante, y ahora estoy seguro de que mis esfuerzos no son en vano.
H. W., Estados Unidos
El artículo no pudo haber sido más oportuno. Como soy la única testigo de Jehová de la familia, mis padres me han sometido a muchas pruebas. Su artículo me ayudó a apreciar el apoyo que me brindan mis hermanos cristianos y cómo me ayudan a mantener la espiritualidad.
D. H., Estados Unidos