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¡Despertad! 1992
g92 8/11 págs. 4-7

Punto de vista equilibrado sobre la recreación

“TRABAJAR sin descanso agota a cualquiera.” Este dicho es tan común hoy día que fácilmente se puede olvidar lo verídico que es. En realidad, “trabajar sin descanso” puede hacer mucho más que agotar a alguien. Puede convertirlo en un enviciado con el trabajo, un trabajador compulsivo, alguien que no piensa más que en trabajar.

Analicemos como ejemplo un problema que ha surgido en Japón, país conocido por su estricta ética laboral. Muchas veces se espera que los empleados trabajen horas extraordinarias todas las noches y los fines de semana. La revista de noticias canadiense Maclean’s comentó que el trabajador japonés medio dedica a su empleo 2.088 horas anuales, en contraste con las 1.654 que dedica el trabajador canadiense medio. Sin embargo, esa misma revista añadió: “Las empresas japonesas han tenido que enfrentarse a un problema diferente: el de los empleados que morían de karoshi, o exceso de trabajo. La prensa informó casos de hombres de entre cuarenta y cincuenta años que sufrieron ataques de corazón o de apoplejía después de trabajar cien días seguidos sin tomarse ninguno libre”. El Ministerio de Trabajo japonés hasta se vio obligado a iniciar una campaña publicitaria con una serie de anuncios comerciales cantados muy pegadizos ¡para instar a la gente a tomarse los fines de semana libres y descansar! Qué contraste con lo que sucede en algunos países occidentales, donde se ha de persuadir a la gente para que trabaje una semana laboral completa.

Los beneficios de la diversión

Los expertos apropiadamente, pues, suelen ver la adicción al trabajo como una enfermedad, no como una virtud. Los niños no son los únicos que necesitan divertirse, los adultos también necesitan esparcimiento. ¿Por qué? ¿Qué beneficios se derivan de los momentos de ocio, o diversión? Muchos, como indica la siguiente lista publicada en un libro especializado en la materia: “Expresión de la propia personalidad; compañerismo; integración de mente y cuerpo; salud física; un cambio de ritmo necesario en el apretado horario laboral; descanso y relajamiento; una oportunidad para probar algo nuevo y para conocer a nuevas personas; cultivar relaciones con otros, consolidar la familia; ponerse en contacto con la naturaleza [...], y simplemente para encontrarse a gusto sin analizar el porqué. Todos estos son algunos de los beneficios que la gente consigue en sus momentos de ocio”.

Los sociólogos han dedicado muchos libros al tema del ocio y la diversión, y concuerdan en que el ocio es esencial tanto para la persona como para la sociedad. Pero, obviamente, no hay nadie que entienda mejor la naturaleza humana que el propio Creador de la humanidad. ¿Qué opina él de este asunto?

Contrario a lo que algunos piensan, la Biblia no se opone a la diversión y el esparcimiento. Nos dice que Jehová es un Dios feliz y que quiere que sus siervos también lo sean. (Salmo 144:15b; 1 Timoteo 1:11.) En Eclesiastés 3:1-4 leemos que hay “un tiempo señalado [...] para [...] reír” y un “tiempo de dar saltos”. La palabra hebrea que en este texto se traduce “reír” se relaciona con otros términos que significan “jugar”. Ese mismo libro de la Biblia nos dice que “en cuanto al hombre, no hay nada mejor que el que coma y en realidad beba y haga que su alma vea el bien a causa de su duro trabajo”. (Eclesiastés 2:24.)

En la actualidad, una de las maneras más populares de pasar las horas de ocio es viendo algún espectáculo, es decir, sentarse cómodamente y contemplar los talentos de otros. Esto tampoco es totalmente nuevo. La Biblia indica que durante miles de años la gente ha disfrutado de ver a otros bailar, cantar, tocar instrumentos musicales o competir en los deportes.

El entretenimiento, como forma de recreación, puede hacernos mucho bien. ¿A quién no le agrada contemplar las proezas de un gran atleta o la gracia y la elegancia de una bailarina de ballet, vivir el suspenso de una buena película de aventuras o seguir oyendo mentalmente una alegre melodía mucho después de haber terminado de escucharla? Con seguridad la mayoría de nosotros nos hemos relajado con la lectura de un buen libro, pasando las páginas cada vez más deprisa, profundamente absortos en una historia bien narrada.

Ese tipo de recreación no solo puede relajarnos, sino también estimularnos, levantarnos el ánimo, motivar nuestro corazón, hacernos reír y hasta instruirnos. La literatura, por ejemplo, puede enseñarnos bastante acerca de la naturaleza humana. Un claro ejemplo de ello son las obras de Shakespeare.

Los peligros de la recreación

Sin embargo, para tener un punto de vista equilibrado sobre la recreación de nuestros días, hemos de reconocer sus peligros además de sus beneficios. Se habla mucho de la influencia corruptora del entretenimiento, pero, en general, sus peligros pueden clasificarse en dos amplias categorías: cantidad y calidad; la cantidad total de recreación disponible y su contenido. Examinemos en primer lugar la cuestión de la calidad.

La Biblia llama a nuestros días “tiempos críticos, difíciles de manejar”. (2 Timoteo 3:⁠1.) No es sorprendente que la recreación refleje la era en que vivimos, a menudo en sus aspectos más desagradables. Violencia sádica, inmoralidad descarada y las reacciones humanas más viles —como el racismo⁠— cada vez van introduciéndose más en las formas populares de entretenimiento, contaminándolas a un grado mayor o menor. Y en algunos casos extremos, lo que debería ser recreación no es mucho más que pornografía y obscenidad. Piense en algunos ejemplos.

Películas: Tres de los candidatos propuestos este año para el Premio Óscar —uno de los mayores honores de Hollywood⁠— al “mejor actor” habían representado el papel de asesinos psicópatas, protagonizando escenas de asesinatos sumamente explícitas. Dicen que uno de los personajes arranca de un mordisco un trozo de carne del rostro de una mujer mientras la viola. Una de las películas más taquilleras del año ha sido Bajos instintos. Y, a juzgar por las críticas, el título se queda corto. La película empieza con una escena sexual crudamente explícita, en la que la mujer apuñala repetidas veces con un picahielo a su amante, a quien tiene atado, llenándose toda de sangre.

Música: Últimamente, tanto el rap como el heavy-metal han recibido muchas críticas por el contenido de sus letras. Algunas canciones glorifican la degradación sexual y el abuso de mujeres, la violencia y el odio a diversas razas y a la policía, y algunos discos de rap y de heavy-metal hasta incluyen mensajes satánicos. En algunos lugares, los discos que contienen canciones con ese tipo de letra deben llevar una etiqueta de advertencia. Pero, según dicen, el cantante de rap Ice-T admitió que pone letras escandalosas a sus canciones simplemente para merecer tal etiqueta; así sabe que atraerá a los curiosos. Prince, el famoso cantante de música rock, alabó en una de sus canciones las relaciones incestuosas entre hermano y hermana. Con frecuencia, los vídeos musicales simplemente dan a tal inmoralidad crasa una nueva dimensión: la visual. El vídeo de la popular cantante Madonna titulado Justify My Love (Justifica mi amor) alcanzó notoriedad por representar actos sadomasoquistas y homosexuales. Hasta la cadena de televisión estadounidense MTV, que no suele tener muchos escrúpulos en emitir vídeos inmorales, rehusó presentar este vídeo en particular.

Libros: Piense en unos pocos ejemplos recopilados de críticas recientes de libros. American Psycho detalla los viles actos de un individuo que comete una serie de asesinatos y practica atrocidades con los cadáveres de sus víctimas, como por ejemplo, canibalismo. Vox se centra en una larga conversación telefónica durante la cual un hombre y una mujer que nunca se han visto se excitan mutuamente con habla erótica. Raptor narra las aventuras sexuales pervertidas de dos hermafroditas (personas con caracteres sexuales de ambos sexos) del siglo VI. Las novelas románticas suelen apoyar y glorificar el adulterio y la fornicación. Las revistas de historietas, que tiempo atrás eran revistas infantiles bastante inocentes, ahora suelen presentar escenas de pornografía, violencia y ocultismo.

Deportes: Los llamamientos para que se prohíba el boxeo continúan. A pesar de que hay más pruebas del daño irreversible que sufre el cerebro de un púgil cada vez que le dejan fuera de combate, las enormes ganancias y los millones de espectadores siguen empujando boxeadores hacia el cuadrilátero. Literalmente centenares de boxeadores han perdido la vida en los combates boxísticos.

No obstante, el número de muertes en otros deportes es todavía mayor. No es raro leer noticias de oleadas de violencia en los campos de juego o entre los espectadores. Chusmas incitadas por el nacionalismo o por un “espíritu de equipo” mal encaminado han causado la muerte de centenares de personas en diferentes estadios de todo el mundo. Las corridas de toros, a las que el semanario alemán Die Zeit llama “probablemente la actividad deportiva más brutal que ha perdurado hasta nuestros tiempos”, ha recobrado últimamente popularidad en España y el sur de Francia. El famoso matador José Cubero (más conocido por el apodo de El Yiyo), que murió de una cornada en el corazón a los veintiún años, fue llevado en su ataúd como un héroe por todo el ruedo de una plaza de toros de Madrid ovacionado por 15.000 aficionados que lo idolatraban. La televisión española repitió las escenas de su muerte una y otra vez.

Claro está, no toda la recreación dentro de estos diversos campos es necesariamente mala, pues los casos considerados son extremos. Sin embargo, si se tiene un punto de vista equilibrado sobre el entretenimiento hay que reconocer que estos extremos existen y gozan de bastante aceptación. ¿Por qué? ¿Ha notado alguna vez que las cosas que hace unos años parecían extremas, hoy día la gente las considera aburridas? Poco a poco, la mayor parte de la gente va aceptando los extremos, se acostumbra a ellos. ¿A qué se acostumbrará usted?

La cantidad de recreación

Aunque se diera el caso de que toda la recreación fuese completamente limpia, sigue existiendo la cuestión de la gran cantidad que existe. La industria del entretenimiento ofrece una enorme cantidad de posibilidades. En Estados Unidos, por ejemplo, tan solo en el año 1991 se publicaron más de 110.000 libros distintos. Si usted fuera capaz de leer cada día un libro entero de principio a fin, ¡necesitaría más de tres siglos para leer los libros publicados en tan solo un año! La industria cinematográfica estadounidense produce bastante más de cuatrocientas películas al año, que muchos países importan además de producir las suyas propias. Tan solo la industria cinematográfica india produce anualmente centenares de películas. Y ¿quién puede contar las grabaciones musicales en discos convencionales, discos compactos y cintas de casete que salen al año? Además, no hay que olvidar la televisión.

En algunos países desarrollados hay veintenas de canales disponibles entre la televisión por cable, por vía satélite y las emisiones regulares. Eso significa que durante las veinticuatro horas del día puede entrar en el hogar un flujo constante de formas de entretenimiento: deportes, música, arte dramático, comedias, ciencia-ficción, programas de entrevistas, películas... todo ello con solo apretar un botón. Si se tiene un vídeo, también hay disponibles miles de películas, además de incontables videocintas musicales, de enseñanza práctica y otras muchas que tratan temas de naturaleza, historia y ciencia.

Pero ¿dónde está el tiempo para disfrutar de toda esta recreación? La tecnología moderna quizás pueda proporcionarnos el milagro del entretenimiento instantáneo. (¡Imagínese la reacción de Mozart si hubiera escuchado una de sus sinfonías a través de un equipo estereofónico!) Sin embargo, la tecnología no puede crear el tiempo que se necesita para entregarse a todos esos placeres. De hecho, en algunos países en los que la tecnología está muy avanzada, la tendencia es a disponer cada vez de menos tiempo libre, no de más.

De modo que si lo permitimos, la recreación fácilmente podría llegar a consumir todo nuestro tiempo libre. Además, hay que recordar que gran parte de la recreación consiste simplemente en sentarse a ver la televisión, escuchar música o contemplar algún espectáculo, actividades que podríamos considerar pasivas. Sin embargo, la mayoría de nosotros también necesita salir de casa y distraerse en algo más activo, intervenir directamente en la recreación. Se puede ir a pasear, disfrutar de la compañía de buenos amigos, jugar a algo o practicar algún deporte.

Si reconocemos que sería un error permitir que el entretenimiento consumiera todo nuestro tiempo libre, mucho peor sería si dejásemos que consumiera el tiempo que debemos dedicar a obligaciones más importantes, como son nuestro Creador, nuestra familia, nuestro trabajo y nuestros amigos. Por consiguiente, es esencial que tengamos un punto de vista equilibrado sobre la recreación. Pero ¿cómo podemos determinar la clase de entretenimiento que es perjudicial para nosotros? Y ¿cuánta recreación podría considerarse demasiada?

[Fotografías en la página 7]

Algunas formas de recreación pueden motivar nuestro corazón e ilustrarnos

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