Un futuro brillante para los niños
EN LA Cumbre Mundial en favor de la Infancia, los dirigentes de muchas naciones del mundo hablaron con confianza acerca del futuro. Predijeron “una nueva era” para los niños, “una nueva consagración a las necesidades del niño”. Hablaron de “‘una nueva solidaridad’ que daría ‘vida a una coalición mundial unida y determinada’” a ayudar a los niños.
Estas son nobles palabras. Pero queda por ver cuánto se van a esforzar las naciones por alcanzar sus metas. Es digno de notar que apenas cinco meses después de la cumbre, las naciones se enfrascaron en la guerra del golfo Pérsico, una de las más costosas —61.000 millones de dólares (E.U.A.)— y más destructivas del medio ambiente que se han conocido. Como consecuencia de dicha guerra, centenares de miles de iraquíes y kuwaitíes fueron expatriados. Miles perecieron —en cierta fase del conflicto, centenares por día— de hambre, de los efectos de la intemperie, de desnutrición y de enfermedad. Aproximadamente 8 de cada 10 de las víctimas eran mujeres y niños.
Calamidades ya predichas
Los estudiantes de la Palabra de Dios saben que los problemas que afligen a los niños del mundo se predijeron hace casi dos mil años. Algunas de las profecías bíblicas respecto a estos “últimos días” son:
◻ “Habrá [...] pestes.” (Lucas 21:11.)
◻ “Habrá escaseces de alimento.” (Mateo 24:7.)
◻ “[Los hombres estarán] arruinando la tierra.” (Revelación 11:18.)
◻ “Se levantará nación contra nación y reino contra reino.” (Marcos 13:8.)
◻ “Se presentarán tiempos críticos, difíciles de manejar. Porque los hombres serán amadores de sí mismos, [...] sin tener cariño natural.” (2 Timoteo 3:1-3.)
La Biblia también predijo que pronto llegará el tiempo en que las naciones, pensando que han avanzado mucho en lo que respecta a solventar los problemas de la humanidad, proclamarán: “¡Paz y seguridad!”. (1 Tesalonicenses 5:3.)
Un futuro brillante
Pero, en realidad, esa proclamación señalará el tiempo en el que Dios intervendrá en los asuntos humanos. Por medio de su Reino celestial, Dios erradicará este sistema de cosas actual e introducirá un nuevo mundo de verdadera paz y de seguridad duradera, tanto para niños como para adultos. (Proverbios 2:21, 22; Daniel 2:44; Mateo 6:10.)
Bajo el magnífico Reino de Dios, “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:24.) La desnutrición será cosa del pasado: “Llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia”. (Salmo 72:16.) Hasta la guerra desaparecerá, pues la Biblia promete: “[Jehová] hace cesar las guerras hasta la extremidad de la tierra”. (Salmo 46:9.)
Pero ¿qué será de todos los niños —y otros— que ya han muerto de desnutrición, enfermedad u otras causas? La Palabra inspirada de Dios declara: “Va a haber resurrección así de justos como de injustos”. (Hechos 24:15.)
Cuando Jesucristo estuvo en la Tierra, demostró que también habrá jóvenes entre los resucitados para vivir en el nuevo mundo terrestre de Dios. Por ejemplo, cuando murió una muchacha de unos doce años de edad, “toda la gente estaba llorando y golpeándose en desconsuelo por ella”. Pero Jesús, tomándola de la mano, le dijo: “Muchacha, ¡levántate!”. El registro histórico de este hecho añade: “Ella se levantó al instante, y él ordenó que se le diera algo de comer”. ¿Cómo reaccionaron sus padres? La Biblia dice que “estuvieron fuera de sí con gran éxtasis”. (Lucas 8:40-42, 49-56; Marcos 5:42.)
En otra ocasión Jesús se encontró con una procesión fúnebre que salía para enterrar a un joven, el hijo único de una viuda. Jesús “se acercó y tocó el féretro, y los que lo llevaban se detuvieron, y él dijo: ‘Joven, yo te digo: ¡Levántate!’. Y el muerto se incorporó y comenzó a hablar, y él lo dio a su madre”. Cuando los presentes vieron lo ocurrido “se pusieron a glorificar a Dios”. (Lucas 7:11-16.)
Por consiguiente, bajo la justa gobernación del Reino de Dios, los niños, incluso los resucitados, tendrán el futuro más brillante que puede haber. Podrán crecer en un mundo de justicia y paz, tan hermoso, seguro y próspero que Jesús muy acertadamente lo denominó “Paraíso”. (Lucas 23:43.)
[Ilustración en las páginas 8, 9]
En el nuevo mundo de Dios, los niños crecerán seguros, sanos y felices