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  • ¡Despertad! 1992
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¡Despertad! 1992
g92 8/12 págs. 19-20

“Respuesta a mis oraciones”

Reacciones de los lectores a los artículos sobre el alcoholismo

LA FRASE “la respuesta de Jehová a mis oraciones”, que hemos escuchado procedente de lectores de todo el mundo, alude a la serie de artículos publicados en el número del 22 de mayo de 1992 con el título “Ayuda para los alcohólicos y sus familias”.

Estos artículos basados en la Biblia mostraron cómo el alcoholismo puede afectar a toda la familia. Es frecuente que el cónyuge y los hijos del alcohólico se solidaricen con él y también nieguen que en realidad tiene problemas con la bebida. Tanto ellos como otros quizás utilicen métodos ineficaces para intentar modificar la conducta del alcohólico, pero solo consiguen perpetuar su hábito. Por lo tanto, los miembros de la familia deben comprender la naturaleza del alcoholismo. En los artículos se ofrecían sugerencias específicas para ayudarles a librarse de su control destructivo. Además, se presentó información dirigida a los hijos adultos de alcohólicos para ayudarles a identificar —⁠y aliviar⁠— sus heridas emocionales. No sorprende, pues, que estos artículos hayan desencadenado una respuesta impresionante por parte de nuestros lectores.

Una mujer escribió: “Cuando vi la portada, me entraron escalofríos. Durante el pasado año y medio he estado muy enferma. En diciembre empecé a sufrir ataques de pánico y de depresión grave. Me crié con un padre alcohólico, pero me parecía tonto sacar a colación el pasado. Cuando recibí su revista, la leí repetidamente. Es la primera vez que he logrado comprenderme”.

Muchos lectores han expresado sentimientos similares. Una muchacha de dieciséis años cuyo padre es alcohólico consideró los artículos como el principio de su proceso de curación. Otra lectora dijo: “Soy lectora de la revista ¡Despertad! desde 1969, y la información nunca había tenido un efecto tan profundo en mí. Tras años de sentirme fracasada, pensaba que le había fallado incluso a Jehová. ¿Cuál era el problema? Después de casarme [con un alcohólico], volví a vivir el mismo dolor y vergüenza que creí haber abandonado, y crié a cinco hijos en un ambiente de alcoholismo. No pude darles la estabilidad emocional que necesitaban. El número del 22 de mayo de ¡Despertad! me abrió el camino. Doy gracias a Jehová por ayudarme a comprender mi problema”.

No sorprende que los artículos diesen ayuda espiritual a muchas personas. “Durante mucho tiempo he sufrido debido a mi incapacidad para aplicar los principios bíblicos —admite una japonesa⁠—. Le oré a Dios para que me ayudara a cambiar mi personalidad. Unos cuantos días después recibí esta revista. Me aclaró las razones de mi conducta y me dio el valor necesario para intentar solucionar las cosas.”

Los artículos ayudaron a algunos lectores a superar la barrera de la negación. “Yo también soy víctima de un padre alcohólico —comentó una canadiense⁠—. Pero fue tan solo después de leer su artículo que comprendí claramente cuál era mi problema. He crecido negando que siquiera hubiese algún problema en casa. Hoy di un paso hacia la curación al hablar con una hermana cristiana madura. Me quedé asombrada al enterarme de que su padre también era alcohólico.”

En el caso de otros, la información disipó sus sentimientos de aislamiento. “El leer esos artículos fue como una terapia —⁠dijo una lectora⁠—, porque ahora sé que hay hermanos y hermanas cristianos que comparten mis sentimientos y me comprenden.”

Muchos lectores han derramado lágrimas al leer los artículos. “Tan pronto como vi el título, comencé a llorar —dijo una mujer⁠—. Mi padre es alcohólico, y mi esposo también lo fue. No me había dado cuenta de que el alcoholismo contribuyó en gran manera a arruinar mi infancia. Destruyó mi matrimonio y casi me destruye a mí también. Ahora lloro porque empiezo a ver la respuesta a preguntas que me he estado haciendo durante toda mi vida, por ejemplo: ‘¿Por qué me siento siempre tan inútil? ¿Por qué soy tan desconfiada? ¿Por qué me siento tan vacía?’.”

Algunas personas opinan que los artículos contestaron otras preguntas persistentes. Un joven finlandés comentó: “Como yo no era capaz de confiar en la gente o mostrarme afectuoso, me preocupaban mucho los sentimientos que albergaba”. Una mujer dijo: “Esta información era justo lo que yo necesitaba. Otros cristianos a menudo nos encomian por el buen ejemplo que damos como familia. Incluso nuestros vecinos nos felicitan. Pero a pesar de la satisfacción que ello conlleva, muchas veces he sentido que en mi interior algo no funcionaba bien. A veces he luchado con sentimientos de culpa y de falta de amor propio, pero nunca podía entender su origen. Los artículos me han ayudado a ver muchas cosas de forma más equilibrada. Mis heridas han comenzado a sanar”.

Los hijos adultos de padres alcohólicos a menudo se sienten acosados por sentimientos de culpa. Sin embargo, hay que pensar en lo que escribió un lector japonés: “Cuando mi padre se emborrachaba y golpeaba a mi madre, yo experimentaba angustia y conmoción mental. Con frecuencia sentía náuseas e incluso vomitaba. Él decía: ‘Si dejas la Biblia, yo dejaré la bebida’. Sin embargo, este artículo me enseñó que los alcohólicos tratan de culpar a otros por su hábito y que no nos debemos dejar engañar por ello. Siento como si me hubiera liberado”. Desde Brasil un lector escribió: “Cuando mi padre bebe, siempre nos echa la culpa. Muchas veces he creído que sí la tengo. Los artículos me hicieron ver que no era culpa mía ni de mi madre”.

Los ancianos cristianos amorosos pueden ser una fuente importante de ayuda. (Isaías 32:⁠2.) Los artículos sobre el alcoholismo se redactaron con el propósito de ayudar a los superintendentes de congregación a tratar este tipo de problemas de forma eficaz. (Isaías 50:⁠4.) Una cristiana recuerda: “Llevo muchos años tomando antidepresivos. Mi médico de cabecera me ha suplicado que busque ayuda profesional, pero no me siento a gusto hablando de mis problemas con un extraño. Llamé a los ancianos, y al hablar con ellos, junto con mi esposo, he sentido alivio de muchos de mis temores, cólera, frustración y sensación de abandono”.

A veces se tiene que recurrir a la ayuda profesional para resolver los problemas que plantea el alcoholismo. Aunque los artículos no recomendaron ninguna terapia en particular, muchos lectores han relatado sus experiencias personales. “Mi esposo se inscribió en un programa de tratamiento del alcoholismo —nos cuenta una mujer⁠—. Fue solo el comienzo de una lucha de tres años para ambos. Comenzamos una terapia semanal intensa. No podríamos haber salido de ninguna manera por nuestros propios medios de aquella oscuridad emocional.” Una alemana que trabaja en una clínica para el tratamiento de trastornos causados por la adicción añade: “Muchas gracias por aclarar que las personas que se encaran a los problemas y buscan ayuda son las realmente fuertes, no las que los ocultan o les restan importancia. Han dejado claro que una persona no pierde la estima de nadie al buscar tratamiento”.

Aunque es gratificante observar esta buena respuesta a los artículos, sabemos que curar las heridas emocionales del alcoholismo es un proceso largo y a menudo difícil. Oramos por las personas que, con la ayuda de Jehová Dios, se enfrentan a estas graves cuestiones. Un lector dijo: “Me crié con un padre alcohólico. Aunque sirvo felizmente a Jehová, las heridas emocionales son evidentes todavía. Con la ayuda de Jehová, he conseguido recuperarme bastante, pero estoy de acuerdo en que la curación total solo vendrá en el nuevo mundo de Jehová”. (Isaías 65:⁠17.)

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