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¡Despertad! 1992
g92 8/12 págs. 21-23

Un vistazo a lo que llamamos hogar

“¡Rincón de mis días felices! ¡Mi casa, mi dulce casa! Por los palacios del rey, cierto que nunca os trocara.”—Pérez de Ayala.

¿QUÉ es para usted el hogar? ¿Una casa bien edificada, erigida por constructores profesionales con métodos modernos?, ¿o una casa levantada por sus dueños con materiales que se encuentran en los alrededores de la zona? Demos un vistazo rápido a los lugares que la gente suele llamar hogar en diferentes partes del mundo.

Nuestra primera parada es El Salvador, donde hablamos con Jorge y sus padres en el pequeño pueblo de Texistepegue. Mientras visitamos la casa de Jorge, observamos que el piso es la propia tierra. Los soportes del tejado están hechos con troncos de árbol clavados en la tierra. Las paredes de adobe están enlucidas con barro. La cubierta del tejado sobresale de las paredes para dar sombra y proteger las paredes de la lluvia. Sin embargo, en vez de utilizar tejas, muchas personas de El Salvador techan sus casas con haces de hierbas largas, apiladas hasta alcanzar un espesor de 15 centímetros.

Algunos de los campesinos pobres de Colombia viven en casas similares. En cada esquina hay maderos clavados en el suelo, y las paredes están formadas de trozos de bambú recubiertos de barro. El tejado consiste en hojas de palmera colocadas sobre pilotes de soporte.

En Tacuarembó (Uruguay) algunas casas se construyen con adobes hechos de estiércol de caballo, tierra y agua. La mezcla se vuelca en moldes de madera que se dejan secar al sol sobre una superficie plana. Los adobes endurecidos se utilizan para las paredes, y el tejado de paja descansa sobre los pilotes de soporte. En las ventanas se ponen persianas de madera en vez de cristales, y el piso es la propia tierra.

Algunas familias pobres del interior de Uruguay viven en casas hechas de tepe. Al igual que las casas hechas de adobe, esas moradas son frescas en el verano y cálidas en el invierno. Los bloques de tepe se colocan de forma entrelazada para formar una pared de 0,6 metros de espesor y 1,8 metros de altura. Se atan cañas a los soportes del tejado para construir un techado de paja de 18 centímetros de espesor. Para que las paredes exteriores tengan una superficie dura y lisa, algunos propietarios las enlucen con una mezcla de barro y estiércol de vaca. Las divisiones de la casa se hacen con un armazón de árboles jóvenes cubiertos con sacos de arpillera cosidos entre sí. A veces, la arpillera se enluce con barro.

En las zonas cercanas a ríos y marismas del interior del país, algunos uruguayos viven en casas de cañas, que consisten en una armazón de ramas de árbol recién cortadas a las que se atan fuertemente haces de cañas. ¿Cómo se logra esto? Se cortan las cañas en trozos de 1,5 a 1,8 metros de longitud y se dejan secar al sol hasta que pierden toda la humedad. Entonces se atan en haces de aproximadamente 23 centímetros de diámetro, y finalmente se atan a la armazón para formar las paredes y los techos de la casa.

Casas flotantes

Cerca de la ciudad de Iquitos (Perú) un hombre de escasos recursos construye su casa sobre el río Amazonas. ¿Cómo evita que la casa se vaya a la deriva? Corta troncos grandes y ligeros de la selva para formar una balsa, y la amarra a maderos clavados en el lecho del río. A continuación, construye la casa sobre ella, una construcción de una sola habitación con paredes de bambú y techo de paja. La casa tiene su propio sistema de aire acondicionado: el aire que pasa a través de los huecos entre los trozos de bambú de las paredes. Con frecuencia se deja un lateral de la casa al descubierto debido al intenso calor tropical.

Por lo general se duerme en camas de madera, hamacas o esterillas sobre el suelo. Aunque esta casa es primitiva en comparación con la mayoría de las casas de Iquitos, es el hogar de los más pobres.

Sobre el hermoso lago Titicaca del Perú se construyen casas de cañas en islas flotantes. Las islas están hechas también de cañas y son de muchos tamaños diferentes, algunas tan pequeñas como una cancha de tenis. Las cañas son abundantes en este lago situado a más de 3.800 metros sobre el nivel del mar.

Los ingeniosos habitantes atan haces de cañas para formar las paredes y los techos de sus hogares, que se construyen sobre la plataforma flotante. Una vez al año, los habitantes renuevan la capa superior de cañas de la plataforma, y así se compensa el desgaste de la capa inferior. La plataforma tiene un espesor aproximado de 1,8 metros, y el fondo se va pudriendo gradualmente.

En Hong Kong se puede encontrar un tipo diferente de casa flotante, que algunos chinos consideran su hogar. Con bastante frecuencia el pequeño taxi acuático que cobra por llevar pasajeros al puerto Aberdeen de Hong Kong sirve también de hogar flotante a la familia que lo conduce. Aquí cocinan, comen y duermen. Otras familias chinas pasan toda su vida en barcas de pesca llamadas juncos, que se han convertido en su hogar.

En Europa hay muchos ríos y canales por los que circulan barcazas de transporte de mercancías. Algunas de las familias que operan estas barcazas transforman uno de los extremos en vivienda, y así la convierten en su hogar flotante.

Casas de apartamentos al estilo de Borneo

En la isla de Borneo, el pueblo conocido como los iban, o dayak del mar, construye casas comunales, que son su versión de los edificios de apartamentos. Se trata de estructuras bajas y alargadas construidas sobre un gran número de altos pilotes en las terrazas de las orillas de los ríos. Cada una de las casas comunales alberga a todo un pueblo bajo un solo techo.

La longitud de la casa varía de acuerdo con el tamaño de la comunidad, que puede ser de diez a cien personas. A medida que se forman más familias por matrimonio, la casa comunal simplemente se alarga un poco más para alojarlas.

Cada familia tiene su propio apartamento. ¿Cómo consiguen acceso a su vivienda los miembros de la familia? Por medio de una galería abierta que recorre la casa en toda su longitud. Un techo de paja que sobresale suministra a la galería sombra y protección contra la lluvia. Cuando están en casa, los residentes pasan la mayor parte de su tiempo en esta galería, visitando a los vecinos o efectuando algún trabajo artesanal, como por ejemplo, la fabricación de cestas o el tejido del sarong.

En el interior de cada apartamento la familia cocina, come y duerme. Sobre los apartamentos y la galería hay un desván que se utiliza para almacenar utensilios de labranza y arroz. Sirve además como dormitorio para las jóvenes solteras. Los jóvenes solteros duermen sobre esterillas en el suelo de la galería.

A diferencia de los edificios de apartamentos de las ciudades occidentales, estas casas comunales no tienen cuartos de baño ni letrinas. Las personas se bañan en un río cercano, y los desperdicios se arrojan a través de los huecos del piso de tablillas a la tierra, situada a unos cuatro metros más abajo, donde los cerdos y los pollos ayudan a eliminarlos.

Hogares subterráneos

Durante el siglo XIX, muchos colonizadores pioneros de Estados Unidos construyeron casas de troncos o de tepe, pero algunos construyeron sus casas bajo tierra. Excavaban una vivienda foso de una sola habitación al borde de un barranco, con el tejado al nivel del terreno. Se colocaba una chimenea a través del techo con el fin de eliminar el humo de los fuegos que encendían para cocinar y para calentarse. Es cierto que estas casas subterráneas eran oscuras, pero también resultaban cálidas en el invierno. Y no era raro que los hombres que vivían solos compartieran la cueva con sus caballos y bueyes.

En la actualidad, en la isla Yan Lü, cerca de Taiwan, los yami construyen todavía la mayor parte de sus hogares tradicionales bajo tierra. Se revisten las paredes del foso abierto con piedras y hay un desagüe que impide que se llenen de agua durante los temporales. Vigas de madera soportan los cabrios y el techo de paja. En la superficie, cada casa tiene una estructura pequeña, separada y sin paredes, con una plataforma ligeramente elevada cubierta por otro tejado de paja. Esta plataforma resguardada se convierte en una especie de terraza fresca, donde la familia puede escapar del calor tropical del mediodía. Sin embargo, hay otros pueblos cuyos hogares se encuentran totalmente bajo tierra.

Hace algunos años que la idea de utilizar cuevas como hogares cobró un aspecto diferente en otra parte del mundo. En el valle del Loira en Francia, vivir en cuevas se puso de moda entre algunas familias acomodadas. Allí se podían ver cuevas transformadas en sala de estar, comedor y cocina... una serie de habitaciones consecutivas que llegaban hasta el interior de la colina. Otro hogar se había diseñado utilizando varias cuevas adyacentes. Cada cueva tenía ventanas y una puerta de cristales a la entrada, lo que permitía la entrada de la luz. Las familias que viven en estas cuevas hicieron gastos considerables para modernizarlas con agua corriente, electricidad y otras comodidades, incluida la ventilación forzada para combatir la humedad y el moho.

Las casas que hemos descrito aquí quizás sean diferentes de la suya. Pero para las personas que viven en estas diferentes zonas del mundo, son su “hogar, dulce hogar”.

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