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  • ¿Por qué esa expectación anhelante por el nuevo mundo?

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  • ¡Despertad! 1993
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¡Despertad! 1993
g93 22/3 págs. 9-11

¿Por qué esa expectación anhelante por el nuevo mundo?

¿Está muy cerca el fin del mundo?

¿QUÉ significa el fin del mundo? ¿Que la Tierra será pasto del fuego, como enseñan algunas religiones? No; ¿cómo podría ser así si Salmo 104:5 afirma: “No se le hará tambalear hasta tiempo indefinido, ni para siempre”?

Hallaremos la respuesta si nos remontamos muchos siglos, al mundo que precedió al actual. Por corromperse y rebelarse contra Dios, “el mundo de aquel tiempo sufrió destrucción cuando fue anegado en agua”. No obstante, cuando aquel mundo —compuesto de cielos y tierra— fue destruido por el Diluvio del día de Noé, los cielos y la Tierra literales no desaparecieron. Del mismo modo, el fin de este mundo tampoco significará destrucción llameante para los cielos estrellados y el planeta Tierra. (2 Pedro 3:5, 6; Génesis 6:1-8.)

La Biblia a veces usa los términos “cielos” y “tierra” de manera figurada. “Cielos” puede utilizarse para referirse a Satanás, el dios de este mundo; a los gobernantes mundiales que están bajo su control, y a las fuerzas espirituales inicuas en los lugares celestiales: todos estos ejercen influencia demoníaca sobre la humanidad. (2 Corintios 4:4; Efesios 6:12.) “Tierra” se utiliza con frecuencia para referirse a los habitantes de este planeta. (Génesis 11:1; 1 Reyes 2:1, 2; 1 Crónicas 16:31; Salmo 96:1.) Estos cielos y tierra simbólicos del actual mundo inicuo son los que 2 Pedro 3:7 dice que van a ser destruidos por “fuego”. (Gálatas 1:4.)

Seguidamente Pedro da la gozosa noticia de que este viejo mundo será reemplazado por uno nuevo: “Hay nuevos cielos y una nueva tierra que esperamos según su promesa, y en estos la justicia habrá de morar”. (2 Pedro 3:13.)

Un nuevo mundo sin lágrimas ni muerte

Si lo que Pedro dijo —que en ese nuevo mundo morará la justicia— es una grata noticia, los detalles que Juan añade provocan una profunda impresión. En Revelación 21:3, 4, él dijo: “Con eso, oí una voz fuerte desde el trono decir: ‘¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado’”.

Jehová no destruirá la Tierra con fuego; su propósito es que continúe habitada para siempre: “Esto es lo que ha dicho Jehová, el Creador de los cielos, Él, el Dios verdadero, el Formador de la tierra y el Hacedor de ella, Él, Aquel que la estableció firmemente, que no la creó sencillamente para nada, que la formó aun para ser habitada”. (Isaías 45:18.)

En ese nuevo mundo morará la justicia porque no habrá personas injustas: “Los rectos son los que residirán en la tierra, y los exentos de culpa son los que quedarán en ella. En cuanto a los inicuos, serán cortados de la mismísima tierra; y en cuanto a los traicioneros, serán arrancados de ella”. (Proverbios 2:21, 22.)

El salmista David también lo atestigua bajo inspiración: “Solo un poco más de tiempo, y el inicuo ya no será; y ciertamente darás atención a su lugar, y él no será. Pero los mansos mismos poseerán la tierra, y verdaderamente hallarán su deleite exquisito en la abundancia de paz”. (Salmo 37:10, 11.)

Asimismo, el propio Jesús lo confirmó en su Sermón del Monte: “Felices son los de genio apacible, puesto que ellos heredarán la tierra”. El gobierno con el que estos mansos serán bendecidos será los nuevos cielos justos que piden en oración: “Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra”. (Mateo 5:5; 6:10.)

Además, la paz exquisita de la que disfrutarán los habitantes de ese nuevo mundo se extenderá también al reino animal: “El lobo realmente morará por un tiempo con el cordero, y el leopardo mismo se echará con el cabrito, y el becerro y el leoncillo crinado y el animal bien alimentado todos juntos; y un simple muchachito será guía sobre ellos. [...] No harán ningún daño ni causarán ninguna ruina en toda mi santa montaña; porque la tierra ciertamente estará llena del conocimiento de Jehová como las aguas cubren el mismísimo mar”. (Isaías 11:6-9.)

¿Está muy cerca?

Si usted se inclina a descartar todo esto por considerarlo meras ilusiones, algo demasiado bonito para ser verdad, deténgase y reflexione. Además de las facetas de la señal compuesta acerca de la presencia de Cristo Jesús, la cronología bíblica también señaló al año 1914 como el comienzo de su presencia. En la revista Watch Tower (conocida actualmente en español como La Atalaya) de julio de 1879, los testigos de Jehová publicaron que ese año era una fecha significativa en lo que respecta a la gobernación de la Tierra por el Reino de Jehová. Por otra parte, como puede verse en el recuadro adjunto, muchos historiadores y observadores de la situación mundial han comentado que el año 1914 dio paso a un importante período de la historia humana totalmente distinto de lo que se había visto hasta entonces.

Otra faceta de la señal compuesta que Jesús dio se encuentra en Mateo 24:21, 22: “Entonces habrá gran tribulación como la cual no ha sucedido una desde el principio del mundo hasta ahora, no, ni volverá a suceder. De hecho, a menos que se acortaran aquellos días, ninguna carne se salvaría; mas por causa de los escogidos aquellos días serán acortados”.

Además, Jesús indicó que esta señal compuesta se cumpliría cabalmente durante la vida de la generación que vio su comienzo en 1914. En Mateo 24:32-34, él dijo: “Ahora bien, aprendan de la higuera como ilustración este punto: Luego que su rama nueva se pone tierna y brota hojas, ustedes saben que el verano está cerca. Así mismo también, ustedes, cuando vean todas estas cosas, sepan que él está cerca, a las puertas. En verdad les digo que de ningún modo pasará esta generación hasta que sucedan todas estas cosas”.

Ver el fin de este viejo mundo —con todas sus guerras, hambres, enfermedades y muertes— será una causa de regocijo. Verlo reemplazado por el nuevo mundo de justicia de Jehová Dios —que eliminará el lamento, las lágrimas, la enfermedad y la muerte— será un motivo de celebración y gozo incesantes y de eternas alabanzas a Jehová Dios, el Magnífico Creador y Soberano Universal.

En vista de estas perspectivas, no extraña que muchas personas anhelen la llegada del nuevo mundo de justicia de Jehová, que reemplazará a este viejo mundo lleno de tristeza, delincuencia, enfermedad y muerte. Tampoco extraña que su gran anhelo las impulse a señalar fechas próximas para su llegada. Sin embargo, ahora disponemos, no de unos cuantos detalles aislados sobre la señal de su advenimiento que nos tienten a dar falsas alarmas, sino de la entera señal compuesta en pleno cumplimiento, que establece una base firme para esperar anhelantes el fin de este mundo inicuo y la llegada del nuevo mundo de Jehová que habrá de reemplazarlo.

[Fotografía en la página 10]

En el prometido nuevo mundo todos disfrutarán de una paz exquisita

[Recuadro en la página 11]

1914: Un punto de viraje en la historia

A PESAR de haberse peleado una segunda guerra mundial, muchos siguen diciendo que 1914 es el gran punto de viraje de la historia moderna:

“Verdaderamente es el año 1914 más bien que el de Hiroshima el que marca el punto de viraje de nuestro tiempo.” (René Albrecht-Carrié, The Scientific Monthly, julio de 1951.)

“Desde 1914, todo el que está al tanto de las tendencias del mundo ha estado profundamente preocupado por lo que ha parecido una marcha destinada y predeterminada a desastres cada vez mayores. Muchas personas serias han llegado a creer que no se puede hacer nada para evitar precipitarse en la ruina.” (Bertrand Russell, The New York Times Magazine, 27 de septiembre de 1953.)

“La era moderna [...] empezó en 1914, y nadie sabe cuándo ni cómo terminará. [...] Pudiera terminar en aniquilación en masa.” (The Seattle Times, 1 de enero de 1959.)

“El mundo entero realmente estalló para el tiempo de la I Guerra Mundial y todavía no sabemos por qué. [...] La utopía estaba al alcance. Había paz y prosperidad. Entonces todo estalló. Desde entonces nos hallamos en un estado de interrupción de las funciones vitales.” (Dr. Walker Percy, American Medical News, 21 de noviembre de 1977.)

“En 1914 el mundo perdió una coherencia que no ha podido recobrar desde entonces. [...] Este ha sido un tiempo de extraordinario desorden y violencia, tanto en el exterior de las fronteras nacionales como en el interior de ellas.” (The Economist, Londres, 4 de agosto de 1979.)

“Todo iba a mejorar y seguir mejorando. Ese era el mundo en el cual nací. [...] De repente, sin que nadie lo esperara, cierta mañana de 1914 todo aquello terminó.” (Harold Macmillan, estadista británico, The New York Times, 23 de noviembre de 1980.)

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