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  • ¿Son las donaciones benéficas una obligación cristiana?
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¡Despertad! 1993
g93 8/6 págs. 26-27

El punto de vista bíblico

¿Son las donaciones benéficas una obligación cristiana?

HACE menos de diez años, el club PTL (siglas en inglés de Alabanza al Señor), con su central en el sudeste de Estados Unidos, solicitaba donaciones como institución religiosa benéfica. Gracias a una red televisiva vía satélite y al correo, llenó sus arcas con cientos de millones de dólares que recogió con la intención aparente de difundir el evangelio.

Imagínese cómo se sintieron los miles de personas que habían enviado dinero al club PTL cuando leyeron noticias como las de la Associated Press, que decían que Jim Bakker, ex presidente del club PTL, y su esposa, Tammy, ‘habían recibido 1,6 millones de dólares (E.U.A.) entre bonos y salario en 1986’. Lo peor, añadía el informe, es que ‘esos pagos se habían hecho aunque el PTL tenía una deuda de 50 millones de dólares. Unos 265.000 dólares del dinero del PTL se habían destinado a garantizar el silencio de Jessica Hahn sobre su aventura con Bakker’.

Antes de anunciar la sentencia de prisión para Bakker por defraudar a sus seguidores, el juez de su causa manifestó: “Las personas religiosas estamos hartas de que predicadores y sacerdotes ávidos de dinero nos traten como si fuéramos tontos”.

La religión no es la única que apela al emocionalismo del contribuyente para embolsarse después la mayor parte del dinero. No es extraño que algunos recaudadores de fondos se queden con más del 90% de las donaciones solicitadas.

¿Resulta tan raro, entonces, que la gente esté harta de tales organizaciones benéficas? Sin embargo, ¿qué deben hacer los cristianos? ¿Están obligados a contribuir a esas organizaciones? ¿Qué principios nos da la Biblia para garantizar el buen uso de nuestros fondos cuando ayudamos a otros? ¿Cuál es la forma mejor y más práctica de prestar ayuda?

Dar: sí y no

Desde luego, el consejo de la Biblia es ser benévolo y generoso con los necesitados. Desde tiempos antiguos se ha animado a los que forman el pueblo de Dios a que “sean liberales, listos para compartir”. (1 Timoteo 6:18; Deuteronomio 15:7, 10, 11.) De hecho, en 1 Juan 3:17 se dijo a los cristianos: “Cualquiera que tiene los medios de este mundo para el sostén de la vida, y contempla a su hermano pasar necesidad, y sin embargo le cierra la puerta de sus tiernas compasiones, ¿de qué manera permanece el amor de Dios en él?”.

Dé a otros, sí, pero tenga cuidado. Nos vemos bombardeados constantemente por organizaciones benéficas y religiosas, y por campañas anuales de servicios comunitarios. La mayoría hace llamamientos apremiantes. Sin embargo, al valorarlos es bueno recordar el proverbio bíblico: “Cualquiera que es inexperto pone fe en toda palabra, pero el sagaz considera sus pasos”. (Proverbios 14:15.) En otras palabras, no se crea al pie de la letra las declaraciones o promesas de las organizaciones benéficas. ¿Cómo se utiliza en realidad el dinero recaudado? ¿Son organizaciones que un cristiano debería apoyar? ¿Son sus actividades de contenido político y nacionalista, o están relacionadas con la religión falsa? ¿Es práctico el objetivo que se aduce y no está en conflicto con los principios bíblicos?

Hay organizaciones benéficas que hacen mucho por las personas necesitadas. En numerosas ocasiones los cristianos han recibido ayuda de tales organizaciones cuando se han visto afectados por enfermedades de proporciones catastróficas o desastres naturales. Sin embargo, otras instituciones tienen muchos gastos administrativos o de recaudación de fondos, lo que resulta en que solo una mínima parte del dinero recogido se utiliza en realidad con el propósito mencionado. Por ejemplo, una encuesta reciente realizada en 117 de las organizaciones no lucrativas más importantes de Estados Unidos, incluidas organizaciones benéficas, reveló que más de una cuarta parte de ellas pagan a sus ejecutivos un salario anual de 200.000 dólares o más. Las revisiones de la contabilidad suelen poner al descubierto gastos en artículos de lujo y la financiación de un estilo de vida opulento. Sea cual sea el nombre de la institución, hay que tener mucha imaginación para creer que contribuir a tales proyectos cumpliría el mandato bíblico de ayudar a los necesitados.

Un punto de vista equilibrado

Aunque nadie quiere malgastar su dinero, o peor aún, ver que se utiliza para forrar los bolsillos de hombres que se complacen a sí mismos, en esta cuestión de dar a otros es necesario también guardarse de caer en el cinismo. No se valga de la incompetencia o de la falta de honradez de algunas “instituciones benéficas” como excusa para pasar por alto a los necesitados o ahogar sus sentimientos de compasión. Proverbios 3:27, 28 aconseja: “No retengas el bien de aquellos a quienes se les debe, cuando sucede que está en el poder de tu mano hacerlo. No digas a tu semejante: ‘Anda, y vuelve, y mañana daré’, cuando hay algo contigo”. (Compárese con 1 Juan 3:18.) No dé por sentado que todas las instituciones benéficas organizadas son derrochadoras o fraudulentas. Examine los hechos y luego tome una decisión personal sobre si debería dar o no.

Muchos prefieren ayudar mediante regalos directos y personales a individuos y familias necesitadas. Así están seguros del uso práctico e inmediato que se puede dar a sus contribuciones. Esto brinda también la oportunidad de animar al necesitado y de mostrarle bondad por palabra y acciones. Incluso si no tuviese mucho que ofrecer desde el punto de vista material, puede experimentar el gozo de dar. La próxima vez que sepa que alguien tiene necesidad genuina de tal tipo de ayuda, dé lo que pueda teniendo presente lo que dice 2 Corintios 8:12: “Si primero está allí la prontitud, es especialmente acepto según lo que tiene la persona, no según lo que no tiene”.

Tenga en cuenta también que a veces el dinero no es lo que consigue el mayor bien. Jesús dijo a sus seguidores: “Al ir, prediquen, diciendo: ‘El reino de los cielos se ha acercado’. [...] Recibieron gratis; den gratis”. (Mateo 10:7, 8.) Del mismo modo hoy día los cristianos reconocen que el tiempo, el dinero y la energía que inviertan en apoyar la predicación del Reino —que mejora la vida de la gente y da esperanza— es una forma benéfica de dar de la mejor calidad.

El punto de vista bíblico es, por lo tanto, ser amables, generosos y prácticos. Nos recuerda que a menudo se necesita ayuda material y que no se debe pasar por alto esta necesidad. Al mismo tiempo, no tenemos que sentirnos obligados a dar a todos los que nos piden dinero. Considere cómo dar el mejor uso a su dinero para agradar a Dios y ayudar del modo más práctico posible a su familia y amigos. (1 Timoteo 5:8; Santiago 2:15, 16.) Imite a Jesús al fijarse en las necesidades de otros y responder a ellas de forma material y espiritual. En palabras de Hebreos 13:16: “No olviden el hacer bien y el compartir cosas con otros, porque dichos sacrificios le son de mucho agrado a Dios”.

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