La ciencia: la búsqueda incesante de la verdad por el hombre
Parte 6
Se afrontan los retos del siglo XXI
NUEVE, ocho, siete..., y prosigue la cuenta atrás. ¿Se trata del lanzamiento de una nave espacial? No, sino de la cuenta de años que aún quedan para que la humanidad penetre en las incertidumbres del siglo XXI.a
Basándose en los logros científicos del siglo pasado, muchas personas creen sinceramente que la ciencia puede afrontar cualquier reto que el siglo XXI pueda plantear.b Tal vez opinen como el autor que a principios del siglo XX escribió: “La ciencia está destinada en la actualidad a regir el mundo. De ahora en adelante, el gobierno mundial no pertenece a la deidad, sino a la ciencia, que actúa como benefactora de los pueblos y libertadora de la humanidad”.
Para que la ciencia esté a la altura de estas expectativas, tiene que deshacer muchos de los problemas que ha contribuido a crear.
La devastación medioambiental, de la que la ciencia es responsable, es enorme. A este respecto, el libro 5000 Days to Save the Planet (5.000 días para salvar el planeta) asegura: “Si mantenemos el ritmo actual de explotación medioambiental, la cuestión que se planteará no es si la sociedad moderna sobrevivirá al siglo entrante, sino si desaparecerá en un gran estallido o en un inaudible suspiro”.
Estas son alternativas difícilmente aceptables.
Las limitaciones de la ciencia
“Muchos científicos del siglo XIX [...] solían pensar que algún día llegarían a la verdad absoluta, al conocimiento definitivo”, dice el libro The Scientist, y añade: “Sus sucesores solo hablan de conseguir un ‘conocimiento parcial’, de acercarse continuamente a la verdad sin nunca alcanzarla del todo”. Esta falta de conocimiento absoluto limita notablemente lo que la ciencia puede hacer.
Los hechos científicos no cambian con el paso de los años, pero las teorías científicas sí, y con frecuencia. En efecto, a veces las teorías científicas han basculado de un extremo a otro. Por ejemplo, la ciencia médica pensó en un tiempo que a una persona enferma de gravedad se le debía sacar sangre. Después se creyó que era una mejor solución transfundírsela. En la actualidad hay quienes comienzan a reconocer que es más sabio no hacer ni una cosa ni otra, sino buscar tratamientos alternativos menos arriesgados.
Es evidente que es muy poco lo que los científicos saben en comparación con lo que desconocen. En The World Book Encyclopedia se hace la siguiente observación: “Los botánicos aún no saben a ciencia cierta cómo funciona el proceso de la fotosíntesis. Los biólogos y los bioquímicos todavía no han encontrado la respuesta a cómo se originó la vida. Los astrónomos siguen sin hallar una explicación satisfactoria para el origen del universo. La ciencia médica y fisiológica aún desconoce cómo curar el cáncer y las enfermedades víricas. [...] Los psicólogos no conocen todavía todas las causas de las enfermedades mentales”.
Además, la ciencia está limitada porque no puede ser superior a quienes se dedican a ella. En otras palabras, la falta de conocimiento del científico se ve agravada por su propia imperfección. Los autores del libro 5000 Days to Save the Planet descubrieron que “una y otra vez [...] las organizaciones que defienden intereses creados han manipulado las investigaciones, han distorsionado los análisis de costo/beneficio realizados y han suprimido información con el único objeto de vender productos nocivos o de continuar con actividades perjudiciales para el medio ambiente”.
Aunque la mayoría de los científicos sean honrados, no hay por qué atribuir a sus actividades un valor desmesurado. “Son personas como las demás —dijo el científico británico Edward Bowen—. Todos cometen errores. Los hay abnegados y los hay sin escrúpulos, los hay brillantes y los hay torpes. He conocido a algunos de los científicos prestigiosos de nuestro tiempo, hombres que han hecho mucho bien a la humanidad. Si bien es cierto que no he conocido a ningún científico que haya estado en la cárcel, sé de algunos que la merecerían.”
Queda claro que las muchas limitaciones de la ciencia moderna la incapacitan para afrontar los retos del siglo XXI. Sobre todo, ha sido incapaz de proteger el medio ambiente, y en lugar de contribuir a eliminar la guerra de la Tierra, ha colaborado en la invención de armas de gran poder destructivo.
Se necesita acción urgente
Todo el mundo reconoce que hay que hacer algo cuanto antes. El pasado mes de noviembre, un grupo de 1.575 científicos, entre quienes había 99 premios Nobel, publicó un manifiesto titulado “Advertencia de los Científicos del Mundo a la Humanidad”, en el que decían: “No quedan más que unas pocas décadas para luchar contra las amenazas actuales y la perspectiva de una humanidad inconmensurablemente limitada”. El grupo afirmó que “los seres humanos y la naturaleza van rumbo a una colisión inevitable”.
En el pasado se pronunciaron advertencias similares. En 1952 el filósofo británico y defensor de la ciencia Bertrand Russell dijo: “Pero si la vida humana ha de continuar a pesar de la ciencia, la Humanidad tendrá que aprender una disciplina de las pasiones que en el pasado no fue necesaria. Los hombres habrán de someterse a la ley, incluso aun cuando la estimen injusta e inicua. [...] Si no sucede, la raza humana perecerá, y perecerá como consecuencia de la ciencia. Una decisión clara ha de tomarse en los próximos cincuenta años: la elección entre la Razón y la Muerte. Y por ‘Razón’ entiendo la buena voluntad para someterse a la ley declarada por una autoridad internacional. Temo que la humanidad pueda escoger la Muerte. Y confío en que esté equivocado”.
Lo cierto es que hoy día pocas personas desean someterse a la ley. A este respecto, el desaparecido defensor de los derechos civiles, Martin Luther King, dijo con acierto: “Nuestro poder científico ha superado al poder espiritual. Hemos dirigido proyectiles y descarriado hombres”. No obstante, Russell dio sin saberlo con la solución a los problemas mundiales al decir que la humanidad tiene que “someterse a la ley declarada por una autoridad internacional”.
¿Quién puede resolver los problemas?
Es obvio que cuando Bertrand Russell aludía a una ley declarada por una autoridad internacional, no pensaba en una autoridad divina. Sin embargo, eso es precisamente lo que la humanidad necesita: someterse a las leyes de una autoridad divina. Las leyes y autoridades humanas no son la solución. Jamás podrán cambiar el mundo ni impedir su desastre. La sombría historia del hombre demuestra que la humanidad necesita la gobernación divina.c
No cabe duda, solo el Dios Todopoderoso, cuyo nombre es Jehová, puede proporcionar una autoridad internacional con poder y recursos para afrontar los retos del siglo XXI. (Salmo 83:18.) La autoridad a la que todos deben someterse si desean la vida es el Reino de Dios, un gobierno mundial celestial instituido por el Creador, Jehová Dios.
Hace mucho tiempo, la Biblia predijo respecto a este gobierno: “Porque un niño nos ha nacido, un hijo nos ha sido dado. La soberanía reposa sobre sus hombros y se le da por nombre: [...] Príncipe de la paz [...]. Su soberanía será grande, y habrá una paz sin fin”. (Isaías 9:6, 7, Levoratti-Trusso.) Jesucristo, el hijo predicho, fue concebido milagrosamente por la virgen María y nació en Belén de Judea. (Lucas 1:30-33.)
Él enseñó a sus seguidores a orar por el gobierno de Dios, cuando les dijo: “Ustedes, pues, tienen que orar de esta manera: ‘[...] Venga tu reino. Efectúese tu voluntad, como en el cielo, también sobre la tierra’”. (Mateo 6:9, 10.) Solo el poderoso espíritu santo de Jehová Dios, su fuerza activa, puede ayudar a las personas que lo deseen a hacer los cambios necesarios en su vida en armonía con las leyes justas de su gobierno. La ciencia no puede hacerlo. Miles de años de discordia y confusión lo demuestran.
Jehová Dios, cuyo conocimiento científico exacto es ilimitado, hará que esta Tierra goce de condiciones paradisíacas como las que hubo en Edén, cuando creó a la primera pareja humana. En aquel entonces les dijo: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla”. (Génesis 1:28.) Aunque ellos no le obedecieron ni cumplieron con esa comisión, Jehová Dios hará que se cumpla su propósito original de hacer de la Tierra un paraíso. Él ha dicho: “Lo he hablado; también lo haré venir”. (Isaías 46:11.) Ahora bien, ¿cuándo se cumplirá el propósito original de Dios para la Tierra?
Jesucristo y sus apóstoles hablaron de las condiciones que existirían sobre la Tierra en “los últimos días”, justo antes de que el Reino de Dios reemplazara a todos los gobiernos humanos. (2 Timoteo 3:1-5; Mateo 24:3-14, 37-39; 2 Pedro 3:3, 4.) Al leer estas profecías bíblicas y compararlas con los acontecimientos mundiales, queda claro que estamos en el tiempo en que el Reino de Dios procederá según lo indicado en Daniel 2:44: “En los días de aquellos reyes [los gobiernos humanos que ahora rigen] el Dios del cielo establecerá un reino que nunca será reducido a ruinas. Y el reino mismo no será pasado a ningún otro pueblo. Triturará y pondrá fin a todos estos reinos, y él mismo subsistirá hasta tiempos indefinidos”.
La vida en el futuro cercano
Piense en lo que eso significará para el futuro cercano. ¡En el siglo entrante, si no antes, le aguardan a la humanidad perspectivas maravillosas! Las malas consecuencias de miles de años de gobernación humana imperfecta, sistemas religiosos hipócritas, comercio egoísta e instituciones científicas mundanas serán reemplazadas por la gobernación divina, cuyas bendiciones sobrepasarán las perspectivas más optimistas.
Así describe la Biblia las condiciones que prevalecerán en el justo nuevo mundo de Dios: “¡Mira! La tienda de Dios está con la humanidad, y él residirá con ellos, y ellos serán sus pueblos. Y Dios mismo estará con ellos. Y limpiará toda lágrima de sus ojos, y la muerte no será más, ni existirá ya más lamento ni clamor ni dolor. Las cosas anteriores han pasado”. (Revelación 21:3, 4.)
Por consiguiente, es de importancia fundamental para usted estar al tanto de que la cuenta atrás para la destrucción de este sistema de cosas controlado por su poderoso gobernante invisible, Satanás el Diablo, está por terminar. (Juan 12:31; 2 Corintios 4:3, 4.) Es vital que aprenda cuál es la voluntad de Dios y la haga, pues la Biblia promete: “El mundo va pasando, y también su deseo, pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre”. (1 Juan 2:17.)
Mientras aún quede tiempo, benefíciese de los medios que Jehová le proporciona para sobrevivir. Así tendrá el privilegio de disfrutar de la vida en el venidero siglo XXI, así como en el XXII, el XXIII y muchos más en el futuro que nos aguarda.
[Notas a pie de página]
a Rigurosamente hablando, el siglo XXI dará comienzo el 1 de enero de 2001. Sin embargo, comúnmente el siglo I se ha contado desde el año 1 al 99 (no hubo año cero); el siglo II, desde el 100 al 199, y, según este criterio, el siglo XXI, desde el 2000 al 2099.
b Esta es la última parte de la serie de seis artículos sobre la ciencia publicada en ¡Despertad!
c La ineficacia de los gobiernos humanos se puso de relieve en una serie de diez artículos publicados en ¡Despertad! (del 8 de agosto al 22 de diciembre de 1990) con el tema: “La gobernación humana en la balanza”.
[Fotografía en la página 24]
Por toda la Tierra, la vida será un verdadero deleite
[Reconocimiento]
Cortesía de Hartebeespoortdam Snake and Animal Park
[Recuadro en la página 23]
En medio de malas noticias, buenas noticias
A pesar del progreso científico, todavía vemos a multitudes de niños hambrientos y de adultos demacrados. Pero muy pronto, bajo el Reino Mesiánico de Dios, “llegará a haber abundancia de grano en la tierra; en la cima de las montañas habrá sobreabundancia”. (Salmo 72:16.)
A pesar del progreso científico, la opresión y la violencia son el pan de cada día para millones de personas. No obstante, el Reino Mesiánico de Dios muy pronto “librará al pobre que clama por ayuda, también al afligido y a cualquiera que no tiene ayudador. [...] De la opresión y de la violencia les redimirá el alma”. (Salmo 72:12-14.)
A pesar del progreso científico, la cantidad de personas desalojadas, sin hogar ni suficiente alimento sigue en aumento. Sin embargo, bajo el Reino Mesiánico de Dios “ciertamente edificarán casas, y las ocuparán [...]. No edificarán y otro lo ocupará; no plantarán y otro lo comerá”. (Isaías 65:21, 22.)
A pesar del progreso médico, enfermedades evitables siguen segando millones de vidas. Pero muy pronto, en el Reino Mesiánico de Dios, “ningún residente dirá: ‘Estoy enfermo’”. (Isaías 33:24.)