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  • g93 8/11 págs. 16-19
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  • Prueba visible del Holocausto
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¡Despertad! 1993
g93 8/11 págs. 16-19

Prueba visible del Holocausto

AL ENTRAR EN UN LUGAR QUE MUESTRA LOS aspectos más degradados de la humanidad, resulta extraño encontrar estas palabras de la Santa Biblia grabadas en piedra: “Ustedes son mis testigos”. Sin embargo, quizás sea este el lugar para citar la Biblia, por lo menos este versículo en particular. (Isaías 43:10.)

El Museo Estadounidense en Memoria del Holocausto, situado en Washington, D.C., se inauguró el 22 de abril de 1993. Se yergue como sobrio y crudo recordatorio de cómo demagogos faltos de sentido moral manipularon la tecnología hasta convertirla en una indescriptible máquina de muerte. La lista de víctimas indefensas asesinadas por la tiranía nazi nubla la mente: casi seis millones de judíos y otros millones de personas, entre ellas polacos, eslavos, testigos de Jehová, gitanos, homosexuales y minusválidos.

Una visita para el recuerdo

La visita comienza en un ascensor frío y gris que lleva a los visitantes desde la Sala del Testimonio, en el primer piso, hasta el cuarto piso. Desde allí, a medida que descienden, van pasando por delante de exposiciones sobre todas las fases del Holocausto: desde la propaganda nazi hasta la subida de Hitler al poder, el acorralamiento de las víctimas y la liberación de los campos de la muerte. La gira termina en la Sala del Recuerdo, donde arde una llama perenne. Declaraciones de testigos oculares, imágenes fijas y en movimiento, música y decorados ayudan a reconstruir esta espantosa historia.

Los visitantes recorren tres niveles de una exposición permanente cuyo contenido evoca de forma reiterada y abrumadora toda una época. Algunas de las exposiciones más horrorosas se ocultan detrás de paneles de 1,2 metros de altura, para que los niños no las puedan ver.

Un museo para educar

El Instituto de Investigación del Holocausto del museo posee además una amplia biblioteca y un archivo. También servirá de centro internacional para estudios académicos sobre el Holocausto. “Estamos dedicados a la instrucción y educación del público”, dice la Dra. Elizabeth Koenig, directora de la biblioteca. En esta habrá información sobre los grupos minoritarios que estuvieron en campos de concentración. “Ya disponemos de muchísima información sobre los testigos de Jehová”, afirma.

En 1933, Hitler emprendió una campaña para aniquilar a los Testigos. Miles de ellos, procedentes de Alemania, Austria, Polonia, la anterior Checoslovaquia, Holanda, Francia y otros países, fueron llevados a campos de concentración. Se les persiguió únicamente por motivos religiosos. Dos de los sobrevivientes de estos campos fueron invitados a la inauguración del museo.

Supervivientes del Holocausto

Uno de los supervivientes, Franz Wohlfahrt, de 73 años, vio arrestar a un total de quince de sus familiares inmediatos y parientes por ser testigos de Jehová. “Siete de ellos fueron ejecutados, la mayoría en la guillotina. Uno murió en la cámara de gas, y los otros, en campos de concentración y cárceles de la Gestapo”, recuerda.

¿Pensó que podría sobrevivir a los campos? “Tenía muchas dudas —dice Franz—. Casi a diario los guardias me recordaban que, aunque Alemania perdiera la guerra, tendrían suficientes municiones para ejecutarme.”

¿Se arrepiente de haber estado en prisión por sus creencias religiosas? “¡Nunca!, ¡nunca! —contesta como si solo pensarlo fuera un insulto a su decisión—. Siempre estábamos contentos. Muchas veces los guardias me detenían y me preguntaban: ‘¿Cómo puede sonreír en medio de toda esta miseria? ¿Qué le pasa?’. Entonces yo les decía: ‘Tengo motivos para sonreír porque poseemos una esperanza que trasciende estas dificultades: la esperanza puesta en el Reino de Dios, bajo el cual todo será restaurado y se nos compensará por todas las cosas que tenemos que soportar ahora’.”

Joseph Schoen, nacido en 1910, se mantuvo activo en la obra clandestina de impresión y distribución de publicaciones bíblicas en Austria y logró escapar de la Gestapo hasta que en 1940 lo arrestaron. De 1943 a 1945 estuvo constantemente bajo amenaza de muerte. En 1943, frente a todo el personal reunido, el encargado del campo de concentración miró fijamente a Joseph y gritó: “¿Aún sigues apegado a tu Dios Jehová?”.

“Sí, desde luego”, respondió Joseph.

“En ese caso, rodará tu cabeza.”

En 1945 Joseph formaba parte de los que salieron de Dachau e iniciaron la marcha de la muerte. “Mi estado físico era lamentable —recuerda—. Sin embargo, mi fe nunca fue tan fuerte como durante aquella marcha.”

Ahora, mientras visita el museo y evoca los días de su encarcelamiento, comenta: “No estaba asustado en absoluto. Jehová te da lo que necesitas cuando lo necesitas. Tienes que aprender a confiar en él y ver lo real que es cuando las circunstancias no pueden ser peores. Todo el mérito es suyo. Ninguno de nosotros éramos héroes. Simplemente confiábamos en Jehová”.

El valor del museo

“Creo que este museo es de una importancia trascendental —dice la Dra. Christine Elizabeth King, historiadora y vicerrectora sustituta de la Universidad de Staffordshire (Inglaterra)—. Lo más importante es que se conserva el relato de lo sucedido. El museo está aquí para argüir en contra de los que dicen que esto no ocurrió. Hay muchas pruebas y testigos vivos que sobrevivieron al Holocausto. En segundo lugar, el museo es un excelente instrumento educativo.”

”Y para los testigos de Jehová —prosigue—, es muy importante poder ver a sus hermanos y hermanas que sufrieron, murieron y dieron su vida. Ver esos hechos reconstruidos es algo muy especial.”

[Recuadro en la página 18]

El texto de la columna dice:

“TESTIGOS DE JEHOVÁ”

“La persecución nazi de los testigos de Jehová comenzó en 1933. Como rehusaban hacer el servicio militar y no prometían fidelidad al régimen, eran acusados a menudo de espionaje y conspiración contra el Estado. Los nazis interpretaron las predicciones de los Testigos sobre una anarquía futura como amenazas revolucionarias, y sus profecías acerca de la vuelta de los judíos a Palestina, como declaraciones sionistas.

”Sin embargo, los Testigos siguieron reuniéndose, predicando y distribuyendo publicaciones. Perdieron sus trabajos, sus pensiones y todos los derechos civiles, y a partir de 1937 se les envió a campos de concentración. Allí los nazis los clasificaron como ‘prisioneros voluntarios’: los testigos de Jehová que renunciaran a sus creencias podrían ser liberados. Ninguno de ellos lo hizo.”

[Recuadro en la página 19]

“Una historia importante que contar”

“La historia de los testigos de Jehová es una de las más notables. A causa de sus creencias religiosas, fueron una de las primeras religiones proscritas [...] por el gobierno nazi alemán en 1933. Este hecho se debió simplemente a que entendieron que debían su obediencia y compromiso a una ley superior, la ley de Dios. Como resultado, fueron perseguidos tan despiadadamente como los judíos y los gitanos, y se les internó en campos de concentración, donde muchos de ellos perdieron la vida.

”Es una historia importante que contar. Su aspecto más trágico quizás lo constituya el caso de los hijos de los testigos de Jehová. Cuando el padre era llevado a un campo y se ponía a la madre bajo arresto, se les colocaba en los asientos de atrás de la escuela, junto con los niños gitanos y judíos. Si los niños seguían rehusando hacer el saludo ‘Heil Hitler!’ o rendir culto de otras formas al estado nazi, se les clasificaba como delincuentes juveniles, tan solo por sus creencias. Y estos niños, desde luego, no solo pagaban por los supuestos crímenes de sus padres —crímenes de conciencia—, sino también por ser sus hijos.”—Dra. Sybil Milton, historiadora jefe del museo.

[Fotografía en la página 16]

Abrigos del campo de concentración con el triángulo púrpura, que identificaba a los testigos de Jehová

[Fotografía en la página 17]

Franz Wohlfahrt (izquierda) y Joseph Schoen, supervivientes del Holocausto, con la historiadora Dra. Christine King en la exposición “Las víctimas”

[Fotografía en la página 17]

Furgones parecidos a este llevaron a Wohlfahrt y a Schoen a los campos de concentración

[Fotografía en la página 18]

Arriba: Los supervivientes Wohlfahrt (izquierda) y Schoen en el vídeo “Enemigos del Estado”, que también habla de los testigos de Jehová

[Fotografía en la página 18]

Abajo: Maria y Franz Wohlfahrt, en la exposición que incluye la Biblia de Johann Stossier, el hermano de Maria. “Johann consiguió ocultarla por algún tiempo sin que lo descubrieran —dice Franz—. Fue la única pertenencia que devolvieron a su madre tras su ejecución”

[Fotografía en la página 18]

Al lado de la Biblia abierta, se lee lo siguiente: “Esta Biblia perteneció a Johann Stossier, testigo de Jehová encarcelado en el campo de concentración de Sachsenhausen. Stossier murió poco antes de que las tropas soviéticas liberaran el campo”

[Fotografía en la página 19]

“Qué frágiles son los bastiones de la civilización —dijo el presidente estadounidense Clinton durante la ceremonia de apertura del museo—. El Holocausto nos recordará para siempre que el conocimiento divorciado de los valores solo puede servir para agravar la pesadilla humana; que tener cabeza sin corazón no es humano”

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