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  • ¿Es Jehová un Dios de guerra?
  • ¡Despertad! 1993
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¡Despertad! 1993
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El punto de vista bíblico

¿Es Jehová un Dios de guerra?

POR mucho tiempo, algunos lectores de la Biblia han acusado a Jehová de ser un Dios belicista y sanguinario. Por ejemplo, George A. Dorsey afirma en su libro The Story of Civilization—Man’s Own Show (Historia de la civilización: una crónica de los logros del hombre) que el Dios de la Biblia —Jehová— “es el Dios de los saqueadores, los torturadores, los guerreros, [el Dios] de la conquista y de toda pasión salvaje”. Roland H. Bainton, crítico de la Biblia, dice con cierta mordacidad: “La guerra es más humana cuando a Dios se le deja al margen de la misma”.

¿Es Jehová en verdad un Dios de guerra? ¿Se deleita él, como dicen algunos, en matar brutalmente a personas inocentes?

Sentencias dictadas en el pasado

Es cierto que la Biblia relata con franqueza la ejecución de sentencias adversas dictadas por Jehová en el pasado. Sin embargo, estas siempre recayeron en personas impías. Por ejemplo, no fue hasta que la tierra del tiempo de Noé “se llenó de violencia” que Jehová dijo: “Aquí voy a traer el diluvio de aguas sobre la tierra para arruinar de debajo de los cielos a toda carne en la cual está activa la fuerza de vida”. (Génesis 6:11, 17.) En cuanto a otra de tales sentencias, fue solo debido a que las ciudades de Sodoma y Gomorra “se entregaron a las inmoralidades sexuales, y se dejaron llevar por vicios contra la naturaleza” por lo que Dios “hizo llover azufre y fuego”. (Judas 7, Versión Popular; Génesis 19:24.)

¿Disfrutó Dios de aniquilar a toda carne en los días de Noé? ¿Derivó acaso algún placer diabólico al exterminar a los habitantes de Sodoma y Gomorra? Para responder a estas preguntas, examinemos algunos detalles relacionados con el Diluvio. Cuando Dios dijo que borraría de sobre la superficie del suelo a la humanidad para limpiar la tierra de violencia, la Biblia menciona que “Jehová [...] se sintió herido en el corazón”. Así es, a Dios le dolió ver que “toda inclinación de los pensamientos del corazón [del hombre] era solamente mala todo el tiempo”. Por eso, a fin de salvar al mayor número de personas posible del inminente Diluvio, Dios envió a Noé, “predicador de justicia”, para que entregara un mensaje de advertencia y construyera un arca en la que resguardarse. (Génesis 6:3-18; 2 Pedro 2:5.)

De igual manera, antes de enviar a los ángeles para destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra, Dios dijo: “Voy a bajar personalmente, a ver si lo que han hecho responde en todo al clamor que ha llegado hasta mí, y si no, he de saberlo”. (Génesis 18:20-32, Biblia de Jerusalén, 1975.) Jehová le aseguró a Abrahán, cuyo sobrino Lot vivía en Sodoma, que no destruiría aquellas ciudades si tan solo hallaba allí a diez hombres justos. ¿Manifestaría un Dios que se deleitara en derramar sangre semejante interés y misericordia? Antes bien, ¿no hemos de decir que una de las características dominantes de la personalidad de Jehová es la misericordia? (Éxodo 34:6.) Él mismo dice: “No me deleito en la muerte del inicuo, sino en que alguien inicuo se vuelva de su camino y realmente siga viviendo”. (Ezequiel 33:11.)

Siempre que Dios ha ejecutado sentencias condenatorias ha sido a causa de la inflexible negativa de las personas inicuas a abandonar un mal proceder, no porque Jehová disfrute de matar a la gente. No obstante, quizás usted se pregunte: “¿No instó Jehová a los israelitas a que guerrearan contra los cananeos y los aniquilaran?”.

Las guerras de Dios fueron necesarias para la paz

La historia da un cuadro escandaloso de la vida extremadamente inicua que llevaban los cananeos. El espiritismo, los sacrificios de niños, la violencia sádica y las diferentes formas de adoración sexual pervertida estaban a la orden del día. Como Dios de justicia que exige devoción exclusiva, Jehová no podía permitir que esas prácticas repugnantes alteraran la paz y la seguridad de personas inocentes, en particular de los israelitas. (Deuteronomio 5:9.) Para ilustrarlo: imagínese que donde usted vive no hubiese una milicia o un cuerpo de policía de confianza que hiciera cumplir las leyes del país; ¿no reinarían la anarquía y la violencia de la peor clase? Del mismo modo, Jehová se vio obligado a tomar medidas contra los cananeos por causa de su libertinaje y el grave peligro que su conducta suponía para la adoración pura. De ahí que decretase: “La tierra está inmunda, y traeré sobre ella castigo por su error”. (Levítico 18:25.)

La justicia divina se administró cuando las fuerzas ejecutoras de Dios —los ejércitos israelitas— exterminaron a los cananeos. El que Dios se valiera de seres humanos, en lugar del fuego o de un diluvio, para ejecutar la sentencia no restó peso a esta. Por eso, cuando los ejércitos israelitas guerrearon contra las siete naciones de Canaán, recibieron la siguiente instrucción: “No debes conservar viva ninguna cosa que respire”. (Deuteronomio 20:16.)

Sin embargo, como Dios respeta la vida, no decretó una matanza indiscriminada. Por ejemplo, en la ocasión en que los residentes de cierta ciudad cananea llamada Gabaón pidieron misericordia, Jehová se la concedió. (Josué 9:3-27.) ¿Habría hecho algo así un dios de guerra depravado? No; sin embargo, sí lo haría un Dios que ama la paz y la justicia. (Salmo 33:5; 37:28.)

Las normas de Jehová promueven la paz

La Biblia vincula repetidas veces la bendición de Dios a la paz, pues Jehová ama la paz, no la guerra. (Números 6:24-26; Salmo 29:11; 147:12-14.) Por esto, cuando el rey David expresó su deseo de construir un templo de adoración a Jehová, Dios le dijo: “No edificarás una casa a mi nombre, porque mucha sangre has vertido en la tierra delante de mí”. (1 Crónicas 22:8; Hechos 13:22.)

Cuando el David Mayor, Jesucristo, estuvo en la Tierra, habló de un tiempo en el que el amor de Dios a la justicia no le permitiría tolerar más los males que vemos en la actualidad. (Mateo 24:3, 36-39.) Tal como hizo en el Diluvio en tiempo de Noé y en la destrucción de Sodoma y Gomorra, Dios pronto emprenderá acción judicial a fin de librar la Tierra de hombres egoístas e inicuos, preparando así el camino para que existan condiciones de paz bajo su gobierno celestial del Reino. (Salmo 37:10, 11, 29; Daniel 2:44.)

Queda claro que Jehová no es un Dios de guerra sediento de sangre. Pero tampoco se retiene de exigir castigo judicial cuando es debido. El amor de Dios a lo bueno requiere que actúe en favor de los que le aman. ¿Cómo? Destruyendo el sistema inicuo que los oprime. Cuando lo haga, habrá verdadera paz en toda la Tierra, pues las personas que de veras son mansas adorarán unidas a Jehová, “el Dios de la paz”. (Filipenses 4:9.)

[Reconocimiento en la página 20]

David y Goliat/The Doré Bible Illustrations/Dover Publications, Inc.

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