Los jóvenes preguntan...
¿Por qué mis padres cambian tanto de humor?
“MAMÁ es sencillamente imposible —dice una joven de nombre Jeanette—.a Si está cansada, se desquita conmigo y nada de lo que digo está bien.” A Jim le ocurre lo mismo. “Cuando algo va mal —se queja—, la emprenden conmigo por cualquier cosa. Por ejemplo: si el automóvil no arranca, mi padre me gritará, como si yo tuviera la culpa.”
Se trata de una queja muy común de los jóvenes: sus padres son variables, gruñones e imprevisibles. Un día están alegres, animados y confiados, mientras que al día siguiente están deprimidos y amargados, y critican todo lo que sus hijos dicen y hacen. “Me gritan sin ningún motivo”, se lamenta un joven.
Aunque a veces puede resultar desconcertante, casi todos, incluidos los padres, tenemos cambios de humor de vez en cuando. Es característico de la personalidad humana. De hecho, la Biblia dice con referencia a diferentes personas que estaban “de humor alegre”, “de humor amable” o incluso “con ánimos de pelear”. (Ester 1:10; Job 11:19; Hechos 12:20.) Parece que algunos cambios de humor están relacionados con los diferentes ciclos biológicos. Por ejemplo, las mujeres suelen experimentar cambios de temperamento según las fases del ciclo menstrual. Y no es raro que tanto hombres como mujeres experimenten cierto decaimiento físico o emocional a media tarde y por la noche.
Preocupaciones y tensión
Un artículo de American Health comenta: “Más de un mal carácter tiene causas físicas. Aunque una enfermedad o una dieta inadecuada puedan predisponer al mal humor, por lo general la culpa principal es de la fatiga”. Vivimos en “tiempos críticos, difíciles de manejar”, y en muchas familias, si no en todas, deben trabajar fuera de casa tanto el padre como la madre. (2 Timoteo 3:1.) La fatiga y el agotamiento son efectos secundarios comunes. Al estar agotados emocionalmente debido a presiones implacables, algunos padres se sienten como el justo Job, que dijo que se hallaba “saturado de aflicción”. (Job 10:15; 14:1.)
Cuando los padres se encuentran tan preocupados por sus propias dificultades, la comunicación puede deteriorarse. Un joven llamado Jason se quejó: “Te mandan hacer algo y lo haces, pero luego te dicen que te habían mandado hacer otra cosa y se enfadan. Te pones furioso, y entonces te castigan por haberte enfadado”.
A veces, las presiones de la vida puede que también priven a los padres de la energía emocional necesaria para responder a tus necesidades. No obstante, Proverbios 24:10 recuerda: “¿Te has mostrado desanimado en el día de la angustia? Tu poder será escaso”. Una madre confesó a este respecto: “A menudo paso a buscar a Diana a la escuela cuando vuelvo del trabajo. Se sube al automóvil y empieza a contarme todo lo que le ha ocurrido durante el día en la escuela. Algunas veces no tengo la energía necesaria para escucharla. Estoy demasiado cansada y preocupada por mis propios problemas como para tener la paciencia de escuchar los suyos”. Cuando los padres actúan así, puede que pienses que se trata de una cuestión de rechazo personal, pero a menudo obedece tan solo al cansancio.
“También es posible —comenta el escritor Clayton Barbeau— que tus padres tengan inquietudes que tú desconoces. Muchos jóvenes subestiman las dificultades económicas de la vida familiar. Puede que los gastos de alojamiento y comida y la inseguridad laboral de la vida moderna constituyan un motivo de preocupación para tus padres, y aunque sean cosas que no te han dicho, las comentan entre ellos.” O quizás se trate de responsabilidades de naturaleza confidencial. La hija de un padre cristiano que sirve de superintendente en una congregación de los testigos de Jehová dice: “A veces, cuando tiene un montón de problemas de congregación en la cabeza, se pone muy gruñón; intenta no tomarla con nosotros, pero tiene tanta tensión que no se puede ocupar de otras cosas”. En Proverbios 12:25 se expresa bien esta idea, al decir: “La solicitud ansiosa en el corazón de un hombre es lo que lo agobia”.
Quizás tus padres traten de ocultarte valientemente tales preocupaciones. Sin embargo, como lo expresa un proverbio, “a causa del dolor del corazón hay un espíritu herido”. (Proverbios 15:13.) En ocasiones su dolor interno quizás los abrume, y la menor irritación puede desencadenar la frustración acumulada. “A veces, mi padre vuelve del trabajo un poco enfadado por como le ha ido —dice una adolescente—. Así que si me olvidé de hacer algo, me reñirá, e intentará encontrar alguna otra cosa por la que pueda gritarme.”
No hay duda de que el habla abusiva se debe evitar. (Colosenses 3:8.) Dios ordena a los padres que no irriten a sus hijos. (Efesios 6:4.) No obstante, incluso el justo Job, cuando se vio sometido a la presión de circunstancias agobiantes, descubrió que estaba utilizando “habla desatinada”. (Job 6:3.) Por eso, antes de juzgar a tus padres con dureza, pregúntate: “¿Cómo reacciono yo si he tenido un mal día o me veo sometido a mucha presión? ¿Me vuelvo a veces gruñón o irritable?”. Si es así, quizás puedas ser más considerado con tus padres. (Compara con Mateo 6:12-15.)
Un adolescente llamado Chad descubrió por sí mismo lo tensa que era la vida de su padre. “Trabajo con mi padre en su negocio de pintura y reparación de automóviles —dice—, y ahora veo a cuánta presión se encuentra sometido. Tiene que estar de un lado para otro todo el día.”
La crisis de la mediana edad
En 2 Corintios 7:5, el apóstol Pablo reconoció que sentía “temores por dentro”. Algunas de las reacciones de tus padres pueden deberse a ansiedades internas. El libro The Healthy Adolescent (El adolescente saludable) dice: “Así como el adolescente lucha con los problemas de la juventud, también los padres luchan con los problemas de la edad. Se acercan a la mediana edad, que, al igual que la adolescencia, es un período difícil lleno de crisis particulares”.
A algunos padres les perturba notar que se están haciendo viejos. “Empecé a sentir que mi vida se acababa —dijo un padre—. Mi trabajo ya no era interesante, mis hijos se estaban preparando para dejarme, me sentía viejo y solo podía pensar en retirarme.” Aunque tú disfrutas de estar “en la flor de la vida”, ellos quizás tengan que soportar los trastornos físicos que vienen con el paso de los años. (Eclesiastés 11:10.) Por ejemplo, tu madre quizás esté experimentando los cambios hormonales de la menopausia, con síntomas que a menudo resultan molestos: fatiga, dolores de espalda, sofocos y cambios de humor, por mencionar solo algunos.b
Cuanto más te acercas a la edad adulta, más se tienen que encarar tus padres a la realidad de las palabras bíblicas de Génesis 2:24: “El hombre dejará a su padre y a su madre”. Hasta es posible que ya estés dando pasos importantes para independizarte de ellos. El libro Talking With Your Teenager (Dialogue con sus hijos adolescentes) comenta: “Puede resultar muy doloroso [...]. [Los padres] quizás sintamos que ya no se nos quiere como antes [...]. A menudo, nuestros hijos adolescentes son más distantes, menos expresivos, están más a la defensiva. Su deseo de no estar con nosotros, tener experiencias fuera del ámbito familiar o tomar decisiones y hacer planes libres de nuestra influencia demuestra que somos menos importantes en su vida de lo que éramos antes”.
Así que resulta fácil ver por qué a veces tus padres son especialmente gruñones o sensibles cuando se trata de asuntos que afectan a tu creciente independencia. Un joven llamado Steve dice: “Mis padres son olvidadizos. Les dices que vas a salir, y después te preguntan: ‘¿Adónde vas?’. Les contestas: ‘Ya dije que iba a jugar al voleibol’. Te replican: ‘No nos dijiste nada’, y empiezan a gritar. Siempre pasa igual”. Ahora bien, aunque tal vez te parezca que son mezquinos o gruñones, tan solo tratan de expresar su profundo amor e interés por ti. Saben cuánta maldad hay en el mundo, y aunque reconocen tu necesidad de ser independiente, a veces les preocupa tu bienestar. (Compara con 2 Corintios 11:3.) Posiblemente su reacción sea desmedida o no sean consecuentes. ¿Deberías amarlos menos por eso?
Una evaluación justa de tus padres
Cuando eras más pequeño, quizás pensabas que tus padres lo veían y lo entendían todo. Al hacerte mayor y aumentar tu entendimiento, tal vez veas mejor sus faltas. Y si los padres son en ocasiones gruñones o variables, puede resultarte fácil comenzar a despreciarlos; pero la Biblia nos advierte que no debemos ‘hacer escarnio a un padre’. (Proverbios 30:17.) Además, es muy probable que ellos no sean los únicos de la casa a los que les cambia el carácter. “A veces yo también tengo el humor variable”, admitió una chica. Acaso tú seas más sensible, tengas peor humor o seas menos comunicativo de lo que te imaginas.
En cualquier caso, más que mirar a tus padres con ojo crítico, intenta desarrollar “sentimientos de compañero” y empatía con respecto a ellos. (1 Pedro 3:8.) Como mostrará el próximo artículo de esta serie, hacerlo puede ayudarte a sobrellevar sus cambios de humor.
[Notas a pie de página]
a Se han cambiado algunos nombres.
b Si deseas más información sobre la mediana edad y sus problemas, consulta ¡Despertad! del 8 de julio y 8 de octubre de 1983.
[Fotografía en la página 23]
Muchos padres tan solo se sienten presionados por las tensiones de la vida