Los jóvenes preguntan...
¿Quién puede ayudarme a resolver mis problemas?
“EL HOMBRE mismo nace para la desgracia.” Así se expresó un hombre angustiado llamado Job hace casi cuatro mil años. (Job 5:7.) Es probable que tu vida no sea tan trágica como la de Job. No obstante, sin duda también tienes una buena cantidad de problemas y dificultades.
Cuando se preguntó a un grupo de jóvenes estadounidenses qué era lo que más les preocupaba, muchos mencionaron la escuela, los padres, el dinero, los amigos y los hermanos como motivos de inquietud. ¿Y tú? ¿Te encaras a la presión de tus compañeros, a apuros económicos o a problemas escolares? ¿Te resulta difícil afrontar los altibajos físicos y emocionales de la pubertad? ¿Te preocupa el futuro?
Si piensas en todo eso, es fácil que te sientas abrumado y deprimido. De hecho, si te lo guardaras para ti, pudieras encontrarte aislado de otros emocionalmente. (Compara con Proverbios 18:1.) Entonces, ¿qué deberías hacer para resolver tus problemas? ¿De verdad tienes que enfrentarte a ellos solo?
No, porque, por grandes que sean tus problemas, no son únicos. Tras estudiar con atención la conducta humana, el sabio rey Salomón llegó a la conclusión de que “no hay nada nuevo bajo el sol”. (Eclesiastés 1:9.) Cierto, otros se han encarado a situaciones semejantes a las que tú afrontas y las han resuelto con éxito. Por eso, no siempre tienes que solucionar las cosas tú solo; a veces puedes conseguir ayuda de alguien que ya lo haya hecho. Después de todo, si fueras de viaje a un lugar desconocido, ¿no intentarías que te orientara alguien que ya hubiera estado allí? La pregunta es: ¿a quién deberías pedir ayuda?
¿Son tus compañeros la mejor fuente de consejo?
Muchos jóvenes deciden contar sus preocupaciones a sus compañeros. “A veces creo que soy la única que está experimentando estos cambios —confiesa una joven llamada Anita—. Pienso: ‘¿Le ocurrirá a alguien más lo mismo?’. Me pregunto si estaré loca por sentirme así.” Quizás creas que alguien de tu edad entenderá tus sentimientos y que un adulto, en especial tus padres, te criticará con severidad.
Sin embargo, aunque tus compañeros quizás te comprendan, se pongan en tu lugar y se conduelan de ti, puede que no siempre ofrezcan el mejor consejo. Como explica la Biblia, “los maduros [...] tienen los sentidos entrenados para discernir entre el bien y el mal”. ¿Cómo? La Biblia contesta: “Por la práctica”, o sea, la experiencia. (Hebreos 5:14, Reina-Valera Actualizada.) Por carecer de tal experiencia, no es fácil que los jóvenes hayan llegado a tener la “sabiduría práctica y la capacidad de pensar” de un adulto. (Proverbios 3:21.) Por lo tanto, seguir el consejo de otro joven resulta arriesgado. Proverbios 11:14 advierte: “Cuando no hay dirección diestra, el pueblo cae”.
El valor de los padres piadosos
Por lo general, los adultos están en mejor condición de ofrecer dirección diestra. El justo Job lo expresó de esta forma: “¿No hay sabiduría entre los de edad y entendimiento en la longitud de días?”. (Job 12:12.) Es probable que los más cualificados para ayudarte sean tus padres piadosos. La razón es sencilla: te conocen mejor que nadie. Como se han enfrentado a algunas de las situaciones por las que tú estás pasando ahora, pueden hacer mucho para ayudarte a evitar las dificultades. En tono paternal, Salomón aconsejó: “Escuchen, oh hijos, la disciplina de un padre, y presten atención, para conocer entendimiento. Porque buena instrucción es lo que ciertamente les daré”. (Proverbios 4:1, 2.)
Considera el caso de un joven de Ghana llamado Samuel. Cuando estaba en la escuela secundaria, tuvo que decidir entre una educación seglar o la carrera de ministro de tiempo completo de los testigos de Jehová. “Como mi familia estaba muy unida y disfrutaba de buena comunicación —explica—, me resultó fácil confiar en mis padres.” Ellos lo orientaron hacia el ministerio de tiempo completo, una carrera en la que aún sigue prosperando. Samuel recomienda a los jóvenes que pidan ayuda a sus padres para resolver sus problemas, pues ellos “tienen más experiencia en la vida y quizás hayan pasado por las mismas situaciones [...], por lo que están en mejor condición de ofrecer una visión clara de ambos lados del asunto”.
Llama la atención que, según una reciente encuesta Gallup, muchos jóvenes desean que sus padres los aconsejen, incluso sobre temas como las drogas, la escuela y el sexo.
‘Mis padres no me comprenden’
Es triste decirlo, pero muchos jóvenes se alejan de sus padres al entrar en la adolescencia. Algunos se sienten como el adolescente que dijo: “He intentado hablar con mis padres de lo preocupado que estoy por mis notas y de que pienso que esta escuela es demasiado exigente, pero ellos simplemente me dicen que soy un vago y que debería estudiar más”. Una joven cristiana de África expresó una preocupación similar, y dijo: “En mi interior sé que necesito ayuda para resolver mis problemas, pero temo que mis padres no me comprendan”.
Desde luego, hasta los padres que temen a Dios fallan en ocasiones. Quizás reaccionen de forma exagerada a las cosas, no escuchen, te malinterpreten o sean críticos. Sin embargo, esto no significa que tengas que apartarlos de tu vida. Jesucristo fue criado por padres imperfectos, pese a lo cual la Biblia muestra que “continuó sujeto a ellos”. Sin duda, su influencia le ayudó a seguir “progresando en sabiduría [...] y en favor ante Dios y los hombres”. (Lucas 2:51, 52.)
¿Estás aprovechándote de la sabiduría y experiencia de tus padres? Si no es así, analiza lo que dice el libro Adolescence (Adolescencia), de Eastwood Atwater: “Cuando los adolescentes llegan a estar indebidamente influenciados por sus compañeros, es más probable que se deba a alguna carencia en la relación padre-adolescente que a que se sienten más atraídos a sus compañeros”. ¿Qué clase de relación tienes con tus padres? (Gálatas 6:5.) ¿Has rehuido comunicarte con ellos últimamente? En ese caso, ¿por qué no haces lo posible para mejorar las cosas?a Hacerlo forma parte de lo que Salomón consideró ser un ‘hijo o hija verdadero’ para tus padres. (Proverbios 4:3.)
Malcolm, un joven de Ghana que ahora vive en Estados Unidos, pensaba en un tiempo que sus padres no comprendían sus sentimientos. Pero ellos persistieron en transmitirle tanto su experiencia en la vida como la disciplina de la Palabra de Dios. En una carta que hace poco escribió a sus padres, dijo: “Sé que tuvimos diferencias en el pasado, pero, pensando en ello, me maravilla cómo toleraron mi terquedad y aceptaron con calma algunas de las decisiones que tomé en aquella época. Créanme, sé lo que pasa en otros hogares, y no me cabe duda de que la Biblia hizo distinto [el nuestro]. Gracias de nuevo”.
Tú mismo puedes adquirir sabiduría práctica
El que aceptes la guía de tus padres, más bien que frenar tu crecimiento, puede ser la forma más segura de que te conviertas en un adulto maduro. Con el tiempo, tú también llegarás a adquirir ‘sagacidad, conocimiento y capacidad de pensar’. (Proverbios 1:4.) Estarás preparado para analizar problemas y llegar a conclusiones razonables sobre cómo resolverlos.
Desde luego, no todos los jóvenes cuentan con la bendición de tener padres piadosos. Sin embargo, sería un error concluir que no hay que hacer mucho caso de lo que digan los padres simplemente porque no sean cristianos. Siguen siendo tus padres, y los debes honrar como tales. (Efesios 6:1-3.) Además, si les das una oportunidad, tal vez descubras que tienen mucho consejo práctico que ofrecerte. Y cuando necesites dirección espiritual, intenta hablar con un miembro confiable de la congregación cristiana. No te será difícil encontrar a un adulto piadoso que te escuche de forma objetiva, con empatía y comprensión.
Recuerda, además, que el espíritu de Jehová es una fuente de ayuda y fortaleza disponible siempre para quienes lo piden. (Lucas 11:13.) Jehová ha provisto también abundante información para ti en la Biblia y en las publicaciones de la Sociedad Watch Tower, que están basadas en ella. Esta misma serie ha ayudado a miles de jóvenes a encontrar respuestas prácticas para sus problemas. Si aprendes a buscar e investigar, quizás llegues a resolver muchas dificultades por tu cuenta. (Proverbios 2:4.)
Desde luego, tener problemas es algo normal en esta vida. No obstante, ayuda mucho ver las cosas con la actitud positiva que tuvo el salmista. Él escribió: “Bueno es para mí el que se me haya afligido, a fin de que aprenda tus disposiciones reglamentarias”. (Salmo 119:71.) Sí, resolver problemas puede moldearte y prepararte. Pero no tienes por qué hacerlo solo. Busca ayuda. Si la pides, por lo general la encontrarás.
[Nota a pie de página]
a Si quieres algunas sugerencias útiles a este respecto, consulta el capítulo 2 del libro Lo que los jóvenes preguntan.—Respuestas prácticas, publicado por Watchtower Bible and Tract Society of New York, Inc.
[Fotografía en la página 16]
El que aceptes la guía de tus padres puede ser la forma más segura de que te conviertas en un adulto maduro