Los jóvenes preguntan...
¿Cómo puedo perder peso?
“ESTAR gordo es lo más horrible que puede sucederle a un adolescente”, se lamentaba un muchacho llamado Judd. Si tienes exceso de peso, quizás comprendas sus sentimientos.
Sin embargo, el daño que causa el exceso de grasa corporal va más allá de afear tu apariencia. La obesidad supone una serie de peligros para tu salud: problemas articulares, enfermedades respiratorias y diabetes, así como enfermedades mortales, entre las que figuran las afecciones cardíacas y el cáncer de colon, que podrían afectarte en la vida adulta.a
Desde luego, el que seas un poco corpulento no significa que tengas que perder peso sin más. Algunas personas hemos heredado una constitución fuerte; parecemos más gordos de lo que nos gustaría, incluso estando en el peso ideal.b Pero si tu médico dictamina que tienes más grasa corporal de la conveniente, puede que haya otros factores implicados. El libro The Healthy Adolescent (El adolescente sano) dice: “En algunos casos, la obesidad se ha relacionado con un funcionamiento deficiente de las glándulas endocrinas, como el páncreas, la tiroides o las adrenales”.
Comer con exceso, no hacer ejercicio
En muchos casos, la obesidad es tan solo el resultado de los malos hábitos alimenticios y la falta de ejercicio. Judd, el joven anteriormente citado, recuerda: “Como mi madre tenía que ir a trabajar para mantenernos, mi hermano y yo [...] comíamos por nuestra cuenta. Tomábamos paquetes de dulces que acompañábamos con botellas de [gaseosa] de dos litros”. ¿Te suena familiar?
Otros jóvenes, sin embargo, comen no tanto para saciar su apetito como para satisfacer su necesidad de atención y bienestar. Quizás coman con exceso con la intención desencaminada de aliviar la tensión, como la que les produce el divorcio de los padres, la muerte de un ser querido u otro tipo de trauma.
La falta de ejercicio suele empeorar el problema de comer con exceso. A Parent’s Guide to Eating Disorders and Obesity (Guía para los padres sobre obesidad y trastornos del apetito) comenta: “La televisión no solo significa inactividad física, sino que, además, el contenido de sus programas y anuncios anima a comer [...] y comer [...] y seguir comiendo”.
La trampa de pasar hambre
Algunos dicen que uno de cada cuatro estadounidenses sigue algún tipo de dieta. Sin embargo, más del 90% de las personas que pierden peso tras hacer una dieta lo vuelven a ganar. ¿Dónde está el fallo?
Tu cuerpo funciona como un horno; el cerebro es el termostato. Cuando comes, tu metabolismo quema el alimento para liberar su energía. En el caso de que se añada más combustible del que el cuerpo necesita, se almacenará en forma de grasa. Pues bien, si pasas hambre para liberarte de algunos kilos, perderás peso, pero solo al principio. Tu cuerpo dará enseguida la señal de “alerta” y bajará el termostato, retardando así tu metabolismo. Empezarás a ganar peso de nuevo, incluso aunque pases hambre, y mucho de lo que comas se almacenará en forma de grasa. Recuperarás todos los kilos que habías perdido y ganarás algunos más. Frustrado, probarás con otra dieta. Pero cuanto más pierdas, más ganarás otra vez.
Quizás ahora entiendas por qué las dietas rápidas no suelen funcionar. Las pastillas para adelgazar puede que te hagan perder el apetito por un tiempo, pero el cuerpo se adapta enseguida a ellas y lo recobras; o tu metabolismo se hace más lento y ganas peso a pesar de todo, por no mencionar los efectos secundarios que algunas personas han experimentado, como mareos, hipertensión, ataques de ansiedad y adicción. Se puede decir lo mismo de las pastillas que eliminan agua o que aceleran el metabolismo. El Dr. Lawrence Lamb dice sin rodeos: “No hay todavía ninguna pastilla segura y eficaz para perder grasa corporal”.
Cuando eres joven, tu cuerpo necesita todos los días una dosis considerable de calorías y nutrientes. Pasar hambre puede impedir literalmente tu crecimiento. Considera también lo que dice la Biblia sobre el rey Saúl en 1 Samuel 28:20: “Sucedía que no había poder en él, porque no había comido alimento en todo el día ni en toda la noche”. Del mismo modo —según afirma un médico—, los jóvenes que intentan pasar sin comer pueden sufrir “fatiga, depresión, sensación de frío, retraso en los estudios, estreñimiento, ansiedad, amenorrea y pereza mental”.
Perder peso sin riesgos
Para perder peso sin riesgos, convendría que tu médico te hiciera un chequeo completo a fin de comprobar si hay algún problema de salud que pudiera contrarrestar una dieta sencilla. Puede ayudarte también a fijar una meta razonable de pérdida de peso y planear una estrategia para alcanzarla en un tiempo adecuado.
La Biblia dice: “En cuanto al hombre, no hay nada mejor que el que coma y en realidad beba y haga que su alma vea el bien a causa de su duro trabajo”. (Eclesiastés 2:24.) Por eso, no es probable que una dieta que te prive del gozo de comer funcione a largo plazo. Además, lo que la Biblia condena es comer con exceso. (Proverbios 23:20, 21.) A continuación te ofrecemos unas cuantas sugerencias para ayudarte a ser “moderado en los hábitos” cuando comas. (1 Timoteo 3:11.)
No te saltes el desayuno. “El hambre y la sensación de privación se apoderarán de ti —advierte The New Teenage Body Book (El libro sobre el nuevo cuerpo del adolescente)—. Por lo general, ingerirás demasiado alimento, y con ello calorías, a última hora del día.”
Bebe un vaso grande de agua antes de cada comida. Con esto llenarás el estómago. Parece que el beber cantidades adecuadas de agua también desempeña un papel importante en la reducción de los depósitos de grasa corporal. En consecuencia, los médicos recomiendan beber por lo menos ocho vasos de agua al día.
No comas mientras ves la televisión. El Dr. Seymour Isenberg dice: “Si estás distraído viendo la televisión [...] podrías empezar a comer como una máquina”.
Ora antes de comer. Recuerda que Dios creó los alimentos “para que participen de ellos con acción de gracias los que tienen fe y conocen la verdad con exactitud”. (1 Timoteo 4:3.) Los jóvenes que temen a Dios, teniendo en cuenta su estrecha relación con el Creador, no comerán en exceso hasta el punto de volverse perezosos en pensamientos y acciones. La oración puede fortalecer tu decisión de comer con moderación.
Come despacio. El estómago tarda unos veinte minutos en enviar al cerebro la señal de que está lleno. Por eso, comer despacio te ayudará a “comer hasta quedar satisfecho”, pero no más. (Levítico 25:19.)
Busca alternativas saludables a la comida, sobre todo si tienes la costumbre de comer cuando estás aburrido, tenso, solitario o deprimido. Habla con alguien en quien confíes. Vete a dar un paseo o haz ejercicio. Cultiva un pasatiempo. Escucha música. Mejor aún, intenta satisfacer tu apetito espiritual. (1 Pedro 2:2.) Después de todo, el alimento no fortalece la fe. (Compara con Hebreos 13:9.) Pero leer la Biblia sí lo logra, y podría ayudarte a olvidar tu apetito.
Cambia tu dieta y tu estilo de vida
También debes cambiar lo que comes. La Ley mosaica prohibía comer grasa. (Levítico 3:16, 17.) Aunque las motivaciones eran religiosas, evitar las comidas grasas, como las hamburguesas con queso o los alimentos fritos con grasa, es una medida dietética sensata. Las bebidas gaseosas azucaradas y los pasteles tienen poco valor nutritivo y muchas calorías. Y aunque un filete magro con mucha sal puede estar muy rico, esta hace que el cuerpo retenga líquidos.
La mayoría de los especialistas en dietética concuerdan en que disfrutar con moderación de tu comida favorita de vez en cuando no te perjudicará. Pero si de verdad quieres perder peso, debes aprender a disfrutar de comidas más saludables, como las frutas, los frutos secos, los cereales integrales y las verduras. “Toma comidas diferentes y no te aburrirás”, recomienda una especialista. Si no eres tú quien prepara las comidas en casa, entonces habla con tu madre para que te ayude. En realidad, toda la familia se beneficiará si se hacen cambios saludables en el menú diario.
Aun cuando comer bien es importante, no perderás peso a menos que conectes el termostato de tu cerebro. ¿Cómo? Realiza un ejercicio aeróbico moderado durante veinte minutos por lo menos tres veces a la semana. (1 Timoteo 4:8.) A veces algo tan simple como un paseo rápido o subir las escaleras puede ser suficiente. El ejercicio te ayuda a mantenerte más delgado y firme sin importar cuál sea tu peso o tipo corporal. Como activa tu horno metabólico, quemas calorías y grasas. Mediante el ejercicio puedes alterar la química corporal. Puedes incrementar la masa muscular, y los músculos queman calorías incluso cuando duermes.
Con persistencia y determinación, puedes ganar la batalla contra el exceso de peso.c Claro está, perder algunos kilos no resolverá todos tus problemas, pero tendrás mejor aspecto y te sentirás mejor. Quizás empieces a estar más contento contigo mismo.
[Notas a pie de página]
a Casi el 80% de los jóvenes obesos siguen siéndolo de adultos.
b Consulta “Los jóvenes preguntan... ¿Por qué estoy tan gordo?”, del número del 22 de abril de 1994 de ¡Despertad!
c Las personas que padecen trastornos graves del apetito quizás necesiten ayuda profesional para enfrentarse a sus problemas.
[Fotografía en la página 21]
El ejercicio y las comidas equilibradas y nutritivas son la clave para perder peso sin riesgos