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  • ¡Despertad! 1995
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¡Despertad! 1995
g95 8/6 págs. 7-8

¿Cómo fueron capaces?

¿QUÉ justificación se daba al comercio de esclavos? Los historiadores señalan que hasta el siglo XVIII pocos cuestionaron lo ético de la esclavitud. El libro The Rise and Fall of Black Slavery (Ascenso y caída de la esclavitud negra) comenta: “Para cuando Colón se topó con las Indias Occidentales, ni la Iglesia ni los escritos que esta aceptaba habían indicado a los futuros pobladores que el empleo de trabajadores forzados se considerara inmoral, si bien algunos eclesiásticos habían mostrado sus recelos individuales. [...] No había señal alguna de que el esclavismo, tan arraigado como estaba en la sociedad europea, hubiera de ser puesto en tela de juicio”.

Cuando el tráfico trasatlántico estaba en su apogeo, muchos clérigos trataron de legitimar la esclavitud con sus argumentos teológicos. El libro American Slavery (Esclavitud americana) señala: “Los pastores protestantes [de Estados Unidos] desempeñaron un papel primordial en la defensa del esclavismo [...]. Es probable que el argumento más difundido y aceptado fuera que la esclavitud formaba parte del plan de Dios de exponer a los paganos a las bendiciones del cristianismo”.

Pero el trato que recibían los esclavos, con frecuencia cruel y despiadado, exigía un pretexto más plausible que brindarles “las bendiciones del cristianismo”. Por esta razón, los amos coloniales, así como algunos escritores y filósofos europeos, se justificaron alegando que los blancos eran distintos a los negros. Edward Long, hacendado que escribió la obra History of Jamaica (Historia de Jamaica), comentó: “Si reflexionamos en la naturaleza de estos hombres, y en su desemejanza con el resto del género humano, ¿acaso no hemos de inferir que son de una especie distinta?”. Las consecuencias de este razonamiento se ven claramente en las palabras de cierto gobernador de Martinica: “He llegado al punto de persuadirme de que hay que tratar a los negros como a bestias”.

Con el tiempo, el egoísmo económico y los desvelos humanitarios propiciaron el fin del comercio trasatlántico de esclavos. Los pueblos africanos se habían resistido desde el principio a la esclavización, y a finales del siglo XVIII las rebeliones eran frecuentes. Los propietarios, presa del miedo, se veían en una situación cada vez más precaria. Llegaron a plantearse si, en vez de mantener esclavos, les tendría cuenta contratar jornaleros.

Al mismo tiempo, en Europa y América iban cobrando cada vez más aceptación los argumentos éticos, religiosos y humanitarios en contra de la esclavitud. Los movimientos abolicionistas adquirieron vigor. A pesar de que desde 1807 se había abolido legalmente el tráfico de esclavos en muchos países, persistían las lacras de la esclavitud.

Una serie de televisión titulada The Africans: A Triple Heritage (Los africanos: herencia triple) dio voz lastimera a los hijos de África: “Mucho antes de que llegara la esclavitud, vivíamos en [...] África. Luego vinieron extraños y nos llevaron lejos. Hoy vivimos tan dispersos que el sol nunca se pone entre los descendientes de África”. La presencia de millones de personas de origen africano en Norteamérica, Sudamérica, el Caribe y Europa es una palpable consecuencia de la trata de esclavos.

Todavía se discute a quién hay que culpar por el comercio trasatlántico de esclavos. Basil Davidson, especialista en historia africana, dice en su libro Madre negra: “África y Europa estuvieron conjuntamente envueltas”.

“Venga tu reino”

De todo lo anterior se extrae una lección tocante a la dominación del hombre. El Sabio escribió: “Observé todas las opresiones que se cometen bajo el sol: Y he aquí, vi las lágrimas de los oprimidos, sin que tuvieran consolador; en mano de sus opresores estaba el poder”. (Eclesiastés 4:1, La Biblia de las Américas.)

Lamentablemente, estas palabras, escritas mucho antes de que principiara el tráfico de esclavos africanos, conservan su vigencia en la actualidad. Todavía tenemos a opresores y oprimidos y, en algunos países, a esclavos y amos. Los cristianos saben que mediante su Reino, Jehová pronto “librará al pobre que clama por ayuda, también al afligido y a cualquiera que no tiene ayudador”. (Salmo 72:12.) Por esta razón, entre otras muchas, seguirán orando a Dios: “Venga tu reino”. (Mateo 6:10.)

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