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Los jóvenes preguntan...

¿Debería asistir a los conciertos de rock?

Viene a tu ciudad un grupo muy conocido y las entradas están vendiéndose deprisa, así que tienes que decidir ya. ¿Asistirás?

EN UN marco apropiado, la música sana puede ser muy agradable. Después de todo, Jehová Dios nos creó con la facultad de disfrutar de ella y él considera aceptable una gran variedad de música.

La música que suelen escuchar hoy día los jóvenes es el rock, en cualquiera de sus diversas modalidades. A muchos les gusta más oírlo en vivo. Sin embargo, los informes de caos y desenfreno de los conciertos de rock, entre otras cosas, plantean cuestiones serias para los jóvenes que temen a Dios. ¿Qué sucede en los conciertos de rock? ¿Sería buena idea asistir?

Prueba la música

Hablemos primero de la música en sí. Esta puede expresar y despertar una amplia gama de emociones. En tiempos bíblicos el pueblo de Dios utilizaba la música para expresar su amor a Él. (Salmo 149:3; 150:4.) También se usaba para expresar alegría, entusiasmo y dolor. (Génesis 31:27; Jueces 11:34; 1 Samuel 18:6, 7; Mateo 9:23, 24.) Lamentablemente, la música no fue siempre sana ni siquiera en tiempos bíblicos. Puede ser que la música desenfrenada y sensual contribuyera a que los israelitas pecaran cuando la nación acampó frente al monte Sinaí. (Éxodo 32:1-6, 17, 18, 25.)

Para ser honrados, gran parte del rock fomenta prácticas y actitudes impropias como la inmoralidad sexual, el consumo de drogas, la rebeldía y el espiritismo. Esto no necesariamente significa que tengas que renunciar a la música, pero la Biblia dice a los cristianos que “sigan asegurándose de lo que es acepto al Señor”. (Efesios 5:10.) De modo que, en lo que a música se refiere, debes seleccionar con criterio.a

¿Cómo te afecta la música que escoges? ¿Te proporciona alegría, calma y tranquilidad? ¿O te hace sentir enojado, rebelde, deprimido? Un cristiano de Dinamarca recuerda el tiempo en que era entusiasta del heavy metal, una modalidad de rock. Dice: “Lo escuchaba mientras trabajaba, y si cometía un error me enfadaba tanto que rompía aquello en lo que estaba trabajando y lo tiraba en un arrebato de ira”. Otro joven admite: “Escuchaba mucho rap y heavy metal que ensalzaban el sexo y el modo de vida mundano. Alimentaba la mente con esta música y, como consecuencia, me entró un fuerte deseo de practicar lo que decían las canciones”. Si una simple grabación puede tener ese efecto, imagínate la influencia de una función en vivo.

Además piensa: ¿a qué volumen se tocará la música? Es cierto que las preferencias varían al respecto. La Biblia no excluye la música a un volumen razonablemente alto. En el grupo de músicos que tocaron en la dedicación del templo de Salomón había un total de 120 trompetistas. (2 Crónicas 5:12.) El volumen tiene que haber sido muy alto. Pero hay una diferencia abismal entre el alabar a Dios con intensidad y la música rock ensordecedora. En este último caso, el volumen suele utilizarse para hacer que la multitud se entregue al desenfreno, y la Biblia condena las “diversiones estrepitosas” u “orgías”. (Gálatas 5:21; Nueva Biblia Española.) Además, el respeto por tu propio cuerpo debe hacer que no escuches música a un nivel tan alto que corras el riesgo de perjudicarte el oído. (Romanos 12:1.)

Otro factor que hay que analizar es el que menciona Job 12:11. Allí la Biblia pregunta: “¿Acaso el oído mismo no prueba las palabras como el paladar gusta el alimento?”. En armonía con este texto, deberías ‘probar’ la letra de las canciones. Un joven cristiano admite: “Comencé a escuchar la letra de algunas de las canciones que me gustaban y para mi sorpresa no eran apropiadas para un cristiano. Tuve que deshacerme de esa música”. (1 Corintios 14:20; Efesios 5:3, 4.) También debes tener en cuenta que muchos cantantes presentan canciones nuevas en sus conciertos, las cuales pueden ser muy distintas de su música anterior que tal vez era más sana.

Además, debes asegurarte de que la música no tenga un trasfondo demoníaco, algo particularmente característico de muchas modalidades del heavy metal. Los grupos de heavy metal gustan de llevar y poner en sus álbumes símbolos demoníacos y efectos satánicos. (Santiago 3:15.) Asistir al concierto de uno de esos grupos no puede agradarle a Dios, quien manda que ‘nos opongamos al Diablo’. (Santiago 4:7.)

Sin control

¿Qué puede suceder en el concierto? Una adolescente llamada Stacey fue con sus amigas a escuchar un grupo que en su opinión tocaba música relativamente inocente. Pero a mitad del concierto, el cantante del grupo simuló una sesión de espiritismo e invitó al público a ponerse en comunicación con el mundo de los espíritus. ¿Era tan solo un truco? Tal vez, pero puesto que la Biblia condena toda forma de espiritismo, Stacey y sus amigas se vieron obligadas a salir. (Levítico 19:31; Deuteronomio 18:10-13; Revelación 22:15.)

Otros jóvenes cristianos han pasado por experiencias igualmente desagradables, pues, aunque el espiritismo sea un fenómeno relativamente raro en los conciertos, el comportamiento descontrolado no lo es. En un concierto, el grupo contribuyó a que se formara un disturbio en el que resultaron heridas 60 personas y se destrozaron objetos por un valor de 200.000 dólares. En otro, tres jóvenes murieron aplastados. Es cierto que la mayoría de los conciertos de rock no terminan en disturbios, accidentes ni muertes. Pero es obvio que debe ejercerse precaución. Proverbios 22:3 dice: “Sagaz es el que ha visto la calamidad y procede a ocultarse, pero los inexpertos han pasado adelante y tienen que sufrir la pena”.

De modo que si piensas ir a un concierto, infórmate bien. ¿Tiene el grupo la reputación de fomentar comportamiento descontrolado? ¿A qué clase de público atrae? (1 Corintios 15:33.) ¿Hasta qué grado es probable que se usen alcohol y drogas? Y, ¿qué puede decirse de la sala de conciertos? ¿Ha tenido problemas de seguridad en el pasado? ¿Cómo se asignarán los asientos? Cuando es asiento libre, aumentan mucho las probabilidades de que alguien salga lastimado.

En los conciertos de rock se consumen enormes cantidades de droga y alcohol. Un cristiano que de joven asistió al concierto de un grupo tradicional de rock, dijo desengañado: “La gente no va por la música; va para emborracharse”. Decidió no volver a asistir a otro concierto de rock. Una adolescente cristiana dice algo parecido: “Recuerdo que asistí a un concierto en el que tocaba un grupo ‘progre’. Fue horroroso. La gente estaba fumando marihuana, su lenguaje era horrible y muchos parecían adoradores de Satanás por el modo en que iban vestidos”. Aun donde se prohíben tajantemente las drogas y el alcohol, no es anormal ver que muchos del público llegan ya ebrios. ¿Puede alguien asistir a un evento así y actuar en conformidad con el mandato bíblico que nos insta a “repudiar la impiedad y los deseos mundanos y a vivir con buen juicio”? (Tito 2:12.)

El poder del ambiente

Sin embargo, tal vez te parezca que no debe preocuparte el comportamiento de quienes te rodean con tal de que tú no te unas al alboroto. Pero lo cierto es que el ambiente en el que uno se mueve afecta. En Efesios 2:2, la Biblia habla de “la autoridad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de la desobediencia”. Observa que este mundo tiene un “espíritu”, es decir, una actitud mental dominante. Está en todas partes y es tan omnipresente como el aire. Pero fíjate también en que este espíritu, o actitud, adquiere “autoridad” —el poder de modificar nuestros pensamientos, sentimientos y conducta— si nos exponemos a él. Sencillamente es imposible respirar este aire poderoso y no quedar afectado.

En la mayoría de los casos, los conciertos de rock exponen a los concurrentes a niveles muy altos del espíritu del mundo. Es fácil contagiarse del ambiente bullicioso que generalmente predomina, o de los gritos y movimientos rítmicos de los brazos en alto que equivalen casi a adorar a los intérpretes. Tal admiración excesiva invalida la adoración que pertenece por derecho a Dios. Equivale a idolatría, la cual se condena claramente en las Escrituras. (1 Corintios 10:14; 1 Juan 5:21.) ¿Quieres correr ese riesgo?

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que la mayor parte de los conciertos de rock implican riesgos que eclipsan cualquier beneficio que pudiera obtenerse al asistir. Claro está, tus padres tendrán la última palabra en cuanto a si permitirán o no que asistas a un determinado evento. Pero si tienes la libertad de tomar esa decisión, hazlo bien. Hay muchas maneras sanas de divertirse que no entrañan los riesgos de asistir a conciertos de rock.

[Nota a pie de página]

a Véanse los artículos sobre la música que aparecieron en la sección “Los jóvenes preguntan...” de los números de ¡Despertad! del 8 de febrero, 22 de febrero y 22 de marzo de 1993.

[Fotografía en la página 18]

En los conciertos de rock son comunes el alcohol, las drogas y la conducta desenfrenada

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