¿Hay alguien en quien se pueda confiar?
“ÉL ERA una de las pocas personas, fuera del círculo familiar, en las que mis padres depositaban plena confianza. [...] Daba la impresión de ser alguien bueno y afectuoso que jamás haría nada para perjudicarnos. [...] Fue una de las pocas personas en las que llegué a confiar sin reservas.”
ASÍ describió una joven la confianza que tuvo en su médico de cabecera. Lamentablemente, confió en la persona indebida. Ese individuo abusó sexualmente de ella desde que cumplió los 16 años. “Me mintió y me engañó”, dijo la joven al tribunal que administró justicia. (The Toronto Star.)
Se socava la confianza en todas partes
La confianza, al igual que una flor hermosa pero delicada, puede ser fácilmente arrancada y pisoteada. Está siendo aplastada en todas partes. Michael Gaine, ex secretario de un cardenal y un arzobispo, ambos de Inglaterra, dijo: “Hubo un tiempo en que todo el mundo confiaba en los sacerdotes. Las familias confiaban sus hijos al cuidado de estos. Yo no esperaría eso ahora. Hemos perdido esa confianza para siempre”. (The Guardian Weekend.)
La gente de negocios engaña a sus competidores. Los publicistas astutos embaucan y explotan a los clientes. Un hombre insensible robó los fondos de pensiones de sus propias compañías, dejando a los empleados sin sus ahorros. Los empleados también suelen robar a sus patronos. Por ejemplo, una noticia mencionó que “las empresas canadienses pierden anualmente alrededor de 20.000 millones de dólares [canadienses] por concepto de robos internos”. (Canadian Business.)
Aunque no todos los políticos sean de poca confianza, a muy pocas personas les sorprenden noticias como esta: “Dos semanas después del asesinato de una de las mujeres políticas más controvertidas de Francia, la policía está poniendo al descubierto la serie de engaños políticos y conspiraciones criminales que por mucho tiempo han estado camuflados en actividades gubernamentales de la costa mediterránea”. (The Sunday Times, Londres.)
Muchas veces ni siquiera puede confiarse en las personas más allegadas. Hay hombres y mujeres que son infieles a su cónyuge, padres que maltratan a sus hijos, e hijos que engañan a sus padres. Cuando se abrieron los archivos de la Stasi, la policía secreta de la antigua Alemania oriental, se puso de manifiesto un “penetrante sistema de engaño” por parte de personas a las que se consideraba amigas. Un reportaje decía que, en su red de traiciones, “los tentáculos de la Stasi se extendían hasta el aula, el púlpito, el dormitorio e incluso el confesionario”. (Time.)
Un columnista irlandés escribió: “Aquellos a quienes nosotros colocamos en puestos de poder nos han mentido, nos han engañado, nos han utilizado y maltratado, nos han despreciado”. (The Kerryman.) Muchas personas, al verse traicionadas tantas veces, optan por ya no confiar en nadie. ¿Qué podemos hacer para asegurarnos de que no estamos confiando en las personas indebidas? En los siguientes dos artículos se analiza esta cuestión.